El conservador Mitsotakis gana las elecciones griegas, pero no podrá gobernar en solitario
Nueva Democracia saca una ventaja mayor de la esperada sobre la izquierda de Syriza, mientras crecen los socialistas del Pasok. El escenario más probable es que ningún partido logre formar gobierno y se celebren nuevos comicios el 25 de junio
El primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, de la formación conservadora Nueva Democracia (ND), ha vencido claramente en las elecciones generales de este domingo en Grecia con el 40,79% de los votos y el 99,7% de las papeletas escrutadas. Ese porcentaje —que le otorga 146 escaños de los 300 con que cuenta el Parlamento— no le permite gobernar en solitario, pero se trata de un margen mucho más amplio sobre el segundo partido del que vaticinaban las encuestas. Y le sitúan en una posición de fuerza frente a la repetición de elecciones, que se prevén para el próximo 25 de junio. La izquierda de Syriza, el principal partido de la oposición, liderado por Alexis Tsipras, se ha llevado un varapalo difícil de digerir. La formación quedó en segundo lugar, pero perdió más de 10 puntos y cosechó solo el 20,07% de los votos, la mitad que ND; los socialistas del Pasok, en cambio, mantuvieron el tercer puesto, con un 11,46%, y pasaron de 22 a 41 escaños.
La presidenta del país, Katerina Sakellaropulu, encargará a partir de este lunes a Mitsotakis la formación de Gobierno. Pero el primer ministro ya dio a entender, tras conocerse los primeros resultados en la noche del domingo, que no es partidario de gobernar en coalición. “El pueblo ha elegido la opción de una Grecia dirigida por un Gobierno mayoritario y por Nueva Democracia sin la ayuda de otros”, declaró. Mitsotakis optaría entonces por la repetición de elecciones, que se prevén para el próximo 25 de junio.
Esos comicios se regirán por una ley electoral impulsada por Nueva Democracia que contempla la bonificación de hasta 50 escaños para el partido más votado. Por tanto, si el primer ministro consigue un resultado similar al de este domingo, tendría garantizado gobernar otros cuatro años con mayoría absoluta.
Mitsotakis, en el poder desde 2019, ha conseguido transmitir al electorado la idea de que el país ha superado el trauma de los peores años de la crisis y de que completará el camino de la modernización con otro mandato de cuatro años. Ni el fatídico accidente de tren del pasado febrero en el que murieron 57 personas, ni el escándalo de escuchas a políticos, militares y periodistas le han pasado factura.
El primer ministro compareció exultante solo dos horas después del cierre de las urnas, pero advirtió de que las “matemáticas del sistema electoral” no le permiten formar Gobierno y el país tendrá que volver a las urnas. “El resultado es evidente”, declaró, “los ciudadanos quieren un Ejecutivo estable para que consigamos rápido el camino que nos acerca a Europa. Necesitamos un Gobierno sólido y eso, de momento, no se puede conseguir con estos números”.
El gran perdedor de la noche fue Tsipras, primer ministro con Syriza entre 2015 y 2019. Ocupará 71 escaños frente a los 86 que obtuvo en los anteriores comicios. Los partidarios de Syriza no podrán culpar a la abstención, ya que la participación fue del 60,92%, superior al 57,78% de 2019. Aunque en Grecia el voto es obligatorio, no se sanciona a quienes no acuden a votar. Los comunistas del KKE alcanzaron el 7,23% (26 escaños), y los ultranacionalistas de Solución Griega, un 4,45% (16).
Tsipras felicitó por teléfono a Mitsotakis. Y emitió desde su despacho un breve mensaje televisado: “Las luchas tienen victorias y derrotas. Nuestros órganos colectivos se reunirán inmediatamente para evaluar los resultados de las elecciones. Sin embargo, el ciclo electoral aún no ha terminado, porque probablemente habrá una segunda convocatoria electoral. No tenemos tiempo que perder”. Y añadió: “Debemos hacer de inmediato todos los cambios necesarios para llegar en las mejores condiciones posibles a la próxima batalla electoral, que es crucial y final”.
Pero no todas las caras en la izquierda estaban compungidas anoche. Los socialistas del Pasok celebraron un resultado que consolida a Nikos Andrulakis al frente de la formación, después de décadas de escándalos de corrupción, escisiones, cambios de nombre y la muerte por enfermedad de su líder, Fofi Gennimatá. En sus primeros comicios como candidato, Andrulakis consiguió casi el doble de escaños que en 2019 (41 frente a 22). Uno de sus votantes, Konstantinos Filipidis, ingeniero químico jubilado de 87 años, explicó al salir ayer de la cabina de votación por qué se decantó por el partido socialista: “Syriza no es la izquierda de verdad, los comunistas son unos carcas y MeRA25 es aún peor”. El candidato de este último partido, el exministro de Economía con Tsipras, Yanis Varufakis, no pasó el corte del 3% de los votos y no ocupará escaño.
A partir de ahora, se iniciarán una ronda de consultas para formar gobierno. Si ninguno de los tres partidos más votados consigue formarlo en los próximos nueve días, se convocarán otros comicios en un plazo mínimo de 40 días. No obstante, la declaración de Mitsotakis augura que el país acudirá de nuevo a las urnas, posiblemente a finales de junio o principios de julio, donde regiría un sistema electoral que bonifica a la lista más votada.
Para cuando se convoquen las próximas elecciones, aún quedará más lejana en el recuerdo la mayor huelga general registrada en Grecia en la última década. El paro se produjo el 8 de marzo, tras el choque de trenes, en medio de las protestas contra el deterioro de los servicios públicos. El accidente se saldó con la dimisión del entonces ministro de Transporte, Kostas A. Karamanlis, y el perdón que Mitsotakis pidió a las familias de las víctimas. No obstante, el primer ministro mantuvo que la causa del accidente fue el error humano del jefe de la estación más cercana. Karamanlis es ahora uno de los 146 diputados electos de Nueva Democracia.
Escándalos que no pasaron factura
Los electores tampoco han castigado a Mitsotakis por su segunda gran crisis política, el escándalo de las escuchas ilegales. Este caso fue destapado en junio de 2021 cuando el líder del Pasok, Nikos Andrulakis, denunció un intento de intervenir su teléfono. Aquella revelación dio paso a otras acusaciones de espionaje de los servicios secretos sobre periodistas, políticos, militares de alto rango y hasta a ministros de Mitsotakis.
El Gobierno supo durante la campaña eludir los escándalos para centrar el discurso en la economía. Todos los griegos recuerdan que el país se declaró en bancarrota en 2008, tras la presión que ejercieron los mercados sobre su deuda pública. La llamada troika, formada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, impuso duras medidas de austeridad a cambio de la concesión de créditos. El país estuvo tutelado por las autoridades financieras de la UE, hasta que en agosto de 2022 terminó el periodo de “vigilancia reforzada” de las cuentas con la salida de los llamados hombres de negro, nombre coloquial con el que se conocía a los inspectores de la troika.
Mitsotakis ensalzó el fin del tutelaje de la UE, su gestión durante la pandemia y la de la crisis energética, derivada de la guerra Ucrania. La tasa de desempleo, del 10,9%, es la más baja de las últimas décadas. La oposición, durante la campaña, incidió en el coste de la vida y recordó que la deuda externa alcanza aún el 171% del PIB, una de las más elevadas del mundo.
Cientos de militantes conservadores celebraron en la sede de Nueva Democracia un resultado que, aunque supone 14 escaños menos que en 2019 y, por lo tanto, la pérdida de la mayoría absoluta, despeja el camino para un segundo mandato. Después, la celebración se trasladó a la plaza Syntagma. Allí festejaron que Syriza ha perdido toda posibilidad de formar gobierno y que, si nada lo impide, en las próximas elecciones previstas para este verano, los conservadores se asegurarán la mayoría absoluta hasta 2027.
Unos nuevos comicios con un premio a la lista más votada
La presidenta de Grecia, Katerina Sakellaropuou, encargará a partir de hoy al partido más votado que forme gobierno, tal como contempla la Constitución. Si en el plazo de 72 horas este no logra suficientes apoyos, la responsabilidad pasará al segundo partido con más votos, que contará con el mismo plazo. Y si fracasa, se le dará la oportunidad al tercero. Después de tres intentos fallidos, se convocaría a los griegos a votar nuevamente en un plazo mínimo de 40 días, que empezaría a contar desde este lunes.
Esos comicios no serían en rigor una segunda vuelta, sino unas nuevas elecciones. Y en ellas regiría el tercer sistema electoral aprobado en los últimos ocho años. En 2015, el izquierdista Syriza ganó las elecciones con un sistema que repartía 150 escaños de manera proporcional y reservaba otros 50 para la lista más votada. Al año siguiente, en 2016, Syriza aprobó una ley que otorgaba los escaños de manera proporcional, con el fin de evitar mayorías absolutas y fomentar los pactos y coaliciones.
Esa es la norma que se aplicó en los comicios de ayer. Nueva Democracia ganó las elecciones de 2019 con este sistema, a pesar de que es difícil obtener mayoría absoluta. Y lo reformó en 2020, pero los cambios no entran en vigor una vez concluida la legislatura en que se aprueban. En los siguientes comicios, de celebrarse finalmente en julio, la primera lista gozaría del premio del sistema “proporcional reforzado”, que prevé conceder 20 escaños extra a partir del 25% de los votos y hasta 50 si supera el 40%.
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