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El aumento de los matrimonios infantiles en Afganistán: “Estamos viendo chicas que se casan cada vez más jóvenes, con 11 y 12 años”

Un 70% de las mujeres que participaron en una encuesta en 23 provincias del país conoce a chicas obligadas a contraer matrimonio antes de los 18 años. Las restricciones de los talibanes y la pobreza provocan además un deterioro de su salud mental

Child Weddings Afganistán
Varias niñas afganas durante una clase al aire libre a las afueras de Kabul, el 4 de octubre de 2023.SAMIULLAH POPAL (EFE)

Niñas convertidas a la fuerza en novias. Cada vez más numerosas, más jóvenes y más afectadas psicológicamente. Las restricciones que los talibanes han impuesto a las mujeres, sobre todo la prohibición de que sigan estudiando a partir de los 12 años, sumadas a la crisis económica en Afganistán, han provocado un aumento de los matrimonios infantiles, especialmente en las ciudades, donde esta tradición había retrocedido en los últimos 20 años. Es imposible tener cifras exactas, pero un 70% de las más de 3.000 jóvenes entrevistadas por la organización local Bishnaw-Wawra en agosto conoce a chicas que han sido obligadas a casarse sin cumplir los 18 años.

“Hay una clara relación entre el retorno de los talibanes en 2021 y el aumento del matrimonio infantil, especialmente en los centros urbanos, donde, desde hace dos décadas, hubo una evolución y las familias ya no sentían que tenían que casar a sus hijas cuanto antes, porque las chicas estaban teniendo oportunidades de trabajar y estudiar y también aportaban financieramente al hogar”, explica a este diario Mariam Safi, directora de la Organización de Investigación Política y Estudios sobre el Desarrollo (DROPS), creada en Kabul en 2014, para fortalecer los valores de inclusión y pluralismo en la sociedad afgana, y de la que Bishnaw-Wawra forma parte.

El trabajo de Bishnaw-Wawra aporta una visión de lo que está pasando en el interior de las casas y en los pueblos de Afganistán, donde desde hace dos años realizar encuestas es una misión ardua, sobre todo si se quiere oír la opinión de las mujeres. En agosto de 2023, esta organización logró entrevistar, cara a cara, por videoconferencia y en grupos de discusión a 3.840 afganas. La inmensa mayoría tenía menos de 35 años y, para que la muestra fuera lo más representativa posible, procedían de 23 provincias afganas diferentes y de ámbitos rurales y urbanos.

“Los talibanes prohíben a las jóvenes trabajar en la mayoría de los sectores, estudiar y moverse solas por la ciudad y muchas familias vuelven a sentir el peso y la urgencia de casar a sus hijas cuanto antes. Por eso estamos viendo chicas que se casan cada vez más jóvenes, con 11 y 12 años”, explica Safi.

Los talibanes prohíben a las jóvenes trabajar, estudiar y moverse solas por la ciudad y muchas familias vuelven a sentir el peso y la urgencia de casar a sus hijas cuanto antes
Mariam Safi, Bishaw-Wawra

La responsable apunta que en los foros de discusión de mujeres, el tono sobre lo que las mujeres sufren y ven a su alrededor es aún más crudo y los datos resultan alarmantes. “Las familias se sienten muy inseguras cuando sus hijas comienzan a llegar a una edad y no tienen marido. Los talibanes les acosan y los padres tienen miedo de que un talibán se lleve a su hija para convertirla en su esposa. Entonces prefieren casarlas antes con cualquiera”, agrega.

“Ayer, una chica de 13 años fue obligada a casarse con un hombre de 45. La familia recibió 250.000 afganis (3.000 euros)”, dijo una joven afgana en uno de estos grupos de discusión en septiembre. “La familia decide el matrimonio de la niña cuando son muy pequeñas, sobre todo por miedo a los talibanes y la pobreza”, apuntó otra.

Sin protección

Fawzia Koofi, exparlamentaria afgana conocida por su defensa de los derechos de las mujeres y una de las políticas que participaron en las conversaciones de paz con los talibanes antes de 2021, recuerda que el matrimonio infantil ha sido una práctica habitual en el país, pero en los últimos 20 años se logró “proteger a las mujeres con instituciones, leyes y con presencia femenina en puestos de poder”. “Se creó un ministerio para Asuntos de la Mujer, se redactó una ley contra la violencia... Pero ahora volvió el vacío, no hay ninguna protección. Las familias no ven futuro ni esperanza para sus hijas y las casan. Son niñas, no saben ni siquiera qué está pasando”, afirma en una entrevista con Planeta Futuro.

“Como media, alrededor de una de cada tres chicas se casa antes de cumplir los 18 años en el país y en algunas provincias, donde la práctica siempre ha estado más extendida, una de cada dos niñas se casa antes de cumplir los 18 años”, apunta Fran Equiza, representante de Unicef en Afganistán, basándose en las conclusiones de la Encuesta de Indicadores Múltiples por Conglomerados (MICS) 2022-23 realizada por la organización de la ONU.

En Afganistán, la ley dice que las mujeres pueden contraer matrimonio a partir de los 16. Cuando Bishnaw preguntó a las encuestadas a qué edad se están casando las chicas de su pueblo o comunidad, un 15% dijo que las novias tienen menos de 15 años y un 54% afirmó que tenían entre 18 y 25 años. Cuando se les cuestionó sobre la edad que ellas consideran apropiada para contraer matrimonio, más del 70% opinó que entre 18 y 25 años. Y a la pregunta de cómo reacciona la comunidad si una familia tarda en casar a una hija, un 25% respondió que el clan es mirado de manera negativa y un 21% añadió que la chica es vista como una carga para sus allegados.

Otro de los factores que impulsa el matrimonio infantil es la creciente pobreza, que obliga a familias a vender a sus hijas “de cuatro o cinco años” porque no pueden con todos los hijos que tienen, según Safi. Estas niñas tienen un riesgo altísimo de terminar casadas en cuanto lleguen a la pubertad. “También hay una especie de mercado de dotes, cuanto antes negocies por tu hija, mejor dote podrás tener”, agrega.

“En Afganistán, el peso de la pobreza recae sobre todo en las niñas, ya que el matrimonio infantil persiste especialmente entre las familias con escasos recursos, que a menudo se ven obligadas a intercambiar a sus hijas por dotes para aliviar sus dificultades económicas”, corrobora Equiza, de Unicef. Según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), en el país hay 15 millones de personas, sobre una población total de 43 millones, que dependen de la asistencia humanitaria para comer.

Dos mujeres en las calles de Kabul en mayo de 2022
Dos mujeres en las calles de Kabul en mayo de 2022AHMAD SAHEL ARMAN (AFP)

Cadáveres en el río

Bishnaw-Wawra, que en dari y pastún significa “escucha”, comenzó a recolectar opiniones de mujeres en 2020, con el fin de transmitirlas al equipo que negociaba en Doha un acuerdo de paz para Afganistán. En torno a la mesa había miembros del Gobierno y talibanes y también algunas mujeres, como Koofi, que pidieron tener más detalles sobre cuáles eran las prioridades y exigencias de las afganas. Tras el retorno de los talibanes, siguieron trabajando para enviar sus conclusiones a la ONU, la Unión Europea y a países implicados en el futuro de Afganistán. En total, han entrevistado a unas 30.000 mujeres sobre diferentes temas.

“Seguimos publicando estos datos para que, cuando la comunidad internacional tome decisiones sobre ayuda humanitaria, relaciones con los talibanes o un posible reconocimiento de su régimen, tengan en cuenta qué dice la gente, qué quieren las mujeres. Porque ninguna solución podrá sostenerse en el tiempo si la gente de Afganistán no tiene garantizados sus derechos y las mujeres están exigiendo solamente sus derechos básicos fundamentales”, recalca Safi.

Las encuestas realizadas por Bishnaw ven una relación clara entre estas uniones forzadas y el deterioro de la salud mental de las jóvenes, entre las que aumentan las depresiones y suicidios. En marzo, la institución realizó una encuesta sobre este tema en 18 provincias y “un 67% de las más de 2.000 entrevistadas dijo que conocía a chicas que estaban sufriendo algún tipo de problema mental, sobre todo depresión y ansiedad”. “Además, 164 de las entrevistadas dijeron que conocían a otra mujer que se había intentado suicidar. Y estamos hablando de una pequeña encuesta, imaginemos el número real”, alerta Safi.

Según este estudio, la falta de libertad de movimiento y la prohibición de estudiar y trabajar, exceptuando contados sectores como el de la salud, son las decisiones que más han afectado a la salud mental de las afganas. “Pero no conoceremos nunca la magnitud de lo que está pasando. Me cuentan que en mi provincia, Badakhshan, aparecen en el río cadáveres de chicas que se han suicidado”, contó Koofi.

Ninguna solución podrá sostenerse en el tiempo si la gente de Afganistán no tiene garantizados sus derechos y las mujeres están exigiendo solamente sus derechos básicos fundamentales
Mariam Safi, Bishnaw-Wawra

Para Koofi, que desde el exilio aboga por los derechos de las afganas, la educación sigue siendo el arma más poderosa para rescatar a estas niñas. “Es la única esperanza”, insiste. En este momento, esta exparlamentaria gestiona a distancia un centro en el que estudian clandestinamente 200 alumnas de entre 14 y 18 años. Sin diplomas, sin apenas medios y con mucho temor, en sus propias palabras. “Sentimos que para el mundo Afganistán es ya una historia antigua, pero para nosotras es una herida abierta. Necesitamos que haya países que reciban a estas chicas y les ayuden a ir a la universidad. Porque en cuatro años, cuando terminen sus estudios, podrán ayudar a otras, y ¿quién sabe? Tal vez entonces algo haya cambiado en Afganistán”, considera.

Safi denuncia lo que considera la hipocresía de la comunidad internacional, “que contradice sus propios valores” con su inacción en Afganistán. Pero también es pragmática. “Se está creando una situación en la que los talibanes se convertirán poco a poco en un régimen reconocido internacionalmente. Muy bien. Están aquí y se van a quedar, pero al menos, que el mundo use su poder para que eliminen las restricciones contra las mujeres. Porque entonces, mal que bien, podrán vivir sus vidas y no estarán, como ahora, presas en sus casas”.

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