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Columna
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La migración, la cuestión más difícil de la presidencia española

Es necesario abordar el asunto con realismo y acorde con nuestros supuestos principios morales, alejando su instrumentalización por intereses electorales cortoplacistas

Rescate costa Libia
Una barcaza de madera durante una operación de rescate frente a la costa Libia, en marzo de 2022.Yannis Behrakis (Reuters)
Fernando Vallespín

Ignoro si será la más cuestión más disputada, pero que el Pacto Europeo de Migración y Asilo será una de las más difíciles para la presidencia española parece fuera de toda duda. Primero, porque el Gobierno de uno de los países más afectados, Alemania, necesita con urgencia aliviar la carga que supone para sus municipios el creciente embalsamiento de solicitantes de asilo y la inmigración descontrolada. Junto con las medidas para la transición energética, esta es, sin duda, una de las principales fuentes de erosión de la confianza en el Gobierno tripartito. Con el partido ultra AfD empatado con los socialdemócratas en las encuestas y ya por encima de Los Verdes de algunas de ellas, hay que anticipar una dura posición germana en las negociaciones.

La propuesta que Bruselas y algunas de las capitales más afectadas tratan de consensuar consiste en que los países con frontera exterior de la Unión retengan a los inmigrantes hasta que se decida si van a ser deportados o se les conceda derecho de asilo. El objetivo es que este procedimiento no dure más de 12 semanas y vaya acompañado de un aumento de la seguridad en dichas fronteras y una redistribución de los contingentes con perspectiva de quedarse en la UE entre otros países de la Unión.

Sobre el papel, la decisión parece equitativa. Otra cosa, y este es el segundo punto, es cómo vayan a reaccionar los países del Sur, que sin duda se verán sujetos a grandes problemas logísticos y, como es bien sabido, a importantes resistencias políticas. En nuestro caso, el consenso debería alcanzarse en plena campaña electoral y sobre uno de los temas favoritos de Vox. Si Meloni gobierna en Italia es en gran medida gracias a su posicionamiento contrario a cualquier cesión en este terreno, y Grecia tendrá de nuevo elecciones el 25 de junio. Todo un papelón para nuestra diplomacia, a la que ahora toca gestionar el conflicto, y el que haya de hacerlo en plena campaña ha suscitado ya los recelos en varias cancillerías europeas. Veremos cómo queda la reunión de los días 8 y 9 de junio entre los ministros del Interior de la UE encargada de avanzar sobre puntos de acuerdo.

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La interferencia electoral es, desde luego, evidente. Otra cosa es que intereses pacatos se interpongan en la adopción de lo que deberían ser las decisiones correctas. Esos “contingentes” de los que hablamos son personas dotadas de derechos, que podrían verse lesionados por las prisas por quitárselos de en medio, aboliéndose de facto el derecho de asilo.

En todo caso, quizá haya llegado el momento en el que abordar el problema migratorio general con realismo y perspectiva de futuro. La inmigración está aquí para quedarse. No solo eso, también ha aumentado significativamente después de la pandemia, superando en muchos lugares las cifras anteriores. Lo que hace falta es un discurso que acometa el asunto con realismo y acorde con nuestros supuestos principios morales. Todo menos reducirlo a lo que desgraciadamente acabe ocurriendo, su instrumentalización por intereses electorales cortoplacistas.

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Sobre la firma

Fernando Vallespín
Es Catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

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