El Madrid mediocre
Los usuarios de la Red claman contra los disparates arquitectónicos que crecen en la ciudad a pocos meses de las elecciones municipales
Llevo seis años viviendo en Madrid y seis años haciéndome la misma pregunta cada vez que levanto la vista hacia el inmenso bloque de cemento contiguo a la Catedral de la Almudena: ¿Cómo es posible que un responsable político con dos dedos de frente y que sienta un mínimo de cariño por su ciudad haya permitido semejante abominación estética? Si lo hago en voz alta, los madrileños que frecuento me suelen contestar que, sencillamente, This is Spain, y que mi indignación —la de una parisina mal acostumbrada— es entendible pero totalmente vana. En Madrid, esa batalla está más que perdida, y es mejor asumirlo cuanto antes para no sufrir inútilmente, dicen. No sé cómo lo consiguen, pero yo no puedo dejar de sufrir, como cuando hace unos meses levantaron otro bloque de hormigón en la Cebada, en el corazón de La Latina, para edificar un polideportivo, o como esta mañana al costear el parque de Atenas y ver que la Alcaldía ha decidido sacrificar una parte del césped y del arbolado para construir un parking de autobuses turísticos. Y es que sufro incluso sin salir de casa. Basta con que un responsable local del PP tuitee que va a “mejorar” algo para que empiece a temblar.
A pocos meses de las elecciones municipales, las páginas que recogen y documentan la destrucción estética de la ciudad y de su centro histórico en Twitter han tenido que seguirle el ritmo al frenesí creativo de nuestro alcalde. Aquí van algunos ejemplos. “Estas imágenes pueden herir la sensibilidad”, advierte en un vídeo el tuitero Ramón López, afiliado a Más Madrid, donde aparecen varias excavadoras devorando parte del suelo del parque de Atenas. Un espacio verde cuya historia se remonta al siglo XVI y donde pronto se apiñarán hordas de turistas. La idea del Consistorio, nos cuenta Eldiario.es, es “adaptar el entorno para la llegada en los próximos meses del Museo de las Colecciones Reales” ―el bloque de cemento infame que mencionaba al empezar la columna―. No sé si hiere la sensibilidad, pero sin duda hiere el sentido común. ¿De verdad no había otro lugar en Madrid para implantar ese aparcamiento a cielo abierto? ¿Tenía que ser en un parque histórico, a costa, además, de una zona verde y de la biodiversidad?, se preguntan en sustancia los usuarios.
AVISO IMPORTANTE: estas imágenes pueden herir la sensibilidad‼️
— Ramón López 🏳️🌈🔻 (@RamonLopez_G) February 16, 2023
Las excavadoras comienzan a destruir una parte del Parque Atenas para empezar la construcción de la plaza turística. Adiós a la hierba.
📢 ¡Más pradera y menos piedra, Almeida! pic.twitter.com/GQfnV0loIz
La indignación y la incredulidad que ha provocado esta publicación se asemeja a la que ha suscitado otra gran obra de “mejora”, esta vez en Lavapiés. Allí, el Consistorio decidió reemplazar los adoquines por asfalto. Una materia, que como señala en un tuit la bloguera Leah Pattem de Madrid No Frills, “absorbe hasta el 95% de la energía solar”, generando un aumento de las temperaturas “de entre 2 y 4°C”. O sea, la garantía para los vecinos del barrio de un verano plácido y fresco en lo peor de las olas de calor que nos brinda año tras año el cambio climático. También en el Distrito Centro, las obras de remodelación de la plaza Vara del Rey han dejado paso a una especie de rotonda con coches aparcados que nada tiene que ver “con el proyecto de plaza peatonal que se vendió”, denuncia la cuenta Madrid Decadente.
While Madrid is breaking temperature records year on year, the current right-wing city council is replacing our iconic natural-stone cobbled streets with black asphalt. Why? To make them more car-friendly... 🧵 pic.twitter.com/foH4oQZMgs
— Madrid No Frills (@madridnofrills) February 8, 2023
Podría seguir con más ejemplos, pero ni soy masoquista ni esta columna es infinita como el afán por afear y empeorar la calidad de vida de los habitantes de unos ediles entregados al dios asfalto y que solo conciben la ciudad como una mera mercancía. No sé si es porque vengo de una ciudad y de un país que le ha dado siempre mucha importancia a la preservación del patrimonio y que no tolera las llamadas “verrues architecturales” (verrugas arquitectónicas) —aunque sí acepta las ratas grandes como gatos que se pasean por la ciudad o las personas sin techo que se pudren en vida en sus calles, las piernas carcomidas por la gangrena, nadie es perfecto—, pero no entiendo que algunos líderes, por muy liberales y cortoplacistas que sean, no teman que desaparezca su ciudad. Porque es lo que va acabar pasando de tanto confundir modernidad con mediocridad.
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