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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

“La escuela está cerrada, pero ¡el aprendizaje no!”

Con demasiada frecuencia, incluso más cerca de lo que pensamos, la educación está en manos de la solidaridad de personas y organizaciones, en vez de estar garantizada por aquellos que tienen la obligación: los gobiernos

Es una niña desplazada de Níger asiste a clase durante la pandemia.
Es una niña desplazada de Níger asiste a clase durante la pandemia.Educo

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Pasan los años, pactamos agendas, cambian gobiernos, pero los retos siguen siendo los mismos. La infancia sigue sin ser una prioridad, con lo que esto supone: las niñas, niños y adolescentes son ciudadanos de pleno derecho, aunque de facto, no los consideramos como tales. A menudo olvidamos preguntarles en aquello que les concierne —que es mucho―, y casi siempre, pasamos por alto su opinión. Pero todos sabemos que es difícil, y la vez importante, saber formarse una opinión. Una opinión informada, fomentada en el sentido crítico, es una que se tendrá en cuenta más fácilmente. Y ese entrenamiento del sentido crítico, esa capacidad dialéctica, se conforma en gran medida gracias a la educación.

Por eso es importante. Porque la educación es un derecho habilitador de muchos otros, y entre ellos, a participar y a ser escuchado, recogido en la Convención sobre los Derechos de la Niñez. Durante el confinamiento, desde Educo impulsamos una encuesta en el que participaron los niños, niñas y adolescentes con los que trabajamos. Queríamos saber cómo estaban, se sentían, qué querían y qué esperaban del futuro, para ellos y para sus familias. Nos dijeron que querían volver a la escuela, que echaban de menos a sus maestros, a sus compañeros, que querían seguir aprendiendo: “La escuela está cerrada, pero ¡el aprendizaje no!”, dijo contundente un niño de Bangladés que participó en la encuesta. Pero para que esto sea posible, para que el aprendizaje no pare, debemos identificar ahora cuáles son los retos en educación en la era de la covid.

Los retos post covid-19 en educación

Esta pandemia nos está dejando muchas lecciones. Casi todas dolorosas y algunas sorprendentes. Nunca antes habíamos tenido tan clara la importancia de una vacuna. Y nunca antes nuestros hijos habían comprendido con tanta profundidad la importancia de poder ir a la escuela, lo que significa poder aprender y estar con sus amigos en el colegio.

Mientras esperamos que la vacuna suponga el control de la pandemia y nos permita llegar a esa ansiada nueva normalidad, sabemos que hay cosas contra las que todavía deberemos seguir luchando y sobre las que es importante que no nos inmunicemos.

Vemos preocupados como la covid-19 incrementa las desigualdades educativas, especialmente entre los niños, niñas y adolescentes más vulnerables

Hablo de seguir trabajando para garantizar el acceso a la educación, que recordemos que es un derecho y no un servicio, y por tanto es obligación de los gobiernos garantizarla. Como tal, se incluyó en la Agenda 2030, abogando por una educación inclusiva y de calidad. Pero en nuestro trabajo diario en Bolivia, Filipinas, Níger, Burkina Fasso, Guatemala y España vemos preocupados como la covid-19 incrementa las desigualdades educativas, especialmente entre los niños, niñas y adolescentes más vulnerables. Y ya sabemos que cuando se trata de educación, las consecuencias a las que nos enfrentamos tienen un impacto no solo en los que la sufren directamente, sino en toda la sociedad.

Es importante que cuando las escuelas vuelvan a abrir no haya mesas vacías. Las niñas y niños nos han dicho que están deseando volver. Para ver a sus amigos y profesores, para aprender, para divertirse. Pero en algunos países en los que trabajamos estamos viendo que en la reapertura de los colegios faltan alumnos: algunos han tenido que ponerse a trabajar por la situación económica de sus familias, para otros, la falta de acceso a herramientas online durante el confinamiento ha supuesto descolgarse definitivamente del proceso educativo. El abandono escolar es un reto que debemos afrontar. En España la tasa de abandono escolar del 17,3 % sigue siendo la más alta de la UE, y aunque ha ido reduciéndose desde el 2006, debemos seguir trabajando para alcanzar la media europea del 10%.

En España la tasa de abandono escolar del 17,3 % sigue siendo la más alta de la UE

Y también, porque en algunos países estar en la escuela significa no estar trabajando en una mina, como empleada del hogar o no correr el riesgo de un embarazo adolescente. Debemos asegurar una educación accesible para que las familias no deban escoger mandar a sus hijos e hijas al colegio o ponerlos a trabajar.

El ODS 4 nos conmina a todos y todas a conseguir una educación equitativa, inclusiva y de calidad. Y cuando hablamos de calidad del aprendizaje hablamos de poner los medios y herramientas para la adquisición de conocimientos básicos al alcance de todas y todos. De tener profesorado bien formado y pagado dignamente, y de dar acceso a las herramientas necesarias para ese aprendizaje. Y aquí el muro de la vulnerabilidad se ha hecho más alto a causa de la pandemia. El acceso a Internet o un ordenador, o a un dispositivo móvil, ha pasado de ser una reivindicación de nuestros hijos que veíamos con recelo y tratábamos de racionar, a una necesidad para poder seguir conectadas a la escuela, a los compañeros y a los profesores.

Para muchos niños que viven en situaciones de vulnerabilidad, estar conectados es una necesidad si quieren seguir estudiando. Como nos explicaba Julia, que vive en una zona rural de Guatemala sin acceso a Internet ni ordenador, durante la pandemia solo podía contactar con sus maestros de vez en cuando por WhatsApp. Cerrar las escuelas debe ser el último recurso y, mientras las aulas estén cerradas, facilitar acceso a herramientas de aprendizaje en remoto ―ordenadores, tablets, teléfonos móviles, pero también radios, como en Burkina Fasso― debe ser una prioridad si queremos seguir trabajando para que las niñas, los niños y adolescentes aprendan.

Si antes de la pandemia ya sabíamos que teníamos un grave problema de equidad en el acceso a la educación, mucho más acentuado cuando se trata de las niñas, o de niños con diversidad funcional; ahora, tras meses en sus casas, debemos asegurar que cuando las escuelas reabran, vuelvan a sus pupitres y puedan seguir estudiando para alcanzar todo su potencial. Solo poniendo el foco en los que más lo necesitan podremos avanzar hacia una sociedad en la que todos tienen acceso a las mismas oportunidades.

Ya lo hemos dicho: la educación es un derecho, que además contribuye a la dignidad humana. Y con demasiada frecuencia, incluso más cerca de lo que pensamos, está en manos de la solidaridad de personas y organizaciones, en vez de estar garantizada por aquellos que tienen la obligación de hacerlo: los gobiernos. Para quienes las niñas, niños y adolescentes, siguen siendo invisibles.

Guiomar Todó es directora general adjunta de Educo.

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