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El cara a cara entre Sánchez y Feijóo se juega en la guerra de los pactos

El presidente buscará arrinconar al líder del PP reprochándole sus acuerdos con Vox, y el dirigente popular intentará identificar al PSOE con ERC y Bildu

Pedro Sánchez y Alberto Núñez FeijóoFoto: ÓSCAR CORRAL/GIANLUCA BATTISTA | Vídeo: EPV
Carlos E. Cué

Será justo después de la pausa publicitaria. Para entonces, en el único cara a cara de la campaña, el lunes a las diez de la noche en Antena 3, La Sexta y Onda Cero, Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo llevarán 40 minutos chocando sin descanso sobre economía y política social. Es un espacio en el que el presidente se mueve más cómodo por los buenos datos de empleo y crecimiento, aunque el líder del PP está convencido de que también tiene muchas bazas al apelar a la clase media, que está sufriendo una fuerte pérdida de poder adquisitivo.

Tras el respiro para publicidad, el único momento en que Sánchez y Feijóo podrán hablar con sus asesores —sus jefes de Gabinete estarán ahí: Óscar López con el presidente y Marta Varela con el jefe de la oposición—, llegará el momento probablemente más tenso y decisivo: el bloque de debate sobre los pactos poselectorales. Son 23 minutos que pueden definir toda la campaña. Los dos se juegan muchísimo en este cara a cara. Cualquier error puede ser fatal. Dirigentes del PSOE y del PP muy cercanos a ambos líderes que están preparando el debate con ellos coinciden: los pactos son la clave del encuentro. Eso y el tono que ambos adopten durante el duelo.

Feijóo construyó sobre los acuerdos del PSOE con Bildu la campaña de las elecciones municipales del 28-M, pero ahora se han girado las tornas y la izquierda ha logrado que el gran eje de esta campaña sean los pactos de gobierno del PP con Vox. Y Sánchez, según fuentes del PSOE, va con toda la artillería para convencer a los espectadores de que si votan al PP no solo están apoyando a Feijóo, sino que estarán haciendo vicepresidente del Gobierno a Santiago Abascal y metiendo a la extrema derecha y su programa, que se presentó el viernes, en el Ejecutivo de un país como España, pionero en derechos sociales.

Sánchez tiene a su disposición, como artillería dialéctica, las frases más brutales de dirigentes de Vox a los que el PP ha dado cargos institucionales, las decisiones más polémicas de ayuntamientos gobernados por los dos partidos o las denuncias de censura a una obra de Virginia Woolf en un municipio o a una película de Disney en otro porque en ella hay una escena de un beso entre dos mujeres. El PSOE necesita que sus votantes potenciales visualicen que Vox ya no es una amenaza difusa, ya no es el miedo a la ultraderecha que funcionó en 2019 y dejó de hacerlo después: ahora es una realidad, ya gobierna con el PP y se empiezan a ver los resultados. Los socialistas han diseñado una campaña que recuerda a la de 2008, que frente a una enorme movilización de la derecha —10,2 millones de votos tuvo Mariano Rajoy— logró otra aún mayor de la izquierda —11,2 millones alcanzó José Luis Rodríguez Zapatero, un récord impensable hoy—.

Feijóo, por el contrario, según fuentes del PP, está preparando una batería de respuestas para evitar que Sánchez lo arrastre al pozo de Vox y sobre todo para visualizar que la alternativa es un Gobierno apoyado por ERC y Bildu.

Los dos políticos están preparando el debate a conciencia, porque saben que se juegan ahí casi toda la campaña. Los equipos de ambos tienen listas muchas fichas, gráficos y datos para que los líderes los memoricen. Sánchez parte con la ventaja de llevar cinco años en el Gobierno, con todos los datos y los debates en la cabeza, mientras Feijóo lleva poco más de un año en política nacional y además en la oposición. En el entorno del presidente confían en esa diferencia y en los patinazos del líder del PP con algunos datos, pero también saben que es un político correoso con mucha experiencia.

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En todo caso, más importante que las cifras y las frases efectistas —cada candidato está recibiendo decenas de ellas como sugerencias de todo tipo de fuentes— es el tono. Y ahí se está trabajando mucho en los dos equipos.

Hay una clave política decisiva. Los dos están peleando por un espacio de centro limítrofe con votos que pueden cambiar de bloque. Según la encuesta de 40dB. para EL PAÍS y la Cadena SER, los pactos con Vox y una precampaña con muchos mensajes contradictorios en el PP están logrando frenar ese trasvase de votos del PSOE al PP, que ha llegado a estar en el 9%, pero Sánchez necesita algo más que eso: tiene que revertir esa tendencia para tener posibilidades de gobernar. “Esos son los votos que más interesan, los trasvases entre los dos grandes partidos, porque valen doble. Es uno tuyo y uno menos del otro bloque, y pueden suponer muchos diputados. Buena parte de la campaña está ahí”, explica un dirigente.

Y por eso, y pese a que los debates en el Senado entre Sánchez y Feijóo han sido durísimos, ambos están cuidando mucho el tono para esta vez. Tienen que ser contundentes pero no agresivos de más. Sánchez en esta campaña está cambiando el registro, en las entrevistas se ha mostrado más cercano, admite errores, busca la complicidad con el electorado que pueda estar molesto con algunas decisiones polémicas, como los indultos a los presos del procés o su pacto con ERC para modificar el Código Penal y tratar de reducir el castigo a los líderes independentistas. En su entorno señalan que será “correcto y respetuoso” y que en ningún caso menosprecia al rival, pero confía en que la gestión de estos cinco años y los datos económicos le darán argumentos para intentar desactivar el antisanchismo al que apelará Feijóo.

El líder del PP, según fuentes de este partido, tratará de sacar otro perfil del presidente, más duro, que genera mucho rechazo no solo en la derecha sino entre votantes más templados. Y sobre todo, incidirá machaconamente sobre los cambios de opinión de Sánchez y se ofrecerá como un gobernante moderado que viene a hacer un cambio tranquilo “sin revanchas”, como ha dicho esta semana. Pero el líder del PSOE también tratará de señalar al otro Feijóo, el que pacta con Vox, el que habla de “divorcio duro” para referirse a un caso de violencia de género del líder de los ultras en la Comunidad Valenciana o también cambia de opinión: con los pactos con la extrema derecha, con la mesa de diálogo con la Generalitat —el PP tuvo que matizar una entrevista de su presidente en El Periódico de España donde decía que la mantendría—. Y también recuperará decisiones que Feijóo tomó en Galicia y que contradicen su línea.

Mientras Sánchez suspendió un acto que tenía en Plasencia (Cáceres) el sábado para concentrarse en el debate, Feijóo mantiene su agenda y este domingo celebrará uno de los mítines centrales de la campaña, en la plaza toros de Pontevedra. El líder del PP también dedicará muchas horas a preparar el duelo, según su entorno, pero el sábado se burlaba de la concentración de su rival: “Sánchez se ha encerrado a preparar el debate. Nos pedía seis, pero si necesita cuatro días para preparar cada debate, iba a necesitar dos campañas electorales”, se jactó desde Corrales del Vino (Zamora).

Los dos equipos están concentrados en el tono y en las frases más rotundas, las que luego resonarán en titulares y tertulias durante varios días, pero sobre todo están tratando de escudriñar lo que hará el rival, las posibles sorpresas. Y en esta parte hay un enorme elefante en la habitación que nadie aclara si saldrá, aunque tiene posibilidades: Marcial Dorado, el contrabandista de tabaco que fue amigo de Feijóo a finales de los noventa —cuando el líder del PP ya estaba en política— y que años después fue condenado por narcotráfico.

Sánchez ya sacó este asunto en una sesión de control en el Congreso. Pero no lo citó nunca más, y ahora tiene que decidir si lo usa como arma y cómo, para evitar que pueda ser contraproducente. Feijóo ha logrado hasta ahora que esa fotografía no le pasara factura, con la idea de que es una cuestión muy antigua y que él en esos momentos no sabía a qué se dedicaba Dorado.

Los objetivos son muy diferentes para los dos candidatos. Sánchez necesita instalar la sensación de remontada que crece en el PSOE, convencer a su electorado potencial de que hay partido, y por eso tiene que arriesgar más. Feijóo quiere consolidar su ventaja y frenar una posible recuperación de la izquierda, y por tanto evitará riesgos y será más conservador, tanto que ha rechazado asistir al resto de los debates. Todo está muy preparado y pensado. Pero cuando empieza el cara a cara, son dos los que juegan y nadie puede controlarlo todo. La campaña puede cambiar en esos 90 minutos. Y con ella, unas elecciones que parecían decididas.

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