La geopolítica del petróleo
El recorte anunciado por la OPEP+ dificulta la lucha contra la inflación y evidencia el cambio en las alianzas globales
El inesperado anuncio de la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP) y sus socios, con Rusia a la cabeza, de reducir su oferta de crudo en más de un millón de barriles a partir de mayo representa un doble mazazo a las aspiraciones de las potencias occidentales. Por un lado, abre la puerta a una subida del precio del crudo en la segunda mitad del ejercicio, justo ahora que la inflación empezaba a moderar su tendencia alcista del último año. Por otro, ratifica las fuertes tensiones existentes entre Estados Unidos y Arabia Saudí, que refuerza su alianza con Rusia y lo hace en medio de un creciente acercamiento a China.
El anuncio del recorte de la producción de petróleo ha revertido la tendencia a la baja de los precios del crudo, que se sitúa ahora por encima de los 84 dólares en el caso del barril de Brent (de referencia en Europa) después de que la invasión rusa de Ucrania llegara a disparar la cotización por encima de los 120 dólares el verano pasado. Antes del anuncio, la Agencia Internacional de la Energía ya estimaba que habría un déficit de oferta petrolera en la segunda mitad del año de entre un millón y 1,5 millones de barriles, que no hará sino agravarse. De hecho, la OPEP+ acordó en octubre pasado una reducción de su oferta de dos millones de barriles, pese al llamamiento expreso por parte del presidente de EE UU, Joe Biden, a no hacerlo.
De mantenerse el reciente repunte de precios, el encarecimiento del crudo acabará afectando a los sectores más expuestos al coste de los carburantes, como la agricultura, el transporte o el turismo, y se traducirá antes o después en problemas adicionales para el control de la inflación. Tras los recientes episodios de crisis en el sector bancario y su impacto sobre la restricción del crédito, el conflicto entre la estabilidad de precios y la estabilidad financiera se complica para los bancos centrales.
La decisión demuestra, a su vez, que la relación entre la Administración de Biden y el príncipe heredero saudí Mohamed bin Salmán sigue siendo tensa. En medio de los esfuerzos occidentales por poner un tope al precio del petróleo ruso, para ahogar así la principal vía de ingresos de Moscú y, con ello, la financiación de la invasión de Ucrania, la decisión de recortar la producción petrolera global representa un importante espaldarazo a la posición rusa, que está logrando sortear buena parte de las sanciones impuestas por el G-7 y la Unión Europea. Mientras, la petrolera saudí Aramco acaba de anunciar nuevos acuerdos de suministro a China y la compra de una participación en una refinería china, lo que la convierte en socia preferente del Reino del Desierto. Una muestra más de los profundos e inquietantes cambios que están viviendo las alianzas en el tablero geopolítico mundial.
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