Los oráculos
Lo más interesante del periodismo antes del debate está en los que saben con días de antelación cómo acabará, como si vinieran del futuro a iluminarnos
Sánchez contra Feijóo. “Cara a cara”. De creer a nuestros medios, el duelo más esperado desde los Prost contra Senna o los Kárpov contra Kaspárov. El debate, cuentan la mayoría, será un momento clave en la campaña electoral. Los diarios llevan varios días explicando, con ayuda de expertos o sin ayuda porque los periodistas de todo sabemos, cómo se preparan los candidatos para el debate: no sudar, no mearse encima, que no se note que llevan pinganillo, si es que lo llevan, no escupir, no terminar como Rajoy, que queriendo dar ternura terminó por evocar a la niña del exorcista.
En un tono más serio, los expertos dicen que el candidato debe pasar más tiempo vendiendo su mercancía que defendiéndose, que no debe interrumpir demasiado pero tampoco dejase pisar, que debe marcar el paso del baile para no ser el comparsa, que debe seducir sin ser arrogante, y que debe ser educado (llamar “indecente” al de enfrente igual es pasarse) y firme.
Todo muy interesante, pero es lo mismo que nos cuentan cada vez que hay debates, así que yo les voy a contar un cuento. Lo más interesante no está en esas previas, está en los oráculos, los que saben con días de antelación cómo acabará el debate, como si vinieran del futuro a iluminarnos. Raúl del Pozo nos lo contó el viernes en El Mundo. Y la España que madruga lo agradece porque para qué vas a estar viendo al Guapo y al #NiTanMalPara61Tacos sabiendo ya lo que va a pasar.
Del Pozo contaba en Lunes: el gran combate, como quitándonos las ganas de tragarnos 100 minutos de monólogos, que no debíamos esperar esta noche “el método socrático del gimnasio de Platón sino eslóganes en racimo, argumentarios y reproches faltones”. Y apuntaba al ganador al decir que “un arrogante sofista engatusador de Cuatro Caminos intentará machacar al aldeano de Orense, coitadiño (pobrecito) que con irónica retranca esquivará los golpes e intentará desarmar sus milongas”.
En Abc Antonio Burgos titula Cara a cara por la cara uno de sus Recuadros para contarnos que también viene del futuro y que allí vio que “Sánchez, por encima de todo, colocará su rollo”. Después de hacer una referencia al Cara al sol (“ese himno gigante y extraño”, dice) recuerda que la décima acepción del DRAE para “cara” la define como “desfachatez”. Y que en la decimocuarta acepción aparece “caradura” y hasta “sinvergüenza”.
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