La Fed va a lo suyo, Trump presiona
El banco central de Estados Unidos rebaja el precio del dinero la mitad de lo que pedía el presidente del país


La Reserva Federal de Estados Unidos recortó ayer un cuarto de punto los tipos de interés hasta situar el índice de referencia en la banda del 4%-4,25%, una decisión que según la jerga de los economistas estaba descontada por los mercados desde que su presidente, Jerome Powell, dejara abierta esa posibilidad el pasado agosto en el tradicional encuentro veraniego de Jackson Hole. Se trata del primer recorte de tipos de la autoridad monetaria estadounidense en lo que va de año pese a las incesantes presiones que, desde su toma de posesión en enero, el presidente Donald Trump ha ejercido sobre la entidad para que abaratara de forma contundente el precio del dinero. En su afán por conseguirlo ha llegado a amenazar con despedir al propio Powell he intentado destituir, de momento sin éxito, a una de sus gobernadoras, Lisa Cook.
Al margen de la coacción política, los datos —sobre todo los del mercado laboral— parecen avalar la decisión de la Fed. Un relativo enfriamiento de la economía en la primera mitad del año y una moderada presión inflacionista han permitido a la Fed bajar los tipos en esta ocasión sin poner en riesgo su credibilidad ni su independencia, dado que su mandato es doble: mantener la estabilidad de los precios y maximizar el nivel de empleo.
La subida de los aranceles sobre las importaciones decretada por Trump se está empezando a trasladar a los precios, hasta situar la inflación en el 2,9% el mes pasado, por encima del objetivo del 2%. Pese a ello, la Fed muestra sobre todo su preocupación por los datos de empleo. El mercado de trabajo solo ha sumado 29.000 puestos de media en los últimos tres meses, y aunque la tasa de paro ronda el 4,3%, la falta de trabajadores disponibles como consecuencia de la política migratoria de Trump puede impedir que se cubran las vacantes. Este escenario —con riesgo de precios al alza y de empleo a la baja— complica las decisiones de la Reserva Federal en los próximos meses, aunque de momento la mayoría del consejo apuesta por nuevas rebajas en octubre y diciembre.
Con todo, el verdadero interés, y el preocupante espectáculo, del encuentro no residía tanto en la decisión de política monetaria —que se daba casi por segura— como en la trama secundaria alrededor de los intentos de la Administración trumpista por hacerse con el control de la Fed. El martes un juez había tumbado el recurso de Trump para destituir a la gobernadora Cook, que pudo de esta forma participar en la votación. El lunes el Senado avalaba por apenas un voto el nombramiento como gobernador de la Reserva del principal asesor económico de Trump, Stephen Miran, que pasaba así de la Casa Blanca a jurar su cargo horas antes de la reunión. El de Miran fue precisamente el único voto disidente al alinearse con las tesis del mandatario republicano a favor de un recorte de tipos de medio punto porcentual.
Es, en todo caso, la segunda reunión consecutiva en la que no hay unanimidad en las decisiones de política monetaria, algo que hasta julio no había sucedido en los últimos 30 años. Esa amenaza con ser la tónica en los próximos meses. Al menos hasta que la Administración de Trump logre el control de la junta de gobernadores y sustituya a Powell, cuyo mandato termina en mayo. El riesgo para la credibilidad de la Reserva Federal reside en que, con el proceso de sustitución de Powell abierto, las sucesivas votaciones de cada miembro de la Fed se interpreten en términos políticos y no económicos. Otro perverso fruto del trumpismo.
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