¿Podemos usar soluciones de países del Sur Global para atajar la despoblación en España?
Los municipios rurales pierden cerca de cinco habitantes cada hora y el impacto no es solo social, cultural y económico, sino también medioambiental. Las iniciativas para superar este desafío son parecidas a las implementadas para generar prosperidad en países como Kenia, Uganda o Ruanda
Uno de los mayores retos al que nos enfrentamos en España es el progresivo e imparable abandono del medio rural. Los pueblos se están muriendo y con ellos la agricultura, bosques, nuestra cultura y raíces. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), los municipios rurales pierden cerca de cinco habitantes cada hora, lo que ha hecho que, en la actualidad, más del 85% de la población española se concentre en algo menos del 20% del territorio.
Para Greenpeace, el fenómeno de despoblación rural no solo tiene impacto social, cultural y económico, sino también medioambiental. Una de las consecuencias que sufre la llamada España vaciada es la pérdida de actividades agrícolas, ganaderas y forestales, tradicionales, respetuosas con la naturaleza y que suponen una forma sostenible de producir alimentos y otros bienes, a la par que contribuyen a mitigar el cambio climático, prevenir incendios, conservar la biodiversidad y mantener la seguridad alimentaria. ¿Quién nos va a alimentar si toda nuestra masa productiva está en las ciudades?
¿Quién nos va a alimentar si toda nuestra masa productiva está en las ciudades?
Leyendo la lista de las empresas y soluciones ganadoras de esta edición del proyecto ¡Que vivan los pueblos!, un programa de aceleración dirigido a startups con proyectos que aportan soluciones para superar los desafíos en el medio rural. Muchas de las soluciones planteadas son muy parecidas a las implementadas para generar prosperidad en países cómo Kenia, Uganda, o Ruanda. Es increíble que hayamos dejado morir áreas de nuestro país claves para nuestra economía, nuestra seguridad alimentaria y desarrollo, hasta estos niveles y no hayamos conseguido todavía darle solución. Y lo peor de todo, estas zonas tienen la misma caracterización en el imaginario colectivo de “subdesarrollo”, cuando la calidad de vida es mejor, sus habitantes están más saludables, el ambiente menos polucionado y viven más tiempo.
De las 10 iniciativas premiadas, cuatro de ellas se dedican a mejorar los rendimientos de la agricultura o ganadería. Cropi trabaja la digitalización del sector agrícola para optimizar costes y beneficios del proceso agrario; Ixorigue monitorea el ganado mejorando su control, supervisión y aumentando la eficiencia; MuturBeltz fomenta la producción de lana de oveja carranza, en peligro de extinción, y la capacitación de productores en el sector textil y Vacapop es una aplicación dedicada a la compraventa de ganado entre particulares.
Todas se asemejan a aplicaciones como las que mencionaba en el artículo sobre cómo revolucionar el modelo agrícola en países en desarrollo. MyAgro facilita el ir ahorrando poco a poco en el móvil para que, en el momento de la siembra, puedan comprar semillas mejoradas o abono. Para atajar la imposibilidad de comprar maquinaria ha surgido en zonas rurales de Nigeria, Kenia o Senegal Hello Tractor, el Uber de los tractores, que permite alquilarlos a través del móvil y mejorar el rendimiento de los cultivos. Las aplicaciones icow o Wefarm educan sobre las prácticas ganaderas o agrícolas para reducir las tasas de mortalidad de las vacas o mejorar rendimientos agrícolas a través de SMS. Para los pequeños agricultores, tener información sobre los precios de sus productos, alertas meteorológicas, la posibilidad de conectar a compradores y vendedores o acceder a servicios financieros o insumos agrícolas es clave para mejorar su eficiencia y rentabilidad. Para ello han surgido plataformas como Esoko o Farmer Line.
Otra de las iniciativas premiadas es Doctomatic, plataforma virtual que emplea inteligencia artificial (IA) para llevar a cabo un control remoto de pacientes crónicos y reducir traslados al hospital. Babylon conecta a médicos con pacientes y desarrolla IA para ayudar en el diagnóstico. Tiene un acuerdo con el Gobierno de Ruanda, y más de 2,8 millones de usuarios registrados, más del 30% de la población adulta.
Gafasvan es una tienda de gafas y audífonos ambulante que llega a pueblos donde no hay ópticas. Vision Spring lleva vendidos más de 10 millones de gafas a cuatro dólares (3,72 euros) en más 50 países de los más pobres del mundo.
Eliminar el estereotipo
Pero lo más importante es cambiar el imaginario colectivo y la percepción de vivir en un pueblo como de segunda. Tenemos asociado la definición de éxito a una persona de ciudad de que trabaja en una empresa y ha llegado a un puesto de responsabilidad. ¿No podemos alcanzar el éxito viviendo en un pueblo? Iniciativas como Rooral promueven la creación de estancias de teletrabajo en los pueblos, tanto para particulares como para empresas; Vamosrural promueve el desarrollo económico de las comunidades locales con su plataforma de turismo rural y Aldealista busca otorgar mayor visibilidad a los pueblos y a sus comercios locales a través de una app. Es clave fomentar el orgullo de ser o vivir en un pueblo.
Tenemos asociado la definición de éxito a una persona de ciudad de que trabaja en una empresa y ha llegado a un puesto de responsabilidad
Uno de los últimos éxitos en África es Twiga foods, que recoge la cosecha de los agricultores y la distribuye en las tiendas para ser vendida y evitar el desperdicio. En España Talkual lucha contra el desperdicio de alimentos rescatando fruta y verdura que no cumple con estándares estéticos vendiéndolos en su tienda online.
Otra de las referencias que tenemos que cambiar es nuestra definición de éxito, asociada muchas veces a los grandes números. La clave del rural está en la persona y no podemos definir el concepto de escala y éxito alrededor de miles o millones. Y cómo dice Iván del Caz, de Rural Citizen: “Cambiar la España vacía por la España de las oportunidades”
Sin abordar y solucionar el reto rural va a ser muy complicado avanzar con los Objetivos de Desarrollo Sostenible a los que España se ha comprometido. Dejarnos de mirar al ombligo podría ser el primer paso.
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