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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Doscientos años deberían ser suficientes

La desigualdad, ese azote silencioso compartido por muchos países de la región, sigue siendo un asunto que debería ser prioritario en la agenda política de El Salvador

El Salvador
Un migrante salvadoreño que fue deportado de EE. UU. carga a su hija al salir del Centro de Atención Integral al Migrante en San Salvador.JOSE CABEZAS (Reuters)

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Un tiempo diez veces más largo que el que cantaba el tango sigue sin ser nada para Vilma. A pesar de la relevancia de los dos siglos de independencia de El Salvador que se cumplen este año, ella tiene aún poco que celebrar.

Los recuerdos de la guerra y sueños de un futuro son los que han acompañado durante sus 38 años de edad a Vilma, una joven de la comunidad Santa Marta, en el departamento de Cabañas. “En este país hay muy poca gente que tiene todos los recursos para lograr una vida digna. La mayoría no tiene ni tan siquiera techo o comida y no puede hacer realidad su sueño de vida”, asevera.

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En las últimas décadas, el país se ha colocado, como muchos otros en la región de América Latina, entre los de ingreso medio, pero todavía arrastra brechas considerables pendientes de resolver. Los Acuerdos de Paz, tras la cruenta guerra civil, marcaron una senda de democracia y progreso que la realidad política, económica y social no ha conseguido seguir adecuadamente. La desigualdad, por tanto, ese azote silencioso compartido por muchos países de la región, sigue siendo un asunto que debería ser prioritario en la agenda política.

Así lo revela el reciente informe de Oxfam Ni un paso atrás que nos muestra cómo los avances en los últimos años, del 2015 al 2019, que es el período cubierto, no han conseguido eliminar las brechas en distintos ámbitos de desarrollo, del bienestar, de la vida. Así, en el campo de la salud, en los últimos años el 20% más rico ha mantenido su nivel de morbilidad, de personas que enferman; mientras el 20% más pobre lo ha aumentado en casi cinco puntos. Las mujeres pierden hasta 9.6 años de vida potencial más debido a enfermedades no transmisibles que los hombres.

En educación, el 84% de los centros privados tienen acceso a internet mientras solamente el 28% de los centros escolares públicos cuenta con este servicio. En ese tiempo, la concentración de la riqueza siguió avanzando y el número de millonarios aumentó de 100 a 110; eso significa dos nuevos ultrarricos por año. Para 2019, este grupo acumulaba un total de 8.900 millones de dólares (7.350 millones de euros), pero solo la persona más rica de todas ellas poseía 5.300 (4.375 millones de euros). En cualquier caso, es muy significativo que 110 personas acumulen más que todo el Presupuesto General de la Nación 2021, el cual asciende a 7.400 millones de dólares (6.110 millones de euros).

El contexto actual, además, es extremadamente retador lo que amenaza con hacer crecer dichas brechas. La pandemia ha impactado fuertemente a la región y al país, tanto en el ámbito sanitario como en el económico y social. Por eso hay que conseguir un acceso universal y accesible a las vacunas en todas las regiones del mundo. Si bien el mecanismo de Covax es un paso en la dirección correcta, es claramente insuficiente para conseguir hacer llegar las vacunas en tiempo y forma a todos los países del mundo.

Es, por tanto, el momento de avanzar hacia un pacto de reconstrucción inclusiva, un nuevo pacto social que debería contar con el concurso de distintos actores en el país

Para el caso de América Latina, solo 10 países podrían acceder gratuitamente a la vacuna por este mecanismo mientras que 27 tendría que hacer desembolsos importantes en un contexto de gran tensión fiscal por la caída de ingresos y el crecimiento de las necesidades de gasto público que ha traído la pandemia. Esto traerá más deuda y posibles ajustes fiscales con consecuencias sociales desastrosas. Un país que ha sido azotado por la violencia, con una la tasa de homicidios en 2019 que, a pesar de haber disminuido, todavía era seis veces superior a la media mundial.

Es, por tanto, el momento de avanzar hacia un pacto de reconstrucción inclusiva, un nuevo pacto social como propone el mencionado informe, que debería contar con el concurso de distintos actores en el país: administración pública, poder legislativo, sector privado, sociedad civil, academia, etcétera. Asimismo, la comunidad internacional, incluyendo España y, en general, la Unión Europea debería apoyar la construcción colectiva de este pacto.

Esta agenda amplia incluye medidas hacia una economía más humana, mayor justicia fiscal, una protección social universal, una nueva cultura de paz y seguridad ciudadana, mayor participación política y transparencia y para hacer frente al cambio climático. Este nuevo contrato social conseguiría que la mayoría de la población garantice sus derechos y goce los beneficios del desarrollo, de la democracia, de la independencia. Recordemos que ahora apenas una de cada 10 personas asegura sentirse satisfecha con la democracia del país.

En resumen, es necesario un nuevo pacto social para que muchas personas como Vilma, sientan que su voz, sus derechos sí cuentan. Acaso sea ahora el tiempo de convencernos de que el camino correcto es apostar en serio por la igualdad. Doscientos años deberían ser suficientes. No podemos dar ni un paso atrás.

Ana Iris Martínez es responsable de oficina de Oxfam El Salvador y Carlos Botella es coordinador para América Latina - Oxfam Intermón.

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