_
_
_
_
Redes Sociales
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Política ‘bang bang’

El mensaje de San Valentín a los migrantes emitido por la Casa Blanca y la promoción de una criptoestafa por parte de Javier Milei ilustran el apego de la ultraderecha a la estrategia política de Steve Bannon

Steve Bannon, antiguo asesor de Donald Trump.
Steve Bannon, antiguo asesor de Donald Trump.Brendan McDermid (REUTERS)
Francesco Manetto

“Bang, bang, bang”. Steve Bannon, exasesor de Donald Trump, resumía así la estrategia. Se trataba de inundar el campo de batalla, disparar en varias direcciones, abrumar. Allanar el camino a la distracción. Para el ideólogo populista, que la semana pasada se declaró culpable de estafa para evitar la cárcel, el objetivo era confrontar con los medios tradicionales, a los que el presidente de Estados Unidos consideraba —y sigue viendo— como la auténtica oposición. No obstante, esa receta es también, al menos desde el “pan y circo” descrito por Juvenal hace dos milenios, una táctica consciente para complacer a los simpatizantes y buscar complicidades en algunos sectores de la población. Una forma de vivir en una campaña electoral permanente. Y en un contexto en el que el entretenimiento es a menudo el mismo mensaje político, multiplicado por las redes, uno de sus efectos es la propagación del caos.

Esas declaraciones de Bannon volvieron a circular hace días gracias a un videoanálisis de Ezra Klein, columnista de The New York Times, publicado en Instagram. Y el viernes pasado al menos dos mensajes que sobresalieron en la conversación de X, con distintas consecuencias, se enmarcan precisamente en esa estrategia. El primero lo lanzó la Casa Blanca. El segundo, Javier Milei, el principal aliado de Trump en América Latina.

Era el día de San Valentín y la oficina del magnate aprovechó una clásica tonada infantil para modificar los versos de la composición, sobre las evidencias de la naturaleza, y añadir una advertencia a los migrantes. “Las rosas son rojas / las violetas azules / ven aquí ilegalmente y te deportaremos”. En el meme, el género favorito de la nueva Administración, aparecen Trump y Tom Homan, director del servicio fronterizo de control de inmigración y aduanas. “Feliz San Valentín”, terciaba la Casa Blanca. Otra cuenta oficial, la de la Embajada estadounidense en México, citó la publicación y escribió: “El amor no conoce fronteras… pero Estados Unidos sí”, a lo que añadió la etiqueta #NiLoIntentes.

El mensaje contribuyó a amplificar el ruido en la red social de Elon Musk, aliado del presidente y encargado de los recortes gubernamentales. La indignación se mezclaba con la desolación por el futuro de millones de migrantes, sobre todo latinoamericanos, o con la ironía utilizada como antídoto ante esta clase de despropósitos comunicativos. Pero la aciaga postal del día de los enamorados concitó también una avalancha de aplausos entre los seguidores del magnate. Tres asaltos al día, decía Bannon. El caso es dar la sensación de que se hace mucho, de que la línea dura contra la inmigración no flaquea, de que el discurso lo permea todo, cuando en realidad Estados Unidos es una democracia fundada sobre los contrapoderes y muchos de los primeros decretos de Trump están paralizados en los tribunales.

A más de 8.000 kilómetros de Washington, Javier Milei proclamó en X que “la Argentina liberal crece!!!”. El mandatario ultraderechista abrió la caja de Pandora al promocionar una criptomoneda recién bautizada como $LIBRA. Según escribió, “este proyecto privado se dedicará a incentivar el crecimiento de la economía”. La coincidencia era perfecta: Milei recurría a una de las grandes aficiones de sus seguidores, las criptodivisas, y al mismo tiempo reivindicaba su programa de desregulaciones. La cotización se disparó tan rápido como se desplomó. Millones de ganancias y, en cuestión de minutos, millones de pérdidas.

El mandatario argentino borró el mensaje y escribió otro en el que asegura que no tenía vinculación con ese emprendimiento. “No estaba interiorizado de los pormenores del proyecto y luego de haberme interiorizado decidí no seguir dándole difusión”, afirmó antes de lanzar un ataque que sonaba más a canción de Paquita la del Barrio. “A las ratas inmundas de la casta política que quieren aprovechar esta situación para hacer daño les quiero decir que todos los días confirman lo rastreros que son los políticos, y aumentan nuestra convicción de sacarlos a patadas en el culo”. Ante una irresponsabilidad enorme, así son las disculpas de la política bang, bang.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_