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EDITORIAL
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Relevo episcopal conservador

Los obispos eligen como su presidente al candidato menos aperturista, que deberá afrontar el escándalo de los abusos sexuales en la Iglesia española

El nuevo presidente de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello (a la derecha), este martes con su vicepresidente, José Cobo, durante la rueda de prensa en Madrid tras anunciarse sus nombramientos.
El nuevo presidente de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello (a la derecha), este martes con su vicepresidente, José Cobo, durante la rueda de prensa en Madrid tras anunciarse sus nombramientos.Chema Moya (EFE)
El País

Los obispos españoles eligieron este martes por mayoría absoluta al arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, de 70 años, como nuevo presidente de la Conferencia Episcopal (CEE) hasta 2028. Lo secundará como vicepresidente el cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo, de 58. Eran los dos nombres que partían con más posibilidades y que reflejan la dualidad en el seno de la jerarquía eclesiástica: Argüello es más conservador, y Cobo simboliza una Iglesia más aperturista, joven y cercana a la línea del Papa, de cuya curia forma parte. La Comisión Ejecutiva, para la que han sido elegidos seis prelados, abunda en ese perfil conservador mientras Francisco ha imprimido a su pontificado un claro ideario reformador. Argüello sucede al cardenal y arzobispo de Barcelona Juan José Omella, que ha contado con la total confianza del Papa.

Argüello hereda como primer problema de su antecesor una gestión errática y desacertada del mayor escándalo que ha vivido la Iglesia católica española en los últimos tiempos: los abusos sexuales a menores. Tiene cuatro años para imprimir un cambio a lo que hasta ahora ha sido una sistemática falta de colaboración y transparencia para afrontar la verdad de la pederastia en su seno y ofrecer justicia y reparación a las víctimas. Sin embargo, como secretario general y portavoz de la CEE, entre 2018 y 2022, cuando ya EL PAÍS había puesto en marcha su investigación, se esforzó en negar el problema y su alcance. Suyas son declaraciones cifrando el número de víctimas en “cero o muy pocas” o reiterando que la institución no iba a ser “proactiva” en la investigación de las denuncias de abusos.

La jerarquía episcopal solo ha ido rectificando su discurso, sin abandonar su distancia y reticencias, a remolque de las investigaciones de los medios de comunicación, principalmente este periódico, y de la decidida actitud de Francisco para poner coto a los abusos y denunciar a los victimarios. Cobo, en cambio, es uno de los prelados más críticos con el silenciamiento de los casos por la Iglesia, y el obispado que encabeza, uno de los más transparentes en esta cuestión. Este martes ambos saludaron tras su designación a las víctimas que llevan dos días manifestándose ante la sede de la CEE (y a las que el lunes todos los obispos menos Joseba Segura, el de Bilbao, obviaron) y el nuevo presidente prometió reunirse con ellas. Cobo habló más tarde de “cambio” de cultura poniendo “la centralidad en la víctima”. Sería deseable que ambos gestos preludien una actitud radicalmente nueva.

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Conservadurismo o reforma definirán también el cuatrienio de Argüello en los distintos debates que afronta, dentro y fuera de su seno, una institución que sigue manteniendo una innegable influencia en una España cada vez más secularizada, pero en la que ha crecido la polarización política y social. Cuenta con el crédito de quien acaba de llegar al puesto. En su mano está cómo gestionarlo.


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