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Columna
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Donde DiCaprio encuentra al “Rey del Norte”

El anfitrión de la COP30 revela la paradoja amazónica que desafía la lucha contra la crisis climática

Helder Barbalho, en la COP25 de Madrid, en diciembre de 2019.
Helder Barbalho, en la COP25 de Madrid, en diciembre de 2019.Pablo Monge
Eliane Brum

El gobernador de Pará, el Estado de la Amazonia brasileña que acogerá la COP30 en 2025, se declaró encantado de que, según anunció en las redes sociales, Leonardo DiCaprio le hubiera invitado a asistir a la exhibición del documental Patrullaje este miércoles en Nueva York. Helder Barbalho se pavoneó y elogió al actor, productor y activista climático por llamar la atención sobre “las consecuencias del cambio climático provocado por el hombre”. Barbalho es un personaje al que vale la pena prestar atención, porque encarna el momento en que el discurso de protección de la Amazonia allana el camino a proyectos de poder enraizados en la destrucción de la selva. Heredero político de una de las principales oligarquías de Brasil, lucha por ocupar un lugar destacado en la escena climática mundial. El problema del “Rey del Norte”, como le llaman tanto amigos como enemigos, pero por diferentes motivos, es que la realidad dentro de casa es muy distinta del discurso verde que el gobernador reserva para el público exterior.

La sinopsis de Patrullaje, ambientada en Nicaragua, muestra la resistencia de indígenas y afrodescendientes contra la destrucción de la reserva biológica Indio-Maíz por parte de ganaderos y mineros ilegales. Si DiCaprio tuviera que producir un documental en Pará, Estado que gobierna Barbalho desde 2019, podría elegir entre decenas de situaciones similares. Durante 17 años consecutivos, de 2006 a 2022, Pará encabezó las tasas de deforestación de Brasil. Entre 2019 y 2022, el Estado fue el campeón de las violaciones de los derechos humanos: 143, entre ellas el asesinato de 19 defensores. Pará también tiene el segundo mayor número de pistas de aterrizaje de la minería ilegal de la Amazonia: 883. Dos de los cinco territorios indígenas más afectados por la minería ilegal, los de los pueblos kayapó y munduruku, están en Pará; este último con un probado alto nivel de contaminación por mercurio, con malformaciones y enfermedades asociadas.

Como la familia Barbalho domina gran parte de la prensa local y los medios de comunicación brasileños se concentran en el sudeste del país, se cuestionan poco las contradicciones explícitas del gobernador, que ha aumentado su poder político hasta el punto de considerársele un posible vicepresidente de Lula en las próximas elecciones. Sin escrutinio, participa en foros mundiales sobre el clima, como en Estados Unidos este mes, y, en casa, apoya a los mineros ilegales, a las empresas mineras transnacionales y a la agroindustria, de la que forma parte, con más de 6.000 reses declaradas. Vale, la empresa minera responsable de las dos mayores tragedias medioambientales de la historia de Brasil, con gran presencia en la región en todas las esferas de poder, es una de las principales financiadoras de las obras que “preparan” Belém para la COP30.

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Las élites depredadoras de Pará odian a Leonardo DiCaprio. Para ellas, el actor representa una fuerza globalista que amenaza la soberanía brasileña y quiere “robar” la Amazonia. Será interesante ver cómo evoluciona el neoligarca Helder Barbalho con sus nuevos amigos y como anfitrión de la COP30 hasta 2025, ahora bajo la lupa de una prensa internacional que no puede controlar. En la Cumbre de la Amazonia, que reunió en agosto a los presidentes de los países que (des)albergan la selva y otros invitados, la realidad se impuso al espectáculo: el día anterior, tres personas del pueblo tembé fueron tiroteadas a 200 kilómetros de Belém.

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