Maternidades en tránsito, redes de cuidados en movimiento
Las expertas en el acompañamiento a mujeres migrantes de África subsahariana y Centroamérica reclaman herramientas legales efectivas para atender las nuevas tendencias de desplazamiento ante la creciente violencia de las fronteras
Las caravanas migrantes que se lanzaron a atravesar Centroamérica rumbo a Estados Unidos a partir de 2018 dibujaron un rostro cada vez más femenino de la migración. “Ahora las caravanas han dado un paso más y están llenas de familias que atraviesan juntas las fronteras”, asegura la mexicana Mariana Zaragoza, investigadora de la Universidad de Deusto, tras dos décadas acompañando a personas en tránsito por México.
“Estas maternidades en movimiento superan la lógica occidental de familia y de maternidad: muchas son mujeres que acompañan y cuidan a los hijos e hijas de otras durante todo este proceso migratorio”, remarca ante unas leyes que criminalizan estas prácticas desde la óptica del tráfico ilegal de personas. “Ante fronteras cada vez más violentas, las mujeres han creado redes de apoyo, de cuidado, cada vez más sólidas, también entre ellas”, matiza consciente de la complejidad legal que plantean todas estas situaciones.
Una realidad cada vez más cuantificable también en las rutas migratorias procedentes de África subsahariana. El número de menores de edad llegados a España en patera a través del Mediterráneo y de las rutas del Atlántico se han multiplicado por nueve en los últimos seis años. Ha pasado de 107 niños y adolescentes llegados en 2016 a 986 en 2021, de los cuales dos tercios son niñas, según los datos con los que trabaja el Programa Ödos en apoyo a los niños que alcanzan las costas españolas en patera.
Las redes de cuidado ante la violencia del camino
“Muchos de estos menores de edad viajan acompañados por mujeres en un sentido también amplio de familia. Son vecinas o conocidas con el compromiso de entregarles en destino a otros familiares, también en sentido amplio”, explica la abogada experta en migraciones Cristina Manzanedo, y miembro del proyecto Ödos, que acoge a más de 400 mujeres y menores en su centro de Montilla, Córdoba, a la espera de regularizar su situación.
En los procesos migratorios las mujeres nos vamos despojando de nuestros derechos y, a la vez, vamos construyendo nuevas redes de protecciónMariana Zaragoza
“Las políticas españolas de acogida nunca han sido sensibles a estas realidades africanas y menos de estas mujeres, niñas, que viajan acompañadas y a las que se les mira solo como víctimas o victimarias de las redes de trata”, denuncia.
Esta semana, Mariana Zaragoza y Cristina Manzanedo compartieron sus miradas y experiencias en Bilbao de la mano de la ONGD Alboan en su búsqueda de espacios en los que se amplíe el conocimiento sobre la relación entre migración y género junto a expertas y activistas de Congo, Afganistán y Guatemala.
Alboan comenzó a trabajar en 2019 con mujeres de ocho países de África subsahariana bajo el concepto Mujeres en Marcha, en busca de atender mejor sus demandas. Arrancaron con un proceso de escucha activa a más de 154 participantes de sus programas en diferentes contextos de tránsito, desplazamiento forzoso, guerra o persecución. Ahora teje ya una red de trabajo con más de 6.400 mujeres de 12 países africanos, a las que atienden sus demandas de atención médica y psicosocial, apoyo educativo para sus hijos y formación profesional.
Y también crean espacios de diálogo como el organizado el pasado martes, 8 de noviembre, en su sede de Bilbao.
La espiral de violencia de las mujeres migrantes
“En los procesos migratorios, nosotras nos vamos despojando de nuestros derechos y, a la vez, vamos construyendo nuevas redes de protección”, remarca Zaragoza sobre el contexto migratorio centroamericano, cada vez más violento. “En México ya no basta con estar muerto, ahora se comercializa también con los cuerpos y esto obliga a que las mujeres busquen la manera de pasar lo más invisibles posible cada frontera”.
Las mujeres de Congo no vienen a Europa dispuestas a pisotear las normas, vienen huyendo de una guerra con el respaldo de las élites económicas europeasCaddy Adzuba
La abogada, activista y periodista congoleña Caddy Adzuba, premio Príncipe de Asturias a la Concordia 2015, habla también de esa estrategia de pasar desapercibidas de las mujeres de su país durante todo su desplazamiento forzado en huida de una muerte segura en las zonas donde se vive una guerra por el control de los recursos mineros. “Las mujeres de Congo solo hablan de las violencias que les obligaron a partir, no de las que sufren de manera constante en el camino”, reflexiona. Sufren, dice, una espiral de violencia que persigue a las migrantes por el hecho de ser mujeres durante todo su tránsito.
Realidades invisibles para la legislación
Adzuba exige para ellas mecanismos de protección que les libere de estos nuevos abusos. “Todo este sufrimiento invisibilizado es además para que en Europa viváis mejor, tengáis teléfonos inteligentes y mantengáis esta calidad de vida”, insiste, una y otra vez, para romper el relato del migrante económico. “No vienen a Europa dispuestas a pisotear las normas; vienen huyendo de una guerra con el respaldo de las élites económicas europeas y con una gran capacidad de resistencia generada por el camino”, sentencia.
Para la coordinadora del Grupo de Estudios Africanos e Internacionales (GAE-GERI), Itziar Ruiz Giménez, en la falta de conocimiento de todas estas realidades también hay un aspecto interesado: “Las políticas migratorias se justifican ante una mirada simplista de la mujer migrante como víctima de redes de trata y que se mueve por motivos económicos”. Ante las realidades descritas, Ruiz Giménez cierra el encuentro destacando la necesidad de impulsar movimientos que acompañen a las mujeres en tránsito hacia espacios seguros reales, atendiendo a las redes que van tejiendo, sean o no con vínculos de sangre, visibles o invisibles, y siempre libres de nuevas violencias.
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