_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Los mercenarios de Wagner vuelven a casa

Las mujeres rusas se preparan para recibir a criminales que se unieron al grupo de Prigozhin para no cumplir condenas por secuestro, violación, tortura y asesinato de sus parejas

Mercenarios del grupo Wagner
FILE - This undated photograph provided by the French military shows three Russian mercenaries, in northern Mali. The Russian mercenary group that briefly rebelled against President Vladimir Putin’s authority has for years been a ruthless force-for-hire across Africa, protecting rulers at the expense of the masses. That dynamic is not expected to change now that the group’s founder, Yevgeny Prigozhin, has been exiled to Belarus as punishment for the failed rebellion. Neither Russia nor the African leaders dependent on Wagner’s fighters have any interest in ending their relationships. (French Army via AP, File)AP
Marta Peirano

Antes de protagonizar el motín, Yevgeny Prigozhin, “el chef de Putin”, había levantado dos negocios importantes para el Kremlin. El primero fue la IRA (Internet Research Army), la primera agencia comercial internacional de desinformación especializada en interferencia electoral, fabricación y amplificación de noticias falsas, teorías de la conspiración, y promoción de grupos extremistas a través de las redes sociales. Junto con la agencia de inteligencia militar rusa (GRU) y el conglomerado mediático Rossiya Segodnya (Sputnik, Russia Today, etc.), la IRA había devuelto a Rusia un papel protagonista en procesos tan determinantes como el Brexit o las elecciones presidenciales de Estados Unidos. El segundo fue Wagner, un ejército privado de mercenarios que ya estaba cometiendo crímenes y protegiendo dictadores en Siria y África cuando empezó la guerra de Ucrania.

En verano de 2022, Prigozhin empezó a visitar las cárceles rusas con una oferta: perdón presidencial y 100.000 rublos (975 euros) para asesinos capaces de sobrevivir seis meses en Ucrania a las órdenes de su organización. El argumento es fantástico. Desde los Doce del patíbulo, el Escuadrón suicida y los Inglourious Basterds, nuestro inconsciente colectivo tiene un lugar especial para los criminales que se redimen poniendo su impulso asesino, su falta de remordimientos y su carencia generalizada de inteligencia emocional al servicio de una causa más grande que ellos mismos. En el proceso, como en los campamentos de verano para jovencitos díscolos, descubren el valor de la camaradería, la disciplina y el respeto de los compañeros. En la realidad, Prigozhin no es el comandante Reisman, la guerra no mejora a los hombres y los mercenarios que regresan vivos a Rusia vuelven perdonados pero no redimidos a aterrorizar a su comunidad. Las mujeres rusas se preparan para lo peor.

De los 49.000 hombres que Prigozhin dice que sacó de la cárcel, han vuelto unos 20.000. Entre ellos Vladislav Kanyus, que encerró y torturó a su novia Vera Pekhteleva durante horas antes de matarla en 2020. Había cumplido nueve meses de condena cuando Wagner lo reclutó. Vyacheslav Samoilov, que asesinó y desmembró a Olga Shlyamina en marzo de 2021, llevaba unos meses de condena cuando Wagner lo sacó. Su cuenta de Vkontakte, el popular Facebook ruso, dice: “No existen las decisiones correctas, sólo la decisión que tomas y sus consecuencias”.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Alexéi Savichev le contó a The Guardian que, en sus seis meses con Wagner, él y sus compañeros habían participado en el asesinato de civiles, incluyendo niños, y en la tortura y ejecuciones sumarias de prisioneros de guerra y que no se arrepentía de nada. Recibió dos medallas. Dice que “si pudiera, volvería allí”. Pero no hay honor u orgullo en su relato. Dice que los convictos liberados no eran más que carne para los comandantes y que a nadie le importaba que murieran allí.

Es improbable que los criminales perdonados por cometer crímenes contra la humanidad vuelvan al pueblo a reconstruir iglesias, como sueña Charles Bronson al final de la película. Es igual de improbable que los redactores de la IRA o de RT puedan incorporarse a una redacción de verdad. Prigozhin morirá en el exilio pero su legado regresa a Rusia como un boomerang de navajas, girando a toda velocidad.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_