Un respiro para el medio ambiente
La Unión Europea salva la Ley de Restauración de la Naturaleza ante un futuro incierto por el peso creciente de los negacionistas climáticos
Los ministros de Medio Ambiente de la Unión Europea ratificaron ayer la Ley de Restauración de la Naturaleza, a través de la cual la Unión se pone como objetivo que al menos un 20% de los hábitats naturales autóctonos degradados recuperen su estado previo a la degradación para 2030. La norma es importante porque no solo busca mantener los espacios protegidos sino también ganar para los ciudadanos y el planeta más del 80% de las tierras y costas europeas, pero su aprobación se llevó a cabo por la mínima, es decir, por una ajustada mayoría cualificada: el 55% de los Estados miembros debía votar a favor y los partidarios de la propuesta debían representar al menos el 65% de la población total de la Unión; y se logró con el 66%.
La UE saca así adelante, aunque in extremis, un texto marcado como pieza para el sacrificio por parte del Partido Popular Europeo ante el crecimiento de los movimientos agropopulistas, un auge capitalizado por la ultraderecha en las elecciones del 9 de junio. De hecho, el voto decisivo para su aprobación, el de Austria —que pasó del no al sí—, ya ha provocado una crisis en el Gobierno de coalición entre democristianos y verdes, con el Partido Popular Austriaco acusando de abuso de poder a la ministra de Medio Ambiente, la ecologista Leonore Gewessler, y amenazando con llevar la votación ante los tribunales.
Los objetivos de la nueva norma, como reducir la toma de agua de los acuíferos para restaurar los niveles freáticos, incentivar la recuperación de especies autóctonas de árboles en detrimento de otras más rentables a corto plazo o fomentar artes de pesca más respetuosas con los ecosistemas costeros, obligan a repensar algunos métodos de producción. Sus opositores ven en su aprobación otra demostración de cómo la Unión Europea se ha convertido en enemiga del sector primario, pese a que, en muchos casos, los productores son los primeros beneficiados de un medio ambiente sano y a que el 33,2% del Presupuesto de la UE hasta 2027 se destinará a la Política Agrícola Común (PAC).
Las dificultades que ha tenido la Ley de Restauración de la Naturaleza para salir adelante —sumadas a concesiones de Bruselas a la marea populista, como la rebaja de las exigencias medioambientales para recibir ayudas— muestra los obstáculos que esperan al Pacto Verde con una ultraderecha crecida que ha visto en el rechazo a la transición ecológica una cuña de oposición nacionalista y un centroderecha temeroso de perder comba electoral ante ese crecimiento.
Así, uno de los votos en contra fue el de Países Bajos, donde el Movimiento Campesino Ciudadano (BBB) —que ha hecho de su repulsa a las políticas medioambientales comunitarias su principal bandera— va a ocupar la cartera de Agricultura en un Gobierno dominado por los ultras de Geert Wilders. Fue precisamente la victoria de los populistas del BBB en los comicios provinciales de marzo de 2023 —primera gran señal electoral del auge del ultranacionalismo— lo que llevó al Partido Popular Europeo a pasar de apoyar la Ley de Restauración de la Naturaleza a pedir, aunque inútilmente, el voto en contra en la Eurocámara.
La tortuosa ratificación de ayer no es más que un síntoma de la legislatura que se avecina tras el 9-J si la derecha se deja acomplejar por su versión extrema. Que por mero cálculo electoralista la agenda verde deje de ser prioritaria es un lujo irresponsable que la UE no puede permitirse porque el cambio climático ya no es una amenaza sino una realidad incontestable.
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