Oncobierzo
La Navidad acaba y quedarán los carteles que reivindican la sanidad pública. Muchos los habrán visto, pero no los habrán comentado para no aguar la fiesta


En la ciudad donde nací tú pides una consumición y la persona al otro lado de la barra te pregunta por el pinchín: “¿Tortilla, oreja, guiso de garbanzos o sopinas de ajo?”. Nunca se sabe dónde va a poner el diminutivo un ponferradino, pero el recurso jamás falla: te acabas pidiendo una consumición por pincho, no vaya a ser que la orejina esté más rica que el guisín y, además, cómo no vas a quedarte un poco más si aún no has pagado ni una sola rondina y fuera hace un frío padre de sabañones (no hay manera de empequeñecer esta palabra). En la ciudad donde nací, en esta época los bares son como embajadas donde los expatriados nos encontramos con los locales y suspendemos la realidad para crear espacios utópicos y dopados. Para un día que nos vemos al año, no mencionemos los problemas. Mañanas de sol de invierno en la cara, mediodías de vinos en el buche, tardes de siesta en la camina. Pero la Navidad acaba y la ciudad no desaparece, en los bares quedan los carteles que estos días muchos no habrán comentado, para no aguar la fiesta, pero que habrán visto: con fotos en blanco y negro representan a esos bercianos que no se van cuando acaban las fiestas. Sobre sus rostros unas enormes letras rezan: “Mañana a tu hija le diagnosticarán cáncer y no tendrá un oncólogo”. No es un supuesto: en mayo suspendieron los tratamientos oncológicos a medio centenar de personas porque no había especialistas. Los que reciben radioterapia han de ir al hospital privado, donde hasta hace poco solo se pasaban consultas menores, porque el Gobierno de la comunidad autónoma decidió que las máquinas las comprase una empresa privada antes de dotar de las infraestructuras necesarias al hospital público que da cobertura a toda la comarca. Ahora, el servicio ha vuelto a salir a concurso. La plataforma que intenta dar visibilidad a estas carencias se llama Oncobierzo, un nombre que resume certeramente la gravedad de lo que acabo de contar. 120.000 personas, las de El Bierzo, sin defensas frente al cáncer. No hay diminutivo que suavice eso.
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