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Columna
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El doblete Feijóo: ultra y pragmático

El líder del PP lanza un más difícil todavía. O más confusionario. Alberto Núñez Feijóo apuesta ahora a elaborar alternativas concretas a las políticas del Gobierno, la esencia olvidada de una oposición

Alberto Núñez Feijóo, junto a la sede del PP en Madrid el pasado 23 de septiembre.
Alberto Núñez Feijóo, junto a la sede del PP en Madrid el pasado 23 de septiembre.Jaime Villanueva
Xavier Vidal-Folch

Novedad en el frente. El líder del PP lanza un más difícil todavía. O más confusionario. Alberto Núñez Feijóo apuesta ahora a elaborar alternativas concretas a las políticas del Gobierno, la esencia olvidada de una oposición. Es una excursión al pragmatismo, que simultanea, de momento, con su viaje al mundo ultra.

Ese periplo incluye la tentativa de destrucción del adversario (y familia), la desnaturalización institucional (Senado, tribunales), el lenguaje apocalíptico, la fragua de pactos abortados in extremis (así se estrenó con el poder judicial), la absorción de la agenda parafascista de Vox (inmigración, anticatalanismo) como apuntaba en una columna anterior.

La base de esta deriva es la iliberal negación de la legitimidad del Gobierno. Su corolario, una estrategia de asedio de coloración antisistema. La explicación al trastoque de una derecha convencional en ultraderecha —si bien fluidificado con toques suaves—, no era tan obvia, por más que menudee fuera: aquí, la inseguridad personal y la prisa agónica en derribar al Gobierno legítimo son claves. Sazonadas por la humillación a lo Sísifo del 23-J, y la escasa piedad de los rivales al tratarla.

La incipiente corrección pragmática de esa deriva coincide no con una revolución de los conservadores moderados, sino con la evidencia empírica de que es suicida. No ha eliminado a los ultras fetén (Vox), los ha ampliado con los salteadores fiscales (Se Acabó la Fiesta). Nada de la gran casa única de la derecha. No incrementa los probables votantes a un presidente Feijóo sobre un ídem Sánchez: si en julio la preferencia a este sobre el opositor era de 26,5% a 13,5%, en septiembre se mantuvo en tasa similar, 24,8% a 12,1%, según el CIS. Y mientras el popular ha bajado 20 puntos en el aprecio de los votantes conservadores; el socialista, solo 12 entre sus seguidores. Ni un céntimo en el cajón.

Por eso es hábil la bufanda pragmática. Pero habrá que ver su alcance. Si preanunciara una rectificación de fondo, eliminando detritus ultras como los insultos tabernarios del portavoz Miguel Tellado, habría que celebrarla como un retorno del PP al paradigma democrático: formular propuestas, dialogarlas y pactar medidas o normas, en todo o en parte. Ese paradigma conduce inevitablemente a algún grado de ponderación y moderantismo. Pero no es cohonestable con mantener el asedio extremista. Pues resulta poco explicable negociar con aquél a quien al mismo tiempo acusas de traidor, sátrapa y padre de todas las desgracias patrias.

También deberá Feijóo superar la contradicción interna del paquete que ultima: neoliberal en vivienda, pero compasivo en conciliación familiar o guarderías. Y aún le quedará otro repecho, encajarlo con su negativa sistemática al programa social progresista: contra el ingreso mínimo, las subidas del SMI, la actualización de las pensiones con el IPC, o a la mayoría de los escudos sociales anticrisis y alza de precios.

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