Mazón piensa en Mazón
El presidente de la Generalitat valenciana reconoce su negligencia política cuatro meses después de la dana para evitar la vía judicial

Carlos Mazón tenía que escoger un camino y ha elegido la defensa judicial, desplazando así el alegato político. Sus últimas versiones sobre qué hizo el día de la dana no hacen sino atestiguar que el presidente de la Generalitat no estaba centrado en gestionar la peor catástrofe natural vivida en la historia de la Comunidad Valenciana. Estaba en otras cosas—aún no ha explicado en qué cosas— durante buena parte de aquella tarde fatídica y en un lugar alejado del centro de coordinación de emergencias (Cecopi), al que no llegó hasta las ocho y media de la tarde.
A Mazón no le ha importado reconocer, cuatro meses después de la catástrofe, que solo se incorporó a la reunión en la que se evaluaban daños y se debatían medidas urgentes de protección a la población cuando ya no había remedio, a las 20.28, es decir, cuando los pueblos ya estaban anegados y muertos la mayoría de los muertos. Incluso se jactó de no haber estado en el momento en el que se envió la alerta masiva a los móviles de los valencianos. Y todo porque eso lo aleja de un posible señalamiento penal.
A Carlos Mazón no le importa ya que se le considere el peor gestor de una catástrofe, un político que no ha mirado por su pueblo o un líder que desmerece el cargo que ocupa. De momento, ha conseguido mantenerse en el sillón de diputado y jefe del Gobierno valenciano durante cuatro meses, el tiempo que ha transcurrido desde que se produjo la dana, que provocó 227 muertes y pérdidas por decenas de miles de millones de euros. Ahora le preocupa más alejarse del banquillo de los acusados, aunque prefiere asegurarse el privilegio del aforamiento que le otorga el cargo público.
En ese camino de enrocarse en un sillón para tratar de evitar sentarse ante un juez, Mazón ha tenido que retorcer una y otra vez la verdad sobre la hora a la que llegó al Cecopi el 29 de octubre. En medio de esta deplorable situación, Carlos Mazón ha tratado además de mostrarse como un damnificado, pero lo ha hecho en un tono altanero, muy alejado de alguien que piensa en las víctimas verdaderas, en sus familias y en los miles de personas que están tratando de rehacer su vida. A Mazón ya solo le importa Mazón.
Mientras, el líder nacional de los populares, su jefe de filas, Alberto Núñez Feijóo, sigue creyendo que aún no es el momento de exigirle que deje el mando de una Administración a la que ya no hace más que dañar y dé paso a quien pueda procurar verdadero alivio a los afectados. Feijóo sigue haciendo sus cuentas electoralistas, pero ya hay voces dentro del propio Partido Popular que exigen un movimiento sobre Mazón, cada vez más contestado en la calle.
La rotundidad de la jueza que investiga la gestión de la dana también ha contribuido al último viraje de Carlos Mazón. La magistrada de Catarroja ha afirmado esta semana, entre otras cosas, que el día de la catástrofe existió una “palmaria ausencia” de alertas a la población, que “los daños no se podían evitar, las muertes sí” o que el aviso fue “notablemente tardío” y “errado en su contenido”. Además, ha rechazado una querella contra la delegada del Gobierno por considerar que la competencia en materia de protección civil “es autonómica”, con lo que la vista está cada vez más centrada en la actuación de la Generalitat. Aunque su jefe no estuviera donde tenía que estar.
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