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Red de redes
Columna
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¿Darías a tu hijo una caja con porno y desinformación? Eso tiene su móvil

La campaña de una asociación de padres de EE UU alerta de los riesgos de permitir que los menores accedan libremente a un ‘smartphone’

José Nicolás

Los grandes gurús de internet no dejan que sus hijos accedan a la red de redes hasta que son lo suficientemente mayores. Bill Gates ha contado que sus hijos tuvieron un smartphone a los 14 años, y Steve Jobs decía que controlar el tiempo de uso de la tecnología en casa. Chris Anderson, exdirector de la revista Wired, una de las publicaciones de referencia sobre tecnología, afirmó en The New York Times que “en una escala entre caramelos y cocaína”, las pantallas se parecen más a la droga, y añadió que los tecnólogos llegaron a pensar que podrían “controlar” la influencia de los móviles, las pantallas e internet en la gente y, sobre todo, en los jóvenes, pero que resulta imposible, porque esas tecnologías “van directamente a los centros de placer del cerebro en desarrollo”.

En los últimos días, ha circulado mucho la campaña de una asociación de padres de Estados Unidos que sugiere retrasar la entrega de sus hijos a la tecnología. Tratan de que sus hijos tengan un móvil lo más tarde posible. Es un vídeo en el que un padre da las buenas noches a su hijo, pero antes le advierte de que “hay una caja con material pornográfico” en una esquina de su cuarto, que habrá un hombre junto a su cama “diciendo cosas odiosas al azar toda la noche”, que en su mesa deja un “formulario para pedir drogas ilegales” y que un hacker ruso le preguntará por sus claves. “Simplemente, ignóralo”, es la indicación que le da el padre, quien deja que su hijo se enfrente solo a tales amenazas.

“Pedimos demasiado a nuestros hijos cuando les damos un smartphone”, reza la locución de la campaña. No le falta razón. Muchos progenitores dejan solos a sus hijos menores frente a todos los peligros que entraña la Red porque, en muchos casos, no saben —o les resulta imposible— controlar qué ven, qué hacen o cuánto se exponen en internet. Una parte del informe Así somos: El estado de la adolescencia en España, publicado recientemente por la organización Plan International, analiza precisamente el efecto de internet en los jóvenes de entre 12 y 21 años. Muestra, por ejemplo, la tóxica relación de los adolescentes con las redes, que comienza alrededor de los 13 años en el caso de las chicas. Ellas siguen a más influencers y crean más contenido que ellos y, aunque son conscientes de que las estrellas de internet no reflejan el mundo real, casi la mitad se compara con esas figuras, hasta el punto de que más de un tercio ha pensado en someterse a una operación estética. Respecto a los jóvenes varones, un dato llama poderosamente la atención: el 20% consume contenidos sobre “hombres de alto valor”, es decir, contenidos machistas que perpetúan los estereotipos de género y denigran a las mujeres.

A pesar de eso, son conscientes de los peligros de la sobreexposición —más ellas que ellos, eso sí— y algunos creen que pasan conectados más tiempo del adecuado. Incluso, el 17% afirma sentir adicción al móvil y las redes. Internet es un pozo de amenazas: hasta los mayores, que suelen saber cómo sortearlas o a menudo son conscientes de dónde entran, pican en las trampas que tienden los piratas informáticos para conseguir información personal con la que acceder a cuentas bancarias o robar imágenes privadas para extorsionarles.

Sin embargo, los más jóvenes corren un riesgo más alto porque a las amenazas que afrontan los adultos se suma la publicidad invasiva, que influye en sus hábitos de consumo y en su bienestar corporal, y su falta de madurez, que les impide dilucidar si lo que ven es verídico o una falsedad. No olvidemos que en la Red, sobre todo, hay mucha desinformación, como la que a menudo pregonan los influencers cuando se sienten justicieros y que puede suponer que los menores se formen una idea errónea de la realidad en la que viven. Es algo que se agrava por los algoritmos de las redes sociales, que crean una espiral de contenido difícil de sortear.

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Sobre la firma

José Nicolás
Es redactor en la sección España. Previamente, estuvo ocho años en Opinión, donde colabora con la columna 'Red de redes'. Es graduado en Periodismo por la Complutense y máster en Periodismo de Datos y Nuevas Narrativas en la Universitat Oberta de Catalunya. Antes de su llegada a EL PAÍS en 2017 trabajó en Onda Regional de Murcia y Cadena SER.
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