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Columna
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Seguimos indignados

De nuevo nos dejan claro que “los de arriba” pueden ser corruptos, malversar el dinero de todos y atentar contra el orden público y todo se les perdonará por parte de sus socios de la casta política, mientras que a “los de abajo” no nos perdonan ni una multa

Concentración contra la Amnistía, este miércoles en la madrileña calle Ferraz, junto a la sede central del PSOE.
Concentración contra la Amnistía, este miércoles en la madrileña calle Ferraz, junto a la sede central del PSOE.Borja Sanchez-Trillo (EFE)
Ana Iris Simón

Cuando los indignados del 15-M salieron a las calles, en España gobernaba el PSOE de Zapatero. Desde entonces nos han domesticado tanto que pretenden hacernos creer que protestar contra el PSOE de Sánchez (en este caso, contra su vergonzoso acuerdo con el Junts de Puigdemont) es algo propio de la extrema derecha.

Pero, aunque sea cierto que PP y Vox se oponen a dicho acuerdo y a la proposición de ley de amnistía, no menos cierto es que han mostrado su disconformidad figuras públicas de partidos como el PSOE y sindicatos como la UGT. Y, además, han protestado agrupaciones progresistas que van desde el ámbito jurídico hasta el fiscal. Por ejemplo, el Sindicato de Inspectores de Trabajo y Seguridad Social, que habla de un camino que “nos aboca irremediablemente a la ruptura de la solidaridad, de la igualdad de todos los españoles en materia prestacional y del principio de unidad de caja de la Seguridad Social”.

Muchos seguimos igual de indignados que en 2011, porque de nuevo nos dejan claro que “los de arriba” pueden ser corruptos, malversar el dinero de todos y atentar contra el orden público y todo se les perdonará por parte de sus socios de la casta política, mientras que a “los de abajo” no nos perdonan ni una multa, ni un impuesto, ni una mensualidad del alquiler.

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Seguimos indignados porque aún somos mercancía en manos de políticos y banqueros, solo que hace una década muchos banqueros eran del PP y se escudaban en la rojigualda para pedir la “amnistía fiscal”, mientras que ahora hay quien se abriga en la estelada para hacernos creer que lo progresista es apoyar la causa de la oligarquía independentista que apaleó a los indignados del 15-M en Barcelona. Algunos nos opusimos entonces a que el PP le perdonara 40.000 millones al sector financiero en dudoso concepto de “rescate”, y con el mismo espíritu nos oponemos ahora a que el PSOE ceda ante Puigdemont, que pide 450.000 millones en dudoso concepto de “deuda histórica”.

Seguimos indignados porque aún nos quieren doblegar con sus mentiras de “la izquierda y la derecha”, pero de una forma cada vez más delirante: ahora nos cuentan que se han sumado al “bloque progresista” los de Junts, que son más neoliberales que el Madrid sedicioso de Ayuso y tienen unos socios europeos que hacen que Vox parezca moderado.

Seguimos indignados porque lo llaman democracia y sigue sin serlo: es un régimen de partidos que ahora tiene más de dos, a diferencia de en 2011, pero sigue estafando a la voluntad popular. Nos contaban que no se negociaría un trato de favor para corruptos antes de las elecciones, para ahora no solo decirnos que sí se cerrará, sino que es por el bien de la democracia.

Algunos de los que antaño coreaban “PSOE, PP, la misma mierda es” se han incorporado a esta partitocracia, así que su rebeldía ha cambiado de bando, y ahora hacen lo mismo que hacía la casta contra el 15-M: tachan cualquier protesta como “antisistema”; cogen la parte por el todo tratando a todos de “cayetanos” o fascistas como en su día se les trataba a ellos de “perroflautas” o violentos ultraizquierdistas; elogian la contundencia policial. No nos representan. Algunos seguimos indignados. Sigue sin haber pan para tanto chorizo.

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Sobre la firma

Ana Iris Simón
Ana Iris Simón es de Campo de Criptana (Ciudad Real), comenzó su andadura como periodista primero en 'Telva' y luego en 'Vice España'. Ha colaborado en 'La Ventana' de la Cadena SER y ha trabajado para Playz de RTVE. Su primer libro es 'Feria' (Círculo de Tiza). En EL PAÍS firma artículos de opinión.

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