Suelos contaminados, agua tóxica y paredes con grietas en el cinturón del carbón de la India
Los habitantes del cinturón del carbón de Bengala Occidental se quejan de los efectos que tiene la industria en sus pueblos, donde no tienen alternativas de empleo
Amar Baran Paul nunca olvidará cómo tembló el suelo bajo sus pies y se derrumbaron más de 25 casas a su alrededor hace cuatro años en la ciudad de Harishpur, en el Estado de Bengala Occidental, situado en la parte oriental de la India. Se encuentra cerca de la mina de carbón a cielo abierto de Madhabpur —donde el carbón se extrae de la superficie del suelo y no excavando la tierra— en el cinturón del carbón de Asansol-Raniganj, a unas seis horas en coche de la capital del Estado, Calcuta.
La India es actualmente el segundo mayor productor de carbón del mundo. Este cinturón, que abarca 146 pueblos, se explota intensamente en esta industria desde el siglo XVII, y en la zona son frecuentes los fenómenos como el de Harishpur, que se produjo al hundirse el terreno que rodea la mina a cielo abierto. “La carretera próxima a nuestro municipio se hundió y empezaron a aparecer grietas en las casas cercanas. Poco después, sentimos temblores y las paredes de algunas viviendas empezaron a caer”, cuenta Paul. Este empleado jubilado de la compañía responsable de la explotación, Eastern Coalfield Limited (ECL), recuerda, sentado en el porche de su casa agrietada, que más de 400 residentes se vieron obligados a huir. Su familia encontró una vivienda de alquiler cerca de la ciudad, pero el elevado precio les obligó a regresar a su hogar dañado. “Tengo un hijo discapacitado de 29 años, y debo dar prioridad a su seguridad. Me preocupa constantemente que, si el suelo vuelve a hundirse, la vida de mi hijo corra peligro”, explica Paul, perteneciente a la casta Jadhav (considerada por el Gobierno indio como una de las que sufren retraso educativo o social).
“El Gobierno y los políticos del Estado vinieron aquí hace cuatro años prometiendo apoyo e incentivos. Pero nuestras voces siguen sin ser escuchadas. Tampoco se han atendido nuestras demandas de indemnización por las tierras que hemos perdido y las casas dañadas”, se queja Paul, que añade que los vecinos han llevado a cabo huelgas de hambre, boicoteado las elecciones locales y protestado bloqueando carreteras. El Gobierno no respondió a las preguntas de este diario acerca de sus medidas para proteger a las comunidades.
Manik Bauri, de 71 años, y su familia viven en el pueblo de Rakhakura, a una hora en coche de Harishpur, cerca de una mina explotada por Integrated Coal Mining Limited (ICML), propiedad del grupo RP-Sanjiv Goenka. “Desde que se construyó la mina a cielo abierto en nuestras tierras, todos hemos salido perdiendo. Las empresas se quedaron con nuestras posesiones y lo que hemos conseguido a cambio es respirar aire contaminado, beber agua tóxica, padecer un montón de problemas de salud y quedarnos sin trabajo”, afirma Bauri. Su casa, junto a la mina, es una de las cerca de 500 viviendas de Rakhapura. Un olor similar al de la ceniza tras un incendio forestal flota en el aire y el polvo tapiza el suelo de terrazas y porches. “Aquí son frecuentes enfermedades como la tuberculosis y los eczemas. Aunque cerremos las ventanas, entra el polvo [del carbón] y, cuando hay voladuras en la mina, toda nuestra casa tiembla”, explica Madhivi Bauri, hermana de Manik. Este diario pidió su versión a las empresas mineras, sin obtener respuesta.
Las empresas del carbón se quedaron con nuestras posesiones y lo que hemos conseguido a cambio es respirar aire contaminado, beber agua tóxica, padecer problemas de salud y quedarnos sin trabajoManik Bauri, vecino de Rahkahura
Samit Kumar Carr, secretario general de la Asociación para la Seguridad y la Salud Ocupacional de Jharkhand, una organización sin ánimo de lucro, señala que las explotaciones a cielo abierto y subterráneas y las centrales eléctricas de carbón plantean riesgos específicos para la salud de quienes viven cerca. “Muchos inhalan polvo que contiene carbón durante periodos cortos y largos y acaban padeciendo neumoconiosis de los mineros del carbón (NMC), una enfermedad pulmonar ocupacional irreversible, incurable y progresiva”.
La nuera de Madhivi Bauri, Asha Bauri, de 30 años, afirma que teme por el futuro de sus hijos y espera poder abandonar el pueblo. “Además de los efectos para la salud, aquí no hay trabajo. Los jóvenes de muchas familias han empezado a irse del pueblo. Antes todos podíamos cultivar esta tierra, pero ahora el suelo está contaminado”, reitera.
Harishpur y Rakhakura, las circunscripciones de Bengala Occidental en las que viven Paul y Bauris, votaron el 13 de mayo en la cuarta etapa de las elecciones indias. Pero, con la mirada fija en la mina, que se asemeja a una colina baja, Manik Bauri lamenta que ningún político se preocupe por ellos. “Nos han robado el trabajo y la vida instalando una mina aquí”, asegura.
Pocas alternativas
Según Gareth Price, investigador de la fundación irlandesa The Azure Forum for Contemporary Security Strategy, en los grandes cinturones del carbón como Raniganj, en Bengala Occidental, y el Estado indio de Jharkhand, hay pocas fuentes de ingresos alternativas al carbón. “Por eso, pueblos enteros, empresas y políticos dependen del sector del carbón para ganarse la vida. Esto hace que la eliminación progresiva sea todo un reto, ya que lo que está en juego es su medio de vida”, recalca.
Anup Das, de 22 años, que vive en un pueblo junto a la estación de ferrocarril de Barabani, en Bengala Occidental, acogió de buen grado los proyectos del carbón a cargo de empresas privadas. “Mi sustento depende del funcionamiento del sector”, asegura. Cerca de las vías, Das, vestido con una camiseta de marca falsa y rodeado de sus amigos, explica que, debido a la falta de otros empleos en la región, todo el mundo trabaja en la industria, aunque perjudique su salud y el medio ambiente. “Pero ninguno de nosotros puede ser contratado directamente por las empresas porque somos analfabetos o estamos poco cualificados. Así que hemos encontrado una oportunidad en el negocio ilegal del contrabando de carbón; nos dedicamos a transportar hasta las fábricas, en moto o en bicicleta, los sacos que robamos de las minas”, explica el joven. “Es la única forma de ganar dinero para poner comida en nuestros platos”. Según un informe de 2019 de la agencia de noticias Press Trust of India, en todo el cinturón de Asansol-Raniganj existen unas 3.500 minas de carbón ilegales. Al menos 35.000 personas tienen un empleo directo, mientras que otras 40.000 obtienen un empleo indirecto (participan en el suministro del carbón a las fábricas o se ocupan del transporte). Las minas ilegales no tienen licencia del Gobierno para operar, y sus trabajadores tampoco reciben documentos oficiales de trabajo.
No podemos ser contratados directamente por las empresas del carbón porque somos analfabetos o estamos poco cualificados, así que transportamos hasta las fábricas, en moto o en bicicleta, los sacos de carbón que robamos de las minasAnup Das, del pueblo de Barabani
Swaraj Das, activista de la Asociación de Afectados por el Proyecto (refiriéndose a las minas de carbón) hace hincapié en la necesidad de invertir en educación y en empleo en la región. Pero los políticos, alega, se benefician de la corrupción en el sector. “Por eso no toman medidas para eliminar gradualmente el carbón, que es perjudicial para el medio ambiente y además roba tierras a la gente”, explica. “La India debe centrarse en seguir invirtiendo en energías verdes, como los paneles solares o la generación de energía a través del mar. Estos métodos no desplazarán a las personas ni les harán perder sus tierras”.
Occidente y Naciones Unidas también han presionado a la India para que elimine progresivamente el carbón para hacer frente al cambio climático. Aunque el primer ministro, Narendra Modi, despertó esperanzas entre los ecologistas en la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático de 2015, al prometer grandes inversiones en energía verde, la dependencia del carbón del país ha seguido aumentando. La producción aumentó un 14,5% en el mes de junio, hasta los 84,6 millones de toneladas, en comparación con el año pasado. El Gobierno hizo un amago de sostenibilidad este 20 de junio, cuando el Ministerio del Carbón presentó un proyecto de plan de actualización de la normativa sobre la minería y afirmó que tiene previsto garantizar que las próximas directrices hagan que el sector sea más ético y sostenible.
La rebelión adivasi
Algunas comunidades adivasi —pueblos originarios de la India— se han propuesto detener la expansión de los proyectos de carbón, en un esfuerzo por hacer frente al cambio climático y garantizar sus derechos sobre las tierras.
En la aldea de Hirapur, en Jharkhand, a unas tres horas en coche de la frontera con Bengala Occidental, Mangal Murmu describe cómo la comunidad ha luchado contra el proyecto de la mina de carbón de Deucha Pachami, un proyecto público de la West Bengal Power Development Corporation Limited (WBPDCL), que la ministra principal, Mamata Banerjee, intenta reactivar desde 2021. “Como adivasis, tenemos la tradición de reunirnos y tocar el tumac [instrumento tradicional]. Es nuestra señal de alarma cuando hay problemas en el pueblo. Así que cuando oímos que se iba a construir una mina a cielo abierto en nuestra tierra que podría desplazarnos, tocamos el tumac y salimos a protestar”, explica Murmu.
Más de 9.000 indígenas se han manifestado contra el proyecto transestatal de minería a cielo abierto. Sus protestas han ralentizado el avance de la ejecución del proyecto, valorado en 273 millones de euros, ya que los promotores no han podido acceder a los terrenos cercanos a la comunidad. Si el plan se lleva a cabo en su totalidad, podría convertirse en la mayor mina de carbón de Asia y la segunda del mundo.
Murmu, sentado junto al reluciente arroyo que pasa por su choza, saca un arco y una flecha y muestra cómo lo utilizan para alejar de sus tierras a los promotores de la mina de carbón. “En la India se piensa que siempre hay algo debajo de la tierra en la que viven los adivasi”, señala. “Las empresas del carbón vendrán a apoderarse de nuestras tierras, pero nosotros nos mantendremos firmes en nuestra lucha por nuestros derechos y nuestras posesiones”.
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