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Red de redes
Columna
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Los concejales también tienen relaciones sexuales

Grabar vídeos de contenido sexual no es delito; tener fetiches, tampoco. El castigo lo merece quien difunde esas imágenes sin consentimiento

Varias personas con sus cuerpos entrelazados.
Varias personas con sus cuerpos entrelazados.Jonathan Knowles (Getty Images)
José Nicolás

Illescas, en Toledo, pasó estos días por la lista de tendencias de X tras la dimisión de un concejal que protagonizaba un vídeo de contenido sexual. Las imágenes las difundió en sus redes el comunicador ultra Alvise Pérez, según afirma él mismo en su canal de Telegram, y pronto corrieron como la pólvora por el patio de Elon Musk. “¡Escándalo en #España!”, tuiteaba un usuario. “Concejal del partido de izquierda radical #PSOE Daniel Gómez del Barrio, renuncia tras filtrarse escenas comiendo mierda, así como lo lees, como parte de un rito sexual”, añadía. “Un concejal socialista de Illescas, haciendo lo que mejor sabe hacer la izquierda marxista. Todavía no me lo creo. Y como diría el jefazo @Javiergaciaisac ‘¡Qué asssscooooo dan!”, publicó otra.

“El alcalde de Illescas echa al concejal de Juventud que se ofrecía como ‘esclavo sexual despreciable”. Así titulaba la noticia el diario La Razón, y describía el caso con afirmaciones inaceptables, como la calificación de su vida sexual de “depravada” —un adjetivo que, afortunadamente, ya no se puede leer en su web—. Según cuenta Periódico CLM, el concejal, de 28 años, ha tenido que marcharse de su localidad por la campaña de acoso a la que se ha visto sometido tras la difusión de esos vídeos personales que, por cierto, no se grabaron mientras era edil, sino cinco años antes.

En esta línea se pronuncian algunos usuarios en X, que defienden la libertad de Gómez del Barrio para grabar vídeos del contenido que sea de su gusto y critican la actuación de los medios y redes ultras: “Me parece vergonzoso que haya tenido que dimitir el edil por trascender su vida sexual privada a lo público. Es horrible la exhibición que hacen los medios de sus gustos sexuales”, escribe @GuilleTuriddu, quien añade en una segunda publicación: “Viejas del visillo con el dedo muy largo. Eso es lo que somos en este país. Habrá que ver lo que le pone cachondo a todos los que señalan tan ligeramente. Vigilancia y moralismo, es lo que yo veo aquí”.

“Los gustos, fetiches y prácticas sexuales no son nada anómalo y no deberían ser una razón para que un cargo público deje su puesto. Dejemos ya el yugo de la moral pacata y católica que tanto daño nos ha hecho. El sexo consentido entre adultos es natural y saludable”, publicó el periodista @jc_ortega. El caso de Gómez del Barrio, incide el usuario @anyanez91 en X, recuerda al de Olvido Hormigos, concejal socialista en el municipio toledano de Los Yébenes, cuya dimisión fue reclamada por haber enviado un vídeo sexual a su entonces amante que se acabó difundiendo por WhatsApp y correo electrónico entre los vecinos del pueblo. Hormigos no dejó el cargo en ese momento: “No voy a dimitir. Hay cosas mucho peores en política y, al fin y al cabo, lo que yo he hecho no es ningún delito. ¿En qué he perjudicado yo a nadie? Soy una víctima”, declaraba a EL PAÍS en septiembre de 2012. Tras la denuncia de Hormigos, el Ministerio de Justicia creó un nuevo delito para castigar la difusión no autorizada de imágenes íntimas, aunque en un primer momento se obtuvieran con el consentimiento de las víctimas.

No, no es delito grabar vídeos sexuales. No, no es delito tener fetiches y, por tanto, no, no es delito grabarse comiendo heces si es lo que a uno le excita. Tampoco es delito enviar un vídeo porno siempre que sea una práctica consentida por los participantes y legal. Quizá hay que ir incluso más allá y recordar que los representantes políticos, como nuestros padres, también pueden mantener relaciones sexuales. Cada uno las tendrá como le plazca, practicando el misionero, el 69 o BDSM y, salvo que sus actos supongan la comisión de un delito, no hay nada malo en ello, por muy incómoda que nos pueda resultar la idea.

Hay que dejar a la gente que viva libremente su sexualidad.

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Sobre la firma

José Nicolás
Es editor en la sección de Opinión, donde es uno de los encargados de sus contenidos digitales. Escribe la columna 'Red de redes'. Es graduado en Periodismo por la Complutense y máster en Periodismo de Datos y Nuevas Narrativas en la Universitat Oberta de Catalunya. Antes de su llegada a EL PAÍS trabajó en Onda Regional de Murcia y Cadena SER.
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