La gran campaña coordinada contra la UE
Rusia ha planteado una línea narrativa clara: Europa es una reliquia débil, lacerada por divisiones internas y al borde de un colapso inminente provocado por las crisis económicas, energéticas y migratorias


La operación rusa para desintegrar la Unión Europea ha entrado en una nueva fase. La estrategia es la habitual: una campaña centralizada y vertical diseñada para desgastar a las instituciones, manipular la percepción de la realidad, influir en procesos políticos y sociales y polarizar a la población. Hay una línea narrativa clara: la UE es una reliquia débil, lacerada por divisiones internas —este-oeste, norte-sur, soberanía estatal vs Bruselas. Al borde del colapso por las crisis económicas, energéticas y migratorias.
El mensaje se propaga de forma coordinada en distintos idiomas a través de medios y periodistas simpatizantes, diplomáticos e influencers; cuentas falsas verificadas, ONG pantalla, activistas mercenarios y doppelgängers de medios reales como The Guardian, Der Spiegel, o Le Monde. La novedad es que, en esta campaña, los principales agentes no están en Moscú, sino en Washington: el Gobierno estadounidense y su corte de tecnoligarcas.
Cuando Elon Musk tuitea que “la UE debería ser abolida y la soberanía devuelta a los países individuales, para que los gobiernos puedan representar mejor a sus ciudadanos”, el vicepresidente del Consejo de Seguridad del Kremlin, Dmitri Medvedev, responde: ¡exacto! Cuando escribe que “Europa camina sonámbula hacia el olvido”, el ideólogo ultranacionalista del putinismo, Aleksandr Dugin, dice: correct! Dugin va más lejos: “Si Europa quiere existir, sus pueblos deben derrocar inmediatamente a las élites gobernantes —de manera brutal y radical. Macron, Merz y Starmer encarnan una sentencia de muerte para Europa. Cuanto más vivan ellos, más mueres tú. Bórralos, o serás borrado”. La ultraderecha europea pide referéndum de tipo Brexit. “Que el pueblo decida si quiere permanecer dentro del marco actual, salir por completo o, al menos, reducir competencias ―tuitea la holandesa Eva Vlaardingerbroek―. Vox populi, vox Dei”.
Luego está la nueva estrategia de seguridad nacional del Gobierno de Trump, donde dice que el continente europeo está socavando la democracia, culpa a la UE y a la OTAN de prolongar la guerra en Ucrania y a punto de extinguirse por la inmigración y el declive demográfico. Su nueva prioridad en Europa es “restablecer condiciones de estabilidad interna en Europa y estabilidad estratégica con Rusia”; “cultivar la resistencia a la trayectoria actual de Europa dentro de las propias naciones europeas” y “poner fin a la percepción de que la OTAN es una alianza en expansión perpetua”.
No todas las tácticas rusas son tan visibles. Esta primavera, los servicios de inteligencia franceses destaparon una operación diseñada para enfrentar a la comunidad judía y la musulmana en París. Primero aparecieron pintadas en espacios judíos; después, profanaciones en mezquitas. Rusia había contratado a intermediarios en países del antiguo bloque del Este, que reclutaron inmigrantes marginales para cometer los actos, a pocos meses del décimo aniversario de los atentados del Bataclán.
El patrón recuerda a las operaciones del Kremlin durante la campaña presidencial estadounidense de 2016, pero en un escenario dominado por los grupos privados en Telegram, de escala masiva pero mucho más opacos y difíciles de investigar. Nos va a hacer falta un ecosistema mediático fuerte y solidario, capaz de coordinarse con las universidades y los centros de investigación en una gran campaña de inoculación.
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