Milagro político en Brasil
Las fuertes lluvias torrenciales han provocado una tragedia mortal en São Paulo y también la unión entre Lula y el gobernador bolsonarista Tarcísio de Freitas
La tragedia de decenas de muertos y heridos provocada por el ciclón de lluvias en el Litoral Norte de São Paulo en plena alegría de un carnaval, especialmente festivo tras los dos años de ayuno provocado por la epidemia de la covid, produjo al mismo tiempo lo que ha sido apellidado de “milagro político”.
Tras cuatro años de un Gobierno de extrema derecha golpista en los que el expresidente Jair Bolsonaro dio las espaldas a las tragedias nacionales y más cuando ocurrían en lugares gobernados por la izquierda, esta vez el milagro ha sido otro. Dos grandes líderes de ideas políticas opuestas, como el presidente izquierdista, Lula da Silva, y el gobernador bolsonarista del grande y rico São Paulo, Tarcísio de Freitas, se encontraron y abrazaron pisando juntos los escombros de la tragedia y buscando soluciones urgentes para aliviar el dolor de tantas muertes.
Como ha escrito en el diario O Globo Vera Magalhaes, es un aliento que el gobernador Tarcísio de Freitas, elegido en el círculo bolsonarista, ha dado ejemplo de convivencia institucional si se recuerda que hace solo un año Bolsonaro rechazó la ayuda de Argentina para otra calamidad natural en que Bahia fue devastada por las lluvias. El motivo del rechazo fue que el mandatario argentino era de izquierda.
La tragedia de este Carnaval ocurrida en el mayor y más rico Estado de Brasil, de las dimensiones de España, podría acabar teniendo unas consecuencias políticas y de diálogo entre diferentes desconocidas en el pasado y, sobre todo, durante los cuatro años de Gobierno de la extrema derecha golpista.
Ello ha llevado a los analistas políticos democráticos a imaginar gozosamente que no es imposible que en Brasil puedan convivir armoniosamente en un debate de ideas, una izquierda fuertemente social y una derecha liberal, que no tiene por qué ser enemiga visceral de la izquierda y que juntas puedan, como esta vez, darse la mano para buscar recetas urgentes que resuelvan los problemas de la gente.
Brasil pondría del ejemplo político de los escombros de la tragedia de São Paulo, hacer una reflexión de convivencia entre diferentes pero con los ojos puestos en el bien común. Podrían juntos, izquierda y derecha, realizar una política enderezada más que a la aniquilación de los diferentes, lo que ocurrió tristemente en el Gobierno de Bolsonaro.
Lo ocurrido políticamente en este Carnaval en Brasil en medio a tanta muerte y dolor, da razón al refrán español de que “no hay mal que por bien no venga”. Si el mal que atenazó estos años al país fue una política martirizada por el extremismo de una derecha destructiva, visceralmente antidemocrática, sembrada de odios y venganzas, el bien surgido entre tanto dolor humano, podría ser la esperanza de una nueva convivencia pacífica. Una convivencia perpetrada por la amalgama de fuerzas diferentes políticamente, pero juntas con los ojos puestos en mejorar la vida de millones de víctimas del abandono al que fueron arrojadas por los mezquinos intereses políticos.
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