La guerra de Ucrania relega aún más las crisis olvidadas
El llamamiento de fondos de la ONU para atender la emergencia humanitaria en el país en conflicto está financiado en más del 80% para este año. La petición para Afganistán apenas ha logrado un 38% de lo solicitado, Yemen un 27% y Sudán un 20%, advierte un informe de MSF y el IECAH
“La guerra en Ucrania es el asunto que acapara la atención mundial (...), mientras el resto de las asignaturas pendientes de la agenda, arrastradas durante años, se diluyen en una niebla que las hace cada vez más invisibles y en la que paradójicamente brillan la falta de voluntad y la inacción para hacerles frente de manera resolutiva”. Así arranca el informe La acción humanitaria en 2021-2022: más allá de la guerra de Ucrania, presentado este miércoles por el Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH) y Médicos Sin Fronteras (MSF).
“El 24 de febrero, con la invasión rusa de Ucrania, este conflicto empezó a nublarlo todo, absorbiendo casi toda la atención y contaminando las agendas, tanto la de seguridad —con un incremento brutal en el gasto en defensa y una apuesta acelerada por la securitización— como la humanitaria”, ha afirmado Jesús A. Núñez, codirector de IECAH, en la presentación del documento. “Y no solo es Ucrania”, ha añadido Aitor Zabalgogeazkoa, responsable de la Unidad de Emergencias de MSF España. “Es genial la solidaridad que ha mostrado la sociedad europea para con los ucranianos —que no solo se explica por el efecto mediático o los factores geopolíticos, sino también por la percepción de proximidad geográfica, cultural y socioeconómica. Pero gobiernos y organizaciones internacionales tienen la obligación de tratar a todo el mundo por igual, priorizando los principios de imparcialidad e independencia en la acción humanitaria para llegar a las personas en situación de mayor necesidad. Y eso no está pasando”, ha desarrollado.
A pesar del continuo incremento de las necesidades humanitarias, esta financiación solo ha aumentado un 2,6% entre los años 2018 y 2021Francisco Rey, codirector de IECAH
Los diferentes niveles de cobertura de las crisis, expone el informe, reflejan una atención muy desigual entre las crisis “ruidosas” como la de Ucrania, y las “olvidadas”, como las de Afganistán, Siria, Yemen o los Territorios Palestinos Ocupados. Mientras que algunos contextos atraen la atención de los medios de comunicación y de los donantes, otros son ignorados o pronto se olvidan. Este efecto mediático influye, junto con las prioridades geopolíticas, a destinar la ayuda en una u otra dirección, más que el número de personas afectadas por los conflictos o sus niveles de mortalidad, continúa el documento. “Nuestro deber de cuidado hacia el pueblo de Ucrania no debe realizarse a expensas del apoyo y la protección adecuados para las personas que sufren otras crisis”, ha afianzado Francisco Rey, también codirector de IECAH, en la presentación. “Los dobles raseros aplicados a numerosas situaciones de crisis a las que apenas se responde”, ha confirmado, “ponen en cuestión, de modo real, algunos de los principios y valores en los que se ha basado la acción humanitaria desde sus orígenes”.
“El llamamiento de la ONU para Ucrania está financiado en más del 80% para este año. En comparación, el plan de respuesta de la ONU para Afganistán está financiado en un 38%, el de Yemen en un 27% y el de Sudán en un 20%”, ha detallado Rey. La ayuda a Ucrania no está siendo adicional a la financiación actual, a lo que hay que añadir que, mientras que a los refugiados y refugiadas ucranianas se les ha concedido acceso temporal y protección en los países europeos, se han negado los mismos derechos a las víctimas de otras crisis.
Más necesidades, menos ayuda humanitaria
La financiación humanitaria internacional en 2021 ascendió a 31.300 millones de dólares. El informe destaca que, a pesar del continuo incremento de las necesidades humanitarias, esta financiación solo ha aumentado un 2,6% entre los años 2018 y 2021. Además, de todos los fondos solicitados por Naciones Unidas en 2021 para atender las consecuencias de las emergencias, apenas se cubrieron un 56%, lo cual supone el segundo peor porcentaje jamás registrado. “Cuantitativamente, es cierto que los fondos aumentaron levemente, pero no en la misma proporción que las solicitudes de aportaciones. La brecha entre necesidades y recursos sigue agrandándose, dejando a cada vez más poblaciones sin la asistencia y protección adecuadas”, ha explicado Rey.
De todos los fondos solicitados por Naciones Unidas en 2021 para atender las consecuencias de las crisis, apenas se cubrieron un 56%
Otro dato a destacar es el que refleja que apenas 20 países donantes proporcionaron el 97% de toda la financiación humanitaria internacional pública, sin que entren nuevos donantes a esta lista y siendo los países del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la OCDE, con el Reino Unido y Estados Unidos a la cabeza, los principales. Por otro lado, en 2021, cuando todavía no había comenzado la crisis en Ucrania, los diez principales receptores de ayuda absorbieron el 60% del total de los fondos asignados a países. Fueron Yemen, Siria, Afganistán y Etiopía.
En el caso de España, en 2021, la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) neta ascendió a 3.072 millones de euros, lo que supone un aumento del 18% respecto al año anterior y la sitúa en un 0,25% del PIB, todavía a años luz del 0,7% al que se ha comprometido España con la nueva Ley de Cooperación para el Desarrollo Sostenible y la Solidaridad Global. Además, el peso de la ayuda humanitaria respecto a la AOD se situó en el 3,5%, un porcentaje inferior a lo establecido en las recomendaciones a nivel internacional del 10%. Sin embargo, la reciente aprobación de la mencionada ley sí incluye alcanzar en 2030 el 0,7% del PIB para la AOD y, que de ese 0,7%, el 10% como mínimo se destine a acción humanitaria.
Inundaciones y sequías
Zabalgogeazkoa, de MSF, ha querido recordar, además de las inundaciones en Pakistán y la sequía en el Sahel, dos grandes crisis olvidadas: las de Cabo Delgado, en Mozambique, y Tigray, en Etiopía. Recientemente, se han cumplido cinco años desde el inicio del conflicto en Cabo Delgado, cuya escalada en los dos últimos ha sido vertiginosa. “Se calcula que ya hay alrededor de un millón de personas desplazadas y que más de 4.000 han perdido la vida”, ha detallado.
También ha explicado que en Tigray, Etiopía, los equipos de MSF desplegados desde finales de 2020, fueron testigos de los niveles de violencia extremos que sufren sus habitantes y de cómo los ataques indiscriminados contra personas indefensas se convirtieron en una práctica habitual. “Numerosos hospitales y centros de salud fueron saqueados, vandalizados y destruidos en una serie de ataques deliberados y generalizados con el objetivo de dejar a la misión médica fuera de funcionamiento”. Como resultado de todo ello, en apenas dos años, miles de civiles han sido asesinados y tres millones de personas han sido desplazadas; 1,8 dentro de la propia región de Tigray. “36 trabajadores humanitarios han muerto en el ejercicio de su trabajo o directamente han sido asesinados en Etiopía desde noviembre de 2020, lo que lo convierte en el país más peligroso del mundo para prestar ayuda”, ha denunciado Zabalgogeazkoa.
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