Cómo la desinformación sobre el cólera contribuyó a una tragedia en Mozambique
Al menos 100 personas murieron a principios de mes en un cayuco, escapando de un supuesto brote de esta enfermedad. No es el primer incidente en el que un bulo sobre salud provoca víctimas en este país
Hassan Mucussete afirma que fue el puro pánico el que los llevó a él y a su familia a embarcar el día 7 en un pesquero sobrecargado que se hundió antes de que sus pasajeros lograran huir de Lunga, su pueblo natal. Este padre de cinco hijos, superviviente de la peor tragedia marítima que se recuerda en Mozambique, cuenta que últimamente se escuchaban cada vez más noticias de personas con diarrea y otros síntomas asociados al cólera en la provincia septentrional de Nampula. Cuando el día 7 se rumoreó que una muerte se debió a esta enfermedad, la noticia corrió como la pólvora por todo el pueblo de Lunga, de aproximadamente 40.000 habitantes. Muchos vecinos temían contagiarse.
Poco después, un cayuco que transportaba al menos a 130 personas hacia la pequeña isla de Mozambique zozobró, provocando la muerte de más de 100 de ellas. Casi dos docenas siguen desaparecidas. “El marinero [del barco pesquero] intentó disuadirnos de que nos amontonáramos alrededor de la embarcación y dentro de ella. Pero todos nos dejamos llevar por el pánico”, explicaba por teléfono Mucussete. Su madre y dos de sus hijos fueron algunas de las víctimas. Los otros tres niños y su mujer están entre los 12 que consiguieron volver a la orilla.
Varios países africanos sufren un brote de cólera, agravado por las inundaciones y la contaminación, calificado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como de riesgo “muy alto” desde enero, basándose en la expansión geográfica y en la escasez de recursos, como vacunas, para hacerle frente. Mozambique, en particular, se enfrenta a su mayor brote de esta enfermedad diarreica en 25 años, agravado durante la actual temporada de ciclones. La OMS ha notificado más de 43.000 casos en el país entre septiembre de 2022 y enero de 2023, 165 de ellos mortales. Nampula, la provincia a la que pertenece Lunga, representa casi un tercio de estos casos. Las autoridades subrayan que el pueblo no ha registrado ningún caso hasta ahora, y aseguran que fue la desinformación —de la que no han aclarado el origen exacto— la que desencadenó la tragedia marítima.
Según el Instituto de Medios de Comunicación de África Austral (MISA, por sus siglas en inglés), una organización sin ánimo de lucro que se dedica a defender y promover la libertad de los medios, la libertad de expresión y el acceso a la información en 11 países africanos, la razón de los bulos en Mozambique puede ser la “aparente similitud entre las palabras ‘cólera’ y ‘cloro’, que las autoridades utilizan para desinfectar el agua, precisamente para combatir enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera”.
Mucussete, de 39 años, relata que corrió con su familia a la playa en cuanto oyó los rumores de contagios en el pueblo. Debido a la escasez de infraestructuras, los barcos pesqueros son el único medio de transporte disponible para entrar y salir de este pueblo de difícil acceso. A medida que se alargaba la espera del pesquero, la multitud crecía. Recordando los detalles de la tragedia, en la que la mayoría de los fallecidos fueron mujeres y niños, el desconsolado padre afirma: “Fueron las manos de Alá las que me salvaron”.
Tragedias recurrentes
Este tipo de incidentes de muertes relacionadas con el cólera, provocados por la desinformación y no por la propagación real de la enfermedad, han golpeado repetidamente a las comunidades del sudeste del país africano. Según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés), la desinformación relacionada con el cólera provocó disturbios y violencia en diciembre y enero. A consecuencia de ello, tres líderes comunitarios de las provincias de Cabo Delgado y Nampula fueron golpeados hasta la muerte tras ser acusados de propagar la enfermedad, mientras que varios trabajadores sanitarios sufrieron ataques y decenas de casas y propiedades fueron destruidas.
Este tipo de incidentes de muertes, provocados por la desinformación y no por la propagación real del cólera, han golpeado repetidamente a las comunidades del sudeste del país africano
El Gobierno afirma que ha intentado evitar este tipo de incidentes. “Ha habido un trabajo continuo de sensibilización sobre las causas y los síntomas del cólera”, en un intento de que no se propague esa desinformación, declara Munira Aboudu, jefa de la dirección provincial de Salud de Nampula. “Esto se hace mediante campañas en las comunidades y programas de radio emitidos en las cadenas comunitarias locales. Las campañas se intensifican durante la estación de lluvias”, explica, añadiendo que estas iniciativas se llevan a cabo desde hace años. El secretario de Estado de Nampula, Jaime Neto, señala que las oleadas de desinformación sobre el cólera son comunes en esa parte del país, aunque “las autoridades sanitarias están sobre el terreno para difundir información sobre las verdaderas causas” de la enfermedad.
La responsable de relaciones exteriores de la oficina de la OMS en Mozambique, Florence Erb, reconoce que la desinformación “se expande rápidamente con la ayuda de las redes sociales e internet”, generando “desconfianza” en las autoridades sanitarias y “socavando” la respuesta de la sanidad pública.
En este país de casi 33 millones de habitantes, la tasa de analfabetismo es del 40%, según datos del Banco Mundial de 2020. En declaraciones a EL PAÍS, el responsable de comunicación y sensibilización del capítulo mozambiqueño de MISA, Armando Nhantumbo, afirma que “lo ocurrido en la isla de Mozambique fue en parte consecuencia de la ausencia de información creíble, incluso por parte de algunos medios”. También señala que “el Gobierno debe ser proactivo, no solo a la hora de hacer disponible información de calidad a tiempo, sino también para promover actividades constantes de alfabetización digital y armar a los ciudadanos con herramientas que les permitan distinguir entre información real y simples rumores”. Según las cifras de DataReportal, apenas el 25% de la población de Mozambique tenía acceso a internet a principios de 2024. Mucussete, el superviviente de 39 años aún conmocionado por la magnitud de la tragedia, no es uno de ellos, y para él no hay más culpable que el Gobierno. “Incluso en esta tragedia, el Gobierno está ausente y no ayuda a las personas rescatadas del naufragio”, lamenta. “Estamos solos”.
El suceso de Lunga, que tuvo lugar días antes de que la mayoría musulmana de Mozambique celebrara el Eid al-Fitr para señalar el final del mes de ayuno del Ramadán, sigue proyectando su sombra sobre la comunidad de Quivulane, de donde procedían la mayoría de las víctimas. En muchos hogares, las celebraciones del Eid se cancelaron mientras las familias lloraban la pérdida de sus seres queridos, mucho después de que hubiera terminado el luto nacional de tres días.
El día de la tragedia, algunos testigos presenciales compartieron vídeos de innumerables cadáveres, muchos de los cuales pertenecían a niños, arrastrados hasta una playa no identificada y cubiertos con telas. Otras imágenes mostraban a vecinos cargando cadáveres a bordo de barcos pesqueros. Dado que Lunga —uno de los asentamientos costeros más desfavorecidos de uno de los países más pobres del mundo— carece de infraestructuras básicas de carreteras, los cuerpos fueron transportados a sus lugares de descanso en barcas.
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