Seria advertencia a Israel
Estados Unidos cambia de posición y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas pide el inmediato alto el fuego en Gaza
Medio año ha tardado el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en reaccionar de la única forma decente a una guerra tan catastrófica como la que ha desencadenado Israel en respuesta a los sanguinarios ataques terroristas de Hamás del 7 de octubre. La resolución 2728 ayer aprobada exige el alto el fuego inmediato y duradero y lo vincula, aunque no lo condiciona, a la llegada de la ayuda humanitaria y a la liberación sin condiciones de los rehenes todavía en manos de Hamás y de la Yihad Islámica. Estados Unidos ha renunciado en esta ocasión a la utilización del derecho de veto, que ya había utilizado en tres ocasiones anteriores, y ha dado su luz verde a la resolución con su abstención, a pesar de las protestas e incluso amenazas del Gobierno de Benjamín Netanyahu.
Esta resolución es un primer signo esperanzador para un Consejo de Seguridad paralizado desde que empezó la agresión rusa a Ucrania, primero por el uso del derecho de veto a las resoluciones de condena por parte de Rusia y China, y luego de Estados Unidos ante las resoluciones que demandaban una tregua permanente en la invasión israelí de Gaza. Para Israel es una severa derrota diplomática, que indica su aislamiento internacional y marca el punto de mayor tensión con la Casa Blanca. La embajadora de Estados Unidos ha explicado su abstención, en vez del voto a favor, por la ausencia de una condena explícita de Hamás por los atentados y ha señalado que no podría aplicarse antes de la liberación de todos los rehenes, calcando así las exigencias de Israel desde el 7 de octubre. Tal explicación no ha bastado para apaciguar a Netanyahu, que ha cancelado las conversaciones convocadas en Washington para discutir sobre las condiciones exigidas por Biden para la retirada de las tropas israelíes en Rafah.
La posición de la Casa Blanca ha ido evolucionando lentamente desde que empezó la guerra hasta llegar a su actual apoyo a una tregua que la resolución califica de “sostenible”, en vez de “permanente” como deseaba la Autoridad Palestina y querían sus promotores. Washington sufrió un doble revés la pasada semana que puede explicar el giro inesperado de las últimas horas. Rusia y China vetaron su propuesta de resolución, a la que descalificaron por hipócrita, y Netanyahu se reafirmó de forma desafiante en sus propósitos de invadir Rafah cuanto antes “con la ayuda de Estados Unidos o sin ella”, en un abierto desafío a las recomendaciones de Joe Biden.
No son evidentes los efectos de una resolución que es jurídicamente vinculante para todos los socios de la institución internacional, aunque no existen los medios coercitivos para aplicarla, contemplados en el raramente utilizado capítulo siete de la Carta de Naciones Unidas. De la airada reacción del Gobierno israelí no se desprende voluntad alguna de aplicarla, aunque es difícil que el cambio de actitud de Estados Unidos no sea entendido como una advertencia que puede afectar a otras palancas en manos de Biden que hasta ahora parecían incondicionales. Es explícito el estímulo que significa para las negociaciones protagonizadas por Qatar, Egipto y Estados Unidos para obtener una tregua y un canje de rehenes por prisioneros palestinos con motivo del Ramadán. También alienta al desbloqueo de la ayuda humanitaria paralizada por Israel en los puntos de entrada a la Franja, imprescindible para evitar que la población gazatí siga hundiéndose en la desnutrición e incluso la hambruna. A Israel le será también más difícil una nueva escalada en la guerra, como sería la entrada terrestre en Rafah.
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