Un duelo que aún no tiene nombre
Los lectores escriben sobre la pérdida de una mascota, la preservación de la democracia, el pacto entre el Gobierno y Junts, y el civismo

Ayer se apagó alguien que ha iluminado mi vida durante años, pero hoy no me queda más remedio que vestirme con la mejor máscara que encuentro para ir a la oficina. Como si mis ojos hinchados no fueran de unas lágrimas que no dejan de brotar. Me duele el alma, pero nadie lo nota. No hay abrazos, ni pésames, ni permiso para detenerme. Debo habitar este vacío con discreción, porque este duelo aún no tiene nombre. En una sociedad que se presume avanzada, merecemos el derecho a poder llorar la pérdida de alguien con quien hemos compartido nuestra vida. A despedirlo con la misma dignidad con la que nos hemos querido. Hoy estoy con la vida en pausa por dentro y la rutina en marcha por fuera porque quien ha muerto es mi gato. Y ya es hora de que sean reconocidos como la familia que son. Te querré siempre, Pancho.
Alejandro Martín Requena. Madrid
De rebeldía y de esperanza
No podemos callar, no ahora que las amenazas son cada día más expansivas y acuciantes, no podemos seguir exhibiendo indiferencia frente a quienes pretenden quebrar la dignidad y la democracia. No callar es un deber cívico inaplazable. Debemos recuperar gran parte de ese tiempo que hemos malogrado defendiendo valores comunes esenciales con tan escasa convicción porque creíamos ilusoriamente que eran irrevocables. Nos conformamos con la tolerancia cuando, ahora lo sabemos, la conquista verdadera era la fraternidad. Ya no es tiempo de resignación ni equidistancia: necesitamos rebeldía para censurar lo inaceptable, esperanza para favorecer el progreso. Camus estaría con nosotros.
Aner García Villarejo. Madrid
Más allá de la transacción
¿Y si, por una vez, nos hacemos preguntas fundamentales para valorar las decisiones políticas más allá de la omnipresente transacción? Algo así: ¿qué ventajas tiene delegar las competencias de inmigración en una comunidad autónoma? ¿Qué era exactamente lo que no funcionaba? ¿Qué pasaría si se hace en todas las comunidades autónomas de España o en cada una de las regiones de la UE? ¿Estaríamos más seguros? ¿Gestionaríamos mejor las crisis? ¿Serían más acogedores nuestros países?
Nacho Álvarez-Borrás Feijoó. Bruselas (Bélgica)
Civismo
En Argentina es raro darle el paso al peatón. Y por eso lo hago. Cuando voy en el coche me detengo paciente y la gente agradece. Agradece con la mano, o con la palabra, o con la sonrisa. Yo asiento desde mi butaca y me llevo ese regalo injusto, pero regalo al fin. Hoy, una madre con su niña que llevaba en su espalda una mochila con dos orejas de perro anidadas, me agradeció desde la senda peatonal, y la pequeña repitió el gesto: movió su manita hacia mí y me sonrió. Entonces volví de mi día gris un poco más contento a mi casa y pensé: qué tontos los que no se detienen. Ellos ganan diez segundos, yo gano mucho más.
Andrés Pescuno. Buenos Aires (Argentina)
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