_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

No es solidaridad con Israel, es palestinofobia

La escritora Adania Shibli ha sido castigada por compartir lugar de nacimiento con un grupo terrorista, pero, sobre todo, por recuperar la historia de una niña violada por soldados

La escritora palestina Adania Shibli, en la Feria del Libro de Turín de 2021.
La escritora palestina Adania Shibli, en la Feria del Libro de Turín de 2021.Alamy Stock Photo
Ana Iris Simón

La semana pasada, la Feria del Libro de Fráncfort canceló el homenaje previsto a la escritora palestina Adania Shibli. La razón oficial, recogida en un comunicado de la organización que otorgaba el premio, es que “debido a la guerra iniciada por Hamás, que sufren millones de personas en Israel y Palestina, se ha decidido no celebrar la ceremonia de entrega del LiBeraturpreis”.

La razón real, que no aparecía en la rotativa, es que la autora comparte lugar de origen con los terroristas de Hamás. Además, la novela por la que fue premiada, Un detalle menor, cuenta el secuestro, la violación en grupo y el asesinato de una niña palestina por parte de soldados israelíes en el 49. Y como está basada en hechos reales, y como hay quien quiere hacernos creer que este conflicto comenzó hace dos semanas, ni Shibli ni su relato convienen.

En el propio comunicado quedaba patente esta premisa, al hablar de “la guerra iniciada por Hamás”. Porque los más de 40 niños palestinos asesinados por el ejército israelí este año ―antes del atentado, uno de ellos de dos añitos― no contaban como guerra. No eran una atrocidad ni una masacre que ameritaba la legítima defensa, que es lo que nos repiten los defensores de las tropelías de Israel para justificar la intervención criminal que se está llevando a cabo en Gaza. Una legítima defensa que está consistiendo en el asesinato indiscriminado de miles de civiles inocentes, cientos de ellos niños. Una legítima defensa a la que solo tiene derecho quien Ursula von der Leyen diga.

Y como la miseria, la desvergüenza y el doble rasero con el que están actuando medios, instituciones y particulares en Occidente queda patente en lo grande pero también en lo chico, la Feria demostró que no es que quisieran simplemente solidarizarse con los inocentes muertos y quitarse de polémicas: es que no querían voces palestinas críticas con Israel en su sarao. Pues, a la par que el homenaje a Shibli se cancelaba, el director del encuentro literario anunciaba que se había propuesto “hacer particularmente visibles las voces judías e israelíes en la Feria del Libro”, con la creación de “momentos escénicos adicionales”.

La decisión de cancelar el homenaje fue contestada por más de mil personas, que en una carta conjunta expresaron su oposición y apelaron a la responsabilidad de la Feria a la hora de “crear espacios para que los escritores palestinos compartan sus pensamientos, sentimientos y reflexiones sobre la literatura en estos tiempos terribles y crueles, no para cerrarlos”.

Pero los espacios están cerrados ya, pues en este lado hemos decidido que lo terrible y lo cruel es solo (y siempre) lo que no hagan los nuestros. Y lo que es peor: que quien ose cuestionar nuestro relato maniqueo, e incluso nuestra propaganda, será automáticamente cómplice del terror. Por eso, Benzema ha sido acusado por un ministro francés de tener relación con los Hermanos Musulmanes solo por transmitir sus condolencias a los gazatíes. Por eso, Adania Shibli ha sido castigada por compartir lugar de nacimiento con un grupo terrorista, pero, sobre todo, por haber recuperado la historia de una niña violada por soldados israelíes. Se nos llena la boca con eso de que “la primera víctima de una guerra es la verdad”. Pero cuando nos toca, los mentirosos siempre son los otros.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Ana Iris Simón
Ana Iris Simón es de Campo de Criptana (Ciudad Real), comenzó su andadura como periodista primero en 'Telva' y luego en 'Vice España'. Ha colaborado en 'La Ventana' de la Cadena SER y ha trabajado para Playz de RTVE. Su primer libro es 'Feria' (Círculo de Tiza). En EL PAÍS firma artículos de opinión.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_