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“Dentro de 20 años no habrá peces en el Volta”: pescadores ghaneses denuncian la sobrepesca china

Más de 200.000 personas que viven a orillas del lago Volta y sobreviven principalmente gracias a la pesca tradicional se ven asfixiados frente a grandes barcos extranjeros que faenan con prácticas ilegales. La pobreza a la que se ven arrastrados dispara el trabajo infantil y el absentismo escolar

Pesca Lago Volta China
Amanece en Maranatha Beach y Kessah Amevor, de 11 años, acaba de bajar de la barca Believe y aprovecha para coger algunos peces en la orilla. Una vez concluidos los trabajos de atraque del Believe, comienza la subasta del género sobre la arena de la playa. El propio Kessah se encarga de llenar la canasta de su madre con el pescado del día, cuyo valor asciende a dos euros. Inmediatamente, madre e hijo recogen sus pertenencias y ponen rumbo a su casa.Borja Abargues

“Nos están matando lentamente. Una comunidad como esta vive de la pesca y es imposible hacer frente a los grandes barcos pesqueros de propiedad china. Hace 10 años toda mi familia podía comer con mi sueldo, ahora mi mujer y mis tres hijos están obligados a trabajar para poder echarnos algo a la boca”, lamenta Peter Akpesis, capitán de la barca Believe y residente en la región de Ada (Ghana). Cerca de un 10% de la población de Ghana, es decir casi tres millones de personas, dependen de la pesca para obtener sustento, pero este medio de vida está en peligro, en gran parte debido a la pesca ilegal y de arrastre según los lugareños.

Desde hace cinco años, las comunidades de pescadores que viven a orillas del lago Volta (un lago artificial de más de 8.500 kilómetros cuadrados) alzan la voz para protestar sobre una situación que consideran insostenible. Akpesis explica que se están organizando en pequeñas asociaciones y elevan sus quejas al Ministerio de Pesca, pero necesitan ayuda internacional para ser escuchados. Uno de esos apoyos lo han encontrado en Environmental Justice Foundation (EJF), una ONG que trabaja para asegurar un mundo donde los hábitats naturales puedan sustentar a las comunidades que dependen de ellos. La organización ha publicado recientemente una investigación en la que revela que “a pesar de ondear la bandera de Ghana, al menos el 90% de los buques industriales involucrados en prácticas pesqueras ilegales son propiedad de grandes empresas chinas”.

A pesar de ondear la bandera de Ghana, al menos el 90% de los buques industriales involucrados en prácticas pesqueras ilegales son propiedad de grandes empresas chinas
Informe de la organización EJF

Una amenaza directa

Según este estudio, las prácticas de la flota china están dejando las aguas de Ghana sin peces. Las comunidades costeras y los pescadores locales que capturan pequeños pelágicos como el pargo o la sardinela, de forma artesanal han estado informando a las autoridades regionales de que los buques extranjeros se encuentran pescando en la zona económica exclusiva de Ghana, supuestamente reservada para los lugareños. Sus denuncias sobre los pesqueros chinos se concentran en tres puntos: el uso de redes ilegales, el empleo de productos químicos y la pesca dentro de zonas prohibidas. Su reclamo es que se persigan estas prácticas y solo se den licencias a grandes pesqueros una vez comprobado que cumplen los requisitos legales.

Steve Trent, fundador de EJF, explica en el informe de la ONG que “en los últimos meses, la actual ministra de Pesca de Ghana, Mavis Hawa Koomson, ha adoptado varias acciones en el buen sentido”, pero “el alcance de la pesca ilegal y las irregularidades en las flotas industriales de las pesquerías de Ghana, en su mayoría de propiedad extranjera (...) representan una amenaza directa para los medios de vida y la seguridad alimentaria de millones de ghaneses, y amenaza con el colapso de las pesquerías del país”.

Esta situación contradice la Ley de Pesca de Ghana del 2002, que prohibe a los buques industriales o semiindustriales extranjeros la pesca en aguas del país. Solicitado por este periódico, el Ministerio de Pesca ghanés no ha contestado a las peticiones de información sobre este asunto y remite a consultar su página web sobre su programa nacional de pesca. En él citan los objetivos de “fortalecer la capacidad del país para gobernar y gestionar de manera sostenible las pesquerías; reducir la pesca ilegal, incrementar el valor y la rentabilidad generados por la explotación de los recursos pesqueros y acuáticos”. Los beneficiarios directos de este programa deberían ser los aproximadamente 206.000 pescadores marinos; además de 27.000 mujeres procesadoras de pescado y más de 3.000 piscicultores del lago Volta.

La gente no es consciente de lo grave del asunto, ya que la problemática pesquera ghanesa nos concierne a todos
Celia Ojeda Martínez, de Greenpeace

“Estoy convencido de que la pesca tradicional de las comunidades va a terminar desapareciendo. Dentro de 20 años no habrá peces en el Volta y nos vamos a tener que buscar la vida en la ciudad o en el extranjero. Mi comunidad depende al 100% de la pesca y, ahora mismo, hay familias que no pueden ni comer”, dice Nene Kissed III, un pescador retirado que tiene 11 hijos dedicados a la pesca en Ada Foah. “Me hubiera gustado que mis hijos no se dedicaran a la pesca y que hubieran tenido la oportunidad de salir a estudiar al extranjero, pero nos hace falta su ayuda para comer. Su madre y yo no tuvimos más remedio que enrolarlos en la barca a los 10 años y que empezaran a traer dinero a casa”, señala.

Nos afecta a todos

Desde Greenpeace llevan años denunciando a diferentes empresas chinas que están “trabajando ilegalmente en aguas ghanesas” y se benefician de la lentitud de los estamentos internacionales para resolver las denuncias como las de los pescadores del Volta. Dos de estas compañías de capital chino que trabajan en Ghana y que han sido señaladas por organizaciones como Greenpeace y los propios pescadores del lugar por sus prácticas de pesca, Shandong Ocean International y China National Fisheries Corporation, no han respondido a ninguno de los requerimientos de información de este periódico.

Celia Ojeda Martínez, responsable del área de biodiversidad y de la campaña de Océanos en Greenpeace España, especialista en leyes y gestión pesquera, insiste en que África necesita su propia proteína de pescado para su subsistencia, para lo que es necesario la pesca artesanal, que mantiene así un comercio digno y sostenible. “El problema viene con la desposesión marítima masiva que ha sufrido el continente a lo largo de las décadas. Desde los españoles entrando por el Atlántico Sur hasta los expolios que están sufriendo los ghaneses por parte de las flotas asiáticas. En estos momentos, China ha visto en África un lugar perfecto para abastecerse de materia prima”, asegura.

En su opinión, el problema “más grande” viene por los acuerdos bilaterales que llevan firmándose entre China y África desde hace aproximadamente seis años. “Se trata de acuerdos monetarios entre dos países sin ningún marco regulatorio, más que aquel que quieren adoptar los dos países en cuestión. En estos acuerdos, los pescadores artesanales son el último eslabón y no importan, absolutamente, a nadie. Ni a China, porque su único interés es seguir pescando en aguas africanas, ni a los gobiernos porque se benefician monetariamente del acuerdo alcanzado”.

En cuanto al caso específico de Ghana, la experta no es muy optimista. “A pesar de que la ministra ghanesa, Mavis Hawa Koomson, defiende la lucha contra la pesca ilegal como una de sus principales medidas en su programa ministerial, las flotas asiáticas van a seguir trabajando en sus aguas ya que los acuerdos entre los dos países son legales y camuflan las prácticas ilegales pesqueras de las flotas de los países extranjeros, como es el caso de China”, que afectan “de una manera muy grave a las pequeñas comunidades de pescadores”, asegura.

El pescador Peter Akpesis va un poco más allá y habla de “corrupción” y “permisividad” frente a las grandes embarcaciones chinas. Dice que no entiende por qué las promesas del Gobierno de luchar contra la pesca ilegal no se han aplicado con contundencia hasta el momento y, por el contrario, observa cada vez más barcos chinos en las costas ghanesas. En su opinión, hay “intereses económicos que pesan más” que romper el ciclo de miseria de la población, que aviva el trabajo infantil y el deterioro educativo y lastra las posibilidades del país de salir adelante.

“La gente no es consciente de lo grave del asunto, ya que la problemática pesquera ghanesa nos concierne a todos”, advierte Ojeda Martínez. “China tiene una de las flotas pesqueras más importantes del planeta. Actualmente tiene toda su flota distribuida por todo el mundo y España no es una excepción. El problema es que necesitamos más de una organización que intente frenar esa permisividad mundial al gigante asiático. Mientras esto no pare, asistiremos a un expolio a escala mundial de las grandes flotas de las potencias mundiales”.

Estoy convencido de que la pesca tradicional de las comunidades va a terminar desapareciendo. Dentro de 20 años no habrá peces en el Volta y nos vamos a tener que buscar la vida en la ciudad o en el extranjero
Nene Kissed III, pescador retirado

El círculo de la pobreza y la explotación laboral infantil

Una de las consecuencias de la situación de pobreza de la población ghanesa que se dedica a la pesca artesanal es que contribuye al trabajo infantil. Los números son difíciles de obtener, pero la Organización Internacional del Trabajo (OIT), citando fuentes del gobierno de Ghana, estimó que había 20.000 niños dedicados a las tareas pesqueras en el lago Volta y 50.000 en todo el país. A pesar de que la unidad contra el tráfico de seres humanos del Estado ghanés intenta luchar contra esta lacra desde hace años, en las inmediaciones del Volta se sigue moviendo un negocio que implica a miles de familias. “Los hombres forman la flota del barco, las mujeres limpian y venden el pescado y los niños, o bien ayudan a las madres o bien entran en el agua a trabajar”, explica Nene Kissed III.

Uno de estos niños es Kessah Amevor, de 11 años y residente en Ada Foah. A las cinco y media de la madrugada, la madre de Amevor espera en la orilla de Maranatha Beach a que su hijo llegue de la jornada de trabajo nocturna. Junto a ella está la cesta de metal en la que almacenará la mercancía que pueda adquirir hoy para luego venderla. Una vez concluidos los trabajos de atraque del Believe, comienza la subasta del género sobre la arena de la playa. El propio Amevor se encarga de llenar la canasta de su madre con el pescado del día, cuyo valor asciende a dos euros. Inmediatamente, madre e hijo recogen sus pertenencias y ponen rumbo a su casa. A las ocho empiezan las clases y el niño necesita el uniforme del colegio. La madre, por su parte, está a punto de iniciar una nueva jornada en el mercado del pescado.

Por desgracia, casos como el de Amevor no son aislados. Muchos niños en Ada Foah trabajan noche tras noche como pescadores y acuden a clase para poder cumplir con sus estudios básicos. Las grandes necesidades económicas de las familias hacen que el absentismo escolar en edades tempranas se haya convertido en una de las grandes lacras de la educación en Ghana.

Las grandes necesidades económicas de las familias hacen que el absentismo escolar en edades tempranas se haya convertido en una de las grandes lacras de la educación en Ghana

“Tengo una niña y un niño. El pequeño, Joseph, va al colegio por decisión propia y trabaja de pescador para poder pagarse sus estudios. La mayor, Nana, de 14 años, trabaja ahumando el pescado en las tinajas que tenemos en propiedad la familia”, explica Otuku, su madre, que resume en sus palabras la situación de cientos de familia del lago Volta. “Ellos saben que la obligación es trabajar, ya que si no, no podemos comer en casa. Cuando sean mayores de edad que decidan qué quieren hacer, pero por ahora no queda otra que trabajar y aportar dinero en casa. Y mientras los chinos nos dejen, lo harán pescando en la barca de su padre”.

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