El empleo mantiene el rumbo

Los datos conocidos en materia de desempleo y afiliación durante el mes de junio siguen mostrando una tendencia de mejoría en nuestro mercado laboral, pero apuntan a una desaceleración de la creación de empleo. El paro cayó en 50.268 personas, dejando una cifra total por debajo de los 2,7 millones de parados, algo que no ocurría desde septiembre de 2008, y la afiliación creció en 54.000 puestos de trabajo, marcando un nuevo récord histórico de más de 20,8 millones de afiliados a la Seguridad Social. El paro baja en todos los sectores, a excepción de la agricultura, y, en términos territoriales, Asturias lidera la reducción en un contexto en el que todas las comunidades reducen sus cifras, siendo la Comunidad de Madrid la que menos lo hace. Por edades, destaca de nuevo el mínimo histórico del desempleo juvenil. La creación de empleo sigue apuntando a una mayor estabilidad, con un 43% de contratos indefinidos.

Son estas muy buenas cifras, pero requieren una segunda lectura. Pese a los buenos resultados, la tendencia indica una perceptible desaceleración respecto de los muy buenos datos del pasado inmediato. En efecto, el ritmo de creación de empleo es menor que el registrado en los últimos años, y en línea con los experimentados en la década pasada. Es razonable que sea así, pues el aumento de la estabilidad en el empleo genera el efecto paralelo de variaciones menos volátiles de las cifras de creación y destrucción de empleo, y los efectos estacionales —las variaciones debidas a las épocas vacacionales, o las rebajas— deberían ser menos pronunciados que en el pasado. También cuenta el hecho de que, con cada vez menos personas en el paro, es presumible que la contratación se ralentice según nos acercamos a nuestras cifras de desempleo estructural. Esa cantidad de desempleo no depende tanto de la coyuntura económica, y sí de la cualificación de la mano de obra, las condiciones empresariales y el crecimiento a largo plazo. Cuanto más cerca estemos de llegar a ese desempleo estructural, más lenta será la creación de trabajo, y el verdadero problema de España es que esa cifra es significativamente más alta que en el resto de las economías de la eurozona. Con cifras como las actuales, el futuro de la creación de empleo no dependerá de la coyuntura económica sino de las condiciones de productividad de nuestra economía, y ahí tenemos mucho margen para mejorar en el medio y largo plazo. La tercera razón que debemos señalar es que, pese a la buena marcha de la economía española, el contexto internacional apunta a una desaceleración en la segunda parte del año, que ya puede haberse comenzado a notar.

En definitiva, los buenos datos de empleo del mes de junio son satisfactorios, pero no invitan a bajar la guardia. Queda mucho camino por recorrer en materia de mejora de nuestro mercado laboral, en mejoras de la productividad y en cualificación de la población activa, para conseguir perforar sin problemas la barrera del 10% de desempleo. Ese camino podría haber comenzado ya si las diferentes reformas puestas en marcha en el marco de la política económica de modernización y competitividad ofrecen sus primeros frutos. Mientras esos efectos se hacen verdaderamente palpables, seguir manteniendo la tendencia de reducción del paro y de creación de empleo, aunque sea a un menor ritmo, es una buena noticia que sigue apuntando a la fortaleza con la que la economía española está afrontando la difícil situación internacional.