Criptos sin ley: el plan de Trump
El sueño de un sistema monetario digital fuera del control de los bancos centrales está a punto de cumplirse. Muy conveniente si quieres operar con grandes cantidades de dinero de forma clandestina durante una recesión


Mientras su bomba arancelaria pone de rodillas a los mercados financieros globales, amenazando países, industrias y familias con el fantasma de una gran recesión, Trump sigue despejando los obstáculos para legitimar una infraestructura financiera paralela, poniéndola fuera del alcance de la legislación. Este lunes, el fiscal general adjunto de Estados Unidos, Todd Blanche, anunciaba el desmantelamiento del Equipo Nacional de Vigilancia sobre Criptomonedas, dependiente del Departamento de Justicia. Termina así con la única unidad de investigación del gobierno encargada de perseguir delitos relacionados con criptomonedas.
El comunicado no puede ser más explícito en su intención. Ordena a la Unidad de Integridad del Mercado y Grandes Fraudes “dejar de controlar las criptomonedas”. También instruye a los fiscales del estado a “no presentar cargos por violaciones de la regulación en casos que involucren activos digitales”. No podrán investigar ni perseguir delitos como transferencias de dinero no autorizadas, ofertas de valores no registradas, operaciones de corredores y agentes de Bolsa no registrados y cualquier infracción de los requisitos de registro bajo las leyes de Valores Bursátiles, Productos de Inversión o de Secreto Bancario. Libera a las cripto de reportar cualquier incidencia vinculada con crímenes financieros típicos de la industria, como el lavado de dinero o la financiación ilegal, a menos que sepan “concretamente” que el acusado “ha violado conscientemente y de manera deliberada un requisito específico”.
Las razones parecen obvias. La industria de las criptomonedas recaudó más de 200 millones de dólares para Trump en 2024. A cambio, Trump ha sido muy generoso con el sector. Una de las primeras órdenes ejecutivas del presidente fue la creación de una reserva federal de Bitcoin y otras criptomonedas emitidas por algunos de sus principales donantes. De momento, ha usado reservas que Justicia y las agencias federales han confiscado en sus operaciones contra cibercriminales, pero ahora amenaza con usar las reservas de oro federales para engordar las de Bitcoin. También se deshizo de Gary Gensler, jefe de la Comisión de Bolsa y Valores, conocido como “el hombre más odiado del mundo cripto”. Los casos judiciales abiertos contra las plataformas —Coinbase, Ripple, Kraken, Gemini, entre otras— han sido desestimados. Pero hay razones para pensar que el proyecto va más allá de pagar las deudas con una industria poderosa. El sueño de un sistema monetario digital capaz de operar fuera del alcance de los bancos centrales y lejos de la regulación está a punto de cumplirse. Muy conveniente, sobre todo si quieres recibir grandes cantidades de dinero de forma clandestina durante una campaña. O si quieres operar con grandes reservas de dinero durante una recesión.
Es el sueño de sus principales aliados, Peter Thiel y Elon Musk. Cuando nació PayPal, hija de la fusión de sus dos empresas Confinity y X.com, ambos querían que fuese algo más que un sistema de pagos digitales, pero no consiguieron hacerla funcionar fuera de la ley. Era 1998, y no existían ni la cultura ni la infraestructura apropiada para un sistema que desafiara el monopolio estatal sobre el dinero. Cansados y peleados entre ellos, vendieron el proyecto a eBay por 1.500 millones de dólares en el verano de 2002. Con ese dinero, hicieron más dinero. Fundaron, cada uno por su lado, Palantir y SpaceX, e invirtieron en Facebook, Tesla, YouTube.
La crisis financiera de 2009 endureció tanto la regulación de los bancos que podría haber sido el final definitivo de ese sueño. Curiosamente, pasó al revés. El desprecio y la desconfianza contra las instituciones financieras que habían provocado el colapso en primer lugar inspiró la creación de un proyecto financiero descentralizado, transparente, anarquista y resistente a poder, llamado blockchain. Creció despacio, después deprisa. Diez años más tarde, la pandemia y una nueva familia de aplicaciones de trading sin comisiones convirtieron las cripto en un fenómeno de masas. Thiel y Musk se reencontraron de nuevo. Hay quien dice que entre los dos se han comprado el gobierno de EE UU.
Musk ha sido el más ruidoso. El famoso jefe de Tesla financió la campaña de Trump en 2024, puso Twitter al servicio de su propaganda y, en el momento de escribir estas líneas, aún lidera el apocalíptico Departamento de Eficiencia Gubernamental. Thiel, rey de las estrategias oblicuas, fue el primer financiador de Trump en la campaña de 2016, puso Palantir y Facebook a su servicio y ha colocado de vicepresidente a su protegido, J.D. Vance. David Sacks, antiguo jefe de operaciones de PayPal, es el nuevo “zar” de inteligencia artificial y criptomonedas de la Casa Blanca. Fue nombrado el pasado diciembre para “desarrollar políticas en estas áreas tecnológicas emergentes y consolidar el liderazgo de EE UU en el sector”. 20 años después, la mafia de PayPal está a punto de cumplir su sueño. Es improbable que beneficie a nadie más.
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