Obituario: Podemos
El partido ha muerto. O se ha reencarnado en Sumar, que representa lo más constructivo del espacio político creado por el 15-M
El partido que luchaba contras las oligarquías acabó en manos de una. ¿Quién lo iba a decir? A lo largo de estos años, un grupo cada vez más reducido de camaradas, como dictan los cánones bolcheviques, consolidaron su poder purgando disidentes mientras preconizaban la democracia real. Los que querían sustituir a los políticos profesionales por gente corriente, y anteponer las medidas sociales a los cargos públicos, han puesto todas sus energías en no ser reemplazados por otras personas bajo ninguna circunstancia, incluso cuando su acción legislativa ha conllevado cientos de rebajas de penas a agresores sexuales. Ni una sola dimisión por un error que ha causado un dolor terrible a las víctimas.
Es peor todavía: si volviéramos atrás en el tiempo y sabiendo lo que se les venía encima, creo que no tirarían adelante con la misma ley original del solo sí es sí. Pero, cometido el hecho, se negaron a revisar la legislación, porque eso significaría reconocer su equivocación.
Pero, aunque no nos atreviéramos a decirlo en las redes sociales, su comportamiento no podía pillarnos por sorpresa. Nos lo advirtieron nuestras abuelas ―dime de qué presumes y te diré de qué careces― y los padres de la ciencia política, como Vilfredo Pareto o Robert Michels, quien acuñó la “ley de hierro de la oligarquía”, según la cual las organizaciones más democráticas acaban inexorablemente en manos de una oligarquía.
Podemos ha muerto. O se ha reencarnado en Sumar, que representa lo más constructivo del espacio político creado por el 15-M. El movimiento alrededor de Yolanda Díaz, con colaboradores como Íñigo Errejón o Ernest Urtasun, representa un doble avance: en las formas, tendiendo la mano a los adversarios, de la CEOE al PP, para conversar productivamente, en vez de confrontar estérilmente; y en el fondo, centrando el discurso en los problemas cotidianos, de la reforma laboral a la salud mental o la modernización de la administración, en vez de cuitas identitarias.
Es una oportunidad para reducir la cuestionable publicidad institucional y aumentar el necesario gasto social. No espero inocentemente que pasemos de los anuncios de sexo a las políticas del amor, pero, sí que, junto a Podemos, enterremos cierta pornografía de la política. Los líderes y exlíderes morados no se cansarán de dar guerra, pero, como organización, Podemos descansa en paz. @VictorLapuente
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