_
_
_
_
_

La cooperación y el día de la marmota

Reflexiones de un pediatra sobre lo que significa ir a trabajar como médico a un país africano como Etiopía y cómo lo vive la población local

Cooperacion
Vista de la montaña Entoto, en Etiopía.Arne Hoel (Banco Mundial)

Nota a los lectores: EL PAÍS ofrece en abierto la sección Planeta Futuro por su aportación informativa diaria y global sobre la Agenda 2030, la erradicación de la pobreza y la desigualdad, y el progreso de los países en desarrollo. Si quieres apoyar nuestro periodismo, suscríbete aquí.

Poco se habla del síndrome del día de la marmota en cooperación, quizá porque quienes más lo sufren son los locales y no los cooperantes. Hace más de ocho años que pisé por primera vez Etiopía, no soy el mismo que llegó: en este tiempo me he equivocado, he cometido errores. Para no tropezar dos veces con la misma piedra, he preguntado, leído, analizado, escuchado. Espero estar aprendiendo, aunque confieso que si sigo tropezando con piedras en el camino, al menos, que no sea siempre la misma. Ahora ya no escondería medicamentos caducados entre la ropa al fondo de la maleta para pasar el control del aeropuerto.

Más información
Doce historias desde la primera línea del trabajo humanitario
África narrada por españoles que han vivido allí décadas
¿Qué es para mí cooperar?

Sin embargo, muchas veces he tenido la sensación de estar atrapado en el tiempo viviendo el mismo día: ¿habéis visto la película Groundhog Day (Atrapado en el tiempo, en España)? Como Bill Murray en ella, he tenido la sensación de revivir cada día la misma escena. La llegada, las expectativas, los prejuicios, los pensamientos salvadores… Los cooperantes cambian, quienes no lo hacen son las personas locales, que permanecen atrapadas en el tiempo.

Esta es la sensación que tienen las personas locales ante las rotaciones de cooperantes de corta estancia. Un volver a empezar continuo, situaciones repetidas. El voluntario crece, aprende y al regreso no es el mismo. Las comunidades se quedan esperando al siguiente voluntario y vivirán la misma historia una vez más.

Llega el calor, se ha acabado el estado de alarma, queremos sentirnos útiles y buscamos un viaje de cooperación. Se puede presentar ante nosotros a través de las siguientes preguntas: “¿Te sientes deprimido? ¿Quieres encontrarte a ti mismo? ¿Quieres sentirte útil? ¿Buscas la experiencia de tu vida?”. Los preparativos: ¿Y qué ropa me llevo para ir a África de cooperación? Yo asociaba al continente africano con el calor, lo que significa cargar la maleta con pantalones cortos, tirantes, chanclas y un chaleco de bolsillo, en plan aventurero porque, claro, a África me voy de aventura.

La respuesta es que depende del lugar, no es lo mismo ir en agosto a Kolda ―ubicado en el interior de Senegal y a nivel del mar, donde la temperatura máxima se acercará a los 40ºC y la mínima no bajará de los 25ºC― que a Sura, al sur de Etiopía a más de 3.000 metros de altura con una máxima que no alcanza los 20ºC y una mínima por debajo de los 10ºC, donde es imprescindible un abrigo. Incluso yendo a Etiopía no es lo mismo estar en el Danakil, por debajo del nivel del mar, uno de los puntos más cálidos del planeta, que en el monte Batu a 4.300 metros de altura.

Por otra parte, si voy a trabajar tendré que ir con ropa de trabajo. En mi equipaje ya os adelanto que me faltaban camisas, pantalones de vestir, zapatos e incluso alguna americana para las reuniones, por el contrario me sobraban gorros y pantalones cortos. Aquí os dejo, desde mi experiencia, algunas reflexiones si os asalta o se os presenta alguna de estas oportunidades de voluntariado:

10 cosas que el voluntariado no es:

  1. Un curso de idiomas.
  2. Un campamento de verano.
  3. Un centro de terapia para encontrarte a ti mismo.
  4. El lugar para mejorar tu estado anímico.
  5. Una catapulta para influencers (personajes influyentes en las redes sociales).
  6. Unas vacaciones baratas.
  7. Un lugar para solucionar tus problemas personales.
  8. Un centro de autoayuda.
  9. Un campo de experimentación de tus habilidades médicas, sociales, lingüísticas.
  10. Un lugar para ampliar la experiencia en tu currículo profesional.

Y he aquí 10 consejos que hubiese agradecido antes de realizar voluntariado:

  1. Ir sin capa de superhéroe.
  2. No utilizar el voluntariado como una huida.
  3. Controlar las fotografías.
  4. Evitar el postureo.
  5. Evitar prejuicios.
  6. No llevar medicamentos caducados.
  7. Convalidar siempre los títulos.
  8. Para mí es la experiencia de mi vida, pero para ellos es el día a día.
  9. Mi actuación durante unos meses seguramente no provocará ningún cambio inmediato.
  10. No tengo que querer cambiar todo lo que no me gusta.

10 cosas que me encontré en África y no me explicaron antes:

  1. Riqueza.
  2. Smartphones de última generación.
  3. Rascacielos.
  4. Prestigiosas universidades en las que se gradúan cada año profesionales con una formación excelente.
  5. Restaurantes de lujo.
  6. ONG locales que promueven el desarrollo.
  7. Movimientos feministas liderados por mujeres etíopes.
  8. Realidades diversas más allá de los tópicos.
  9. Trabajar en un país de África exige la misma calidad, profesionalidad que hacerlo en uno de Europa.
  10. Hospitales con tecnología puntera.

Cooperar en Etiopía como en Noruega

“¡Hola! Soy médico, vengo de cooperación a ayudar en lo que haga falta. Puedo visitar niños, adultos, mujeres embarazadas, atender partos, puedo ayudar a limpiar, a cocinar... ¡A lo que sea!”. Así me presenté ante el director de un hospital en Etiopía. Imagino que no te sorprende mi carta de presentación con la voluntad de ayudar en cuanto haga falta sin acreditar formación, ya se sabe que en África la buena voluntad es suficiente.

Pero ahora imaginaos que, en lugar de llegar a Etiopía, llego a Noruega y me presento al director del hospital nórdico:

―¡Hola! Soy médico, vengo de cooperación a ayudar en lo que haga falta. Puedo visitar niños, adultos, mujeres embarazadas, atender partos, puedo ayudar a limpiar, a cocinar... ¡A lo que sea!

¿Qué les parecería? De entrada, ni se me pasaría por la cabeza presentarme en el hospital nórdico sin el título homologado, pero pensamos que en Etiopía no es necesario. Además, tampoco me presentaría en el hospital europeo como cooperante, sino como médico. ¿Entonces, me pregunto, por qué si voy a un país como Etiopía soy cooperante? ¿Quiere decir que estoy etiquetando y calificando de inferior al país?

Expatriados o inmigrantes

Otra palabra que me llamó la atención es que en Etiopía era un expatriado. Pero en cambio, si un etíope viene a trabajar a España: ¿le llamamos también expatriado o quizá inmigrante? Después de este viaje entendí que la pobreza no estaba en África sino en mi mirada hacia ella. Entendí también que los estereotipos nos separan y nos dividen, que vivimos en un mundo lleno de fronteras, pero la más peligrosa no es el mar o la valla, sino nosotros mismos, nuestros prejuicios.

He aprendido que no todo vale, ni tampoco de cualquier manera. La buena intención no es suficiente. Es necesario que lo haga sin paternalismos, con humildad, con respeto, profesionalidad y excelencia. Todo esto lo he podido hacer por ser blanco en Europa e irme a África. ¿Qué hubiese sucedido si soy negro en África y me voy a Europa? Deberíamos actuar como una persona que viaja de un continente a otro.

El privilegio de cooperar

“Quiero ir a ayudar y me han dicho que no”. Esta es una de las frases que más habitualmente me encuentro. La buena intención es necesaria e importante, pero no es suficiente. Ser cooperante es una profesión, exige una formación y experiencia, disponer de unos conocimientos específicos en campos profesionales. También es necesario un conocimiento previo del país que nos va a acoger, de su contexto cultural, social y económico. Existen formaciones de máster, posgrado, cursos y distintas entidades que te pueden asesorar. Cooperar es un privilegio.

La historia desde el otro lado

Desde un lado, me habían hablado en abundancia de los aspectos más negativos, de la pobreza, conflictos, enfermedades y otras miserias; que existen, pero igual que existen también estos aspectos más positivos que se habían ignorado por completo.

Al vivir en Etiopía, he visto y he escuchado la otra historia, que en realidad no debería ser la otra sino una más, ya que al fin y al cabo la historia se debe escribir con muchas voces, opiniones, perspectivas; y no tan solo con una. Les invito a abrir la mirada y dejar en casa la mochila de los prejuicios, a derribar las fronteras.

Iñaki Alegría es pediatra coordinador del programa de salud materno-infantil y emergencias en el Hospital General Rural de Gambo, Etiopía.

Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter, Facebook e Instagram, y suscribirte aquí a nuestra ‘newsletter’.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_