La meta 4.7 o cómo enseñar desarrollo sostenible
España debería aplicar cuanto antes un currículo educativo acorde al compromiso de la Agenda 2030
La pandemia por covid-19 acapara gran parte de la atención y los recursos sanitarios disponibles. Sin embargo, no es la única crisis sanitaria mundial que estamos atravesando. Los organismos internacionales señalan que más de cinco millones de niños y niñas mueren cada año antes de cumplir los cinco años y alertan que el sida es ahora la principal causa de muerte entre adolescentes (de 10 a 19 años) en África y la segunda en todo el mundo.
Y es precisamente en estos momentos, en que se pone de relieve la crisis sanitaria, cuando es fundamental recordar que esta falta de salud y bienestar a la que está sometida la amplísima mayoría de la población mundial responde en realidad a una crisis sistémica, y que para atenderla y revertirla contamos con una clara hoja de ruta, la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, que el pasado viernes 25 de septiembre cumplió cinco años desde su aprobación por los Estados miembros de las Naciones Unidas. Con sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, nos muestra que tenemos, al menos, 17 crisis abiertas sobre 17 ámbitos fundamentales que cuestionan el actual modelo de desarrollo.
En 2016, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) señaló que el 75 % de todas las enfermedades infecciosas nuevas en humanos son zoonóticas, y que dichas enfermedades están estrechamente relacionadas con la salud de los ecosistemas. “Con la covid-19, el planeta ha enviado su mayor alerta hasta la fecha indicando que la humanidad debe cambiar”, ha explicado la Directora Ejecutiva del organismo, Inger Andersen.
En lugar de la frase “nueva normalidad”, desde InteRed queremos poner la fuerza en el mencionado lema de la Agenda 2030: “Transformar nuestro mundo”. No podemos mantener un modelo de producción y consumo que destruye la biodiversidad y alimenta el calentamiento global; no podemos mantener un modelo que pone el mercado en el centro en vez de poner el cuidado de las vidas; no podemos mantener un modelo individualista que no defiende la salud y la educación como bienes públicos; no podemos mantener un modelo donde los derechos humanos se ven vulnerados cada día; no podemos mantener un modelo donde las mujeres sufren discriminación y violencias por el hecho de ser mujeres.
Al igual que el Objetivo 5, el relativo a la igualdad de género, en esta transformación de nuestro modelo, hay otro ODS que destaca por su transversalidad: el número 4, garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad. Por supuesto, este Objetivo persigue asegurar el derecho a la educación, pero dentro de este derecho incorpora, en su meta 4.7, que todo el alumnado adquiera los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible. Para ello, es preciso, garantizar, como señala la propia meta 4.7, entre otras cosas, la educación para el desarrollo sostenible y los estilos de vida sostenibles, los derechos humanos, la igualdad de género, la promoción de una cultura de paz y no violencia, la ciudadanía mundial y la valoración de la diversidad cultural y la contribución de la cultura al desarrollo sostenible. Es lo que se denomina la Educación Transformadora para la Ciudadanía Global.
Cuando el 25 de septiembre de 2015 España asumió el compromiso con la Agenda 2030, contrajo también la responsabilidad de impulsar esta Educación Transformadora para la Ciudadanía Global, pero cinco años después sigue siendo un reto pendiente. A pesar de su importancia, no es posible afirmar que nuestro alumnado adquiere, hoy en día, los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible y la ciudadanía global. En parte, porque en la gran mayoría de los centros educativos no hay ningún programa orientado a transmitir esos conocimientos. Igualmente, porque suele ser un grupo de docentes comprometidos quienes lo impulsan, ampliando su carga laboral. O porque en muchos de los centros en que sí se imparten, son solo un pequeño complemento dentro de un sistema educativo que se orienta, principalmente, a reproducir un modelo socioeconómico que pone en el centro el mercado en lugar del cuidado de la vida, de la naturaleza y las personas.
Contribuir al cumplimiento de esta meta 4.7 es uno de los objetivos del Movimiento por la Educación Transformadora y la Ciudadanía Global, promovido por InteRed, Entreculturas, Oxfam Intermón y Alboan junto a las redes de profesorado y centros educativos que acompañan. Esta labor continuada y coordinada nos permite analizar cuán lejos estamos de alcanzar la meta 4.7 pero también aportar claves para recortar distancias y avanzar con paso acelerado hacia el 2030.
Cambios en el sistema educativo para transformar nuestro mundo
Desde InteRed pensamos que, ante todo, se necesita una auténtica voluntad política de querer cambiar nuestro modelo de desarrollo, es decir, nuestra forma de vida, por otra que sea sostenible con el planeta, garantizando todos los derechos para todas las personas.
En educación, esto conlleva un profundo cambio en el currículo escolar. Cambiar no solo los contenidos de las áreas y materias que se imparten, también el resto de elementos curriculares: los objetivos, las competencias, la metodología docente, la evaluación…
¿Qué hacer? Cuatro guías
Consideramos que es tan urgente capacitar al alumnado para actuar a favor de la justicia global y del cuidado del planeta, que no se puede esperar a contar con el currículo oficial que así lo disponga. Mientras llega ese momento, desde InteRed proponemos seguir impartiendo las actuales materias, pero atendiendo a los enfoques propios de la Educación Transformadora para la Ciudadanía Global, que son: justicia global y derechos humanos; género y coeducación; interculturalidad e inclusión; participación; y sostenibilidad ambiental.
Para facilitar esta adaptación, ofrecemos los documentos Un currículo orientado a la ciudadanía global. Aportes para su construcción. Son cuatro guías independientes, que han contado con el apoyo financiero de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), y que están dirigidas a educación infantil, primaria, secundaria (ESO y Bachillerato) y formación profesional.
De esta manera, contribuimos a que la educación para el desarrollo sostenible y la ciudadanía global no se convierta en una carga más para el profesorado y el alumnado, sino en un modo de adecuar el currículo educativo al compromiso de la Agenda 2030.
(*) Guillermo Aguado de la Obra es técnico de educación de InteRed.
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