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Feria

Antonio Gala era ingenioso, chismoso y malhablado: con él no te aburrías. Esto de la muerte no está bien organizado, deberían caer los pelmazos primero, con tanto como abundan…

Decenas de visitantes en la Feria del Libro de Madrid, en el Parque del Retiro, el día 27 de mayo.
Decenas de visitantes en la Feria del Libro de Madrid, en el Parque del Retiro, el día 27 de mayo.SERGIO PÉREZ (EFE)
Fernando Savater

Comenzó lloviendo en la inauguración, como es tradicional. La Feria del Libro es tan eficaz como la danza de la lluvia y mejor porque además de agua aporta cultura. Junto a la alegría de ver a Sánchez revolcado, al CIS equivocado y a Podemos aniquilado, la pena de perder a Antonio Gala. ¡Y en plena Feria, de la que fue durante tantos años rey indiscutible! Fue el primer escritor de carne y hueso que conocí, a mis 16 años, cuando le hice una entrevista para la Revista escolar. Más tarde los jóvenes conferenciantes ajustábamos cada año nuestras tarifas en una cuarta parte de lo que él cobraba esa temporada. Era ingenioso, chismoso y malhablado: con él no te aburrías. Esto de la muerte no está bien organizado, deberían caer los pelmazos primero, con tanto como abundan…

¿Van a comprar un libro? Les recomiendo dos, uno serio y otro lleno de humor. El primero es La financiación de ETA (ed. Almuzara) de Mikel Buesa, que responde a la pregunta que tantos nos hicimos: ¿de dónde sacó el dinero que pagó sus pompas fúnebres? A veces fue extorsión, otras recaudación voluntaria y otras se lo dimos los españoles, vía subvenciones a sus partidos-pantalla (con diversos nombres para asegurar los cobros). Perder el apoyo institucional es un grave quebranto para la banda: cuando Batasuna fue ilegalizada por la Ley de Partidos perdió dos tercios de sus ingresos y pasó de recaudar 211 millones a sólo 83. Pero ahora, seguros de que nadie tocará su legalidad, incluyen a certificados criminales en sus listas, multiplican sus rentables concejales y tienen pasta por un tubo: el de la risa. Hablando de risa, sonrisa mejor, lean Excelentísimos borrachos (Reino de Cordelia), de Carlos Janín, un divertido canto al alcohol en todas sus advocaciones y a quienes no se privaron de él. ¡A su salud!

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