Ir al contenido
_
_
_
_
editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Nobel de la Paz para la democracia

El galardón a María Corina Machado es una oportunidad para impulsar una salida pacífica frente al régimen represivo de Venezuela

El País

El Premio Nobel de la Paz otorgado este viernes a la líder opositora venezolana María Corina Machado es un reconocimiento a la lucha por la democracia incluso cuando los caminos para lograrla parecen más cerrados que nunca. El galardón llega en un momento de máxima tensión para Venezuela: un país que enfrenta no solo una crisis política interna, con el autoritarismo de un régimen que ha socavado los derechos fundamentales, sino también presiones externas que amenazan su estabilidad y su soberanía.

Este Nobel trasciende lo simbólico. Es un gesto que reafirma la necesidad de respeto al Estado de derecho, la exigencia de justicia y la fuerza de la palabra frente a la intimidación totalitaria. María Corina Machado ha estado en primera línea de ese esfuerzo, incluso tras verse obligada a resguardarse en un lugar secreto por la persecución del chavismo, intentando articular una alternativa. Inhabilitada por el régimen de forma torticera, promovió como candidato presidencial al diplomático Edmundo González Urrutia, que resultó ganador según las actas electorales presentadas por su equipo. Pese a ello, pese a no presentar ninguna prueba del escrutinio, a la indignación popular y al repudio de la comunidad internacional, Nicolás Maduro se autoproclamó vencedor y se atrincheró en el poder. Desde entonces, y sin abandonar Venezuela, la líder opositora ha desafiado las amenazas oficialistas y mantenido su apuesta por la organización ciudadana. A pesar de las diferencias internas y a su pasado más radical, su figura se proyecta hoy como un símbolo de una sociedad que busca renovarse y de una lucha incansable por la democracia.

El Nobel a Machado adquiere aún mayor relevancia en el contexto de las recientes maniobras militares de Estados Unidos cerca del territorio venezolano. La Administración de Donald Trump —que se quedó sin la ansiada condecoración en favor de una de sus más fervientes aliadas en América Latina— ha desplegado aviones de combate y destruido embarcaciones supuestamente vinculadas al narcotráfico, causando decenas de muertes y elevando la tensión regional. Ese escenario externo agrava el cuadro interno. Enfrentar la crisis venezolana exige claridad sobre el papel que pueden y deben jugar los actores internacionales. No se trata de renunciar a la defensa legítima de la soberanía nacional, tampoco de alentar una escalada que solo multiplique las víctimas. Un Nobel que premia la paz debe leerse como una advertencia contra la lógica del desbordamiento militar, sea desde dentro de Venezuela o desde fuera, y como una invitación a encauzar la confrontación por la vía política y diplomática.

El reconocimiento a Machado lleva consigo una agenda moral: la defensa de la soberanía sí, pero dentro del marco del derecho internacional; la exigencia de justicia, pero sin venganza; la búsqueda de cambios, pero sin recurrir a la fuerza. Es también un recordatorio de que la comunidad internacional tiene ahora una responsabilidad mayor. Este Nobel obliga a actuar con prudencia, a no instrumentalizar la represión ni la violencia con fines inmediatos y a respaldar con hechos, no solo con declaraciones, los mecanismos institucionales que permitan una salida democrática. No basta con condenar a un régimen autoritario: hay que acompañar una transición con garantías, observación creíble y respaldo político y humanitario.

María Corina Machado recibe el Nobel en un momento de máxima tensión. Hay que confiar en que este merecido galardón no se convierta en una bandera de confrontación, sino en una oportunidad para reforzar la voz del pueblo venezolano que reclama una salida institucional, pacífica y legítima. El desafío más urgente no es la victoria de una facción, sino la reconstrucción de las condiciones para que Venezuela pueda dialogar, acordar y recomponer su rumbo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_