El “humilde” sueldo de Garamendi

El presidente de la patronal, Antonio Garamendi, desiste de acudir allá donde le apetece poco. Acaba de suceder con las reuniones sobre el aumento del salario mínimo interprofesional. O con la cumbre empresarial España-Marruecos. Se queda en casa, y así no tiene que rozarse con ministras rojas ni con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Allá él. Es libre... pero hasta cierto punto. Porque es el jefe de los empresarios. Lo que exige aguantar cócteles aburridos, compañías incómodas y discursos a veces peores que el propio. Si le desgarra el alza del salario mínimo, va, discrepa y cumple su papel institucional, en vez de practicar el mismo absentismo laboral que con acierto critica.

Y no rehúye una cita empresarial con el principal socio español en África, al que las empresas que representa exportan 10.000 millones de euros anuales. Y donde se firman protocolos de apoyo por 800 millones. La vida no solo es una hamaca. Y los constipados se aguantan de pie. Y se evita el lenguaje entre choni y friki, tan ajeno a la estilosa pijería de Neguri: “Solo querían la foto y estamos para otras cosas”, “que nos digan la cifra y ya está”, “la decisión estaba tomada”. Es Garamendi. No Ione Belarra.

Y luego está la ética. Y la estética. El patrón de patronos cobra 300.000 euros brutos anuales de salario al año. Más 50.000 de complementos. Más las retribuciones de los consejos a los que pertenezca. Esas cifras no constan oficialmente desglosadas en la contabilidad de la CEOE, contra lo que estipula su estatuto. Viva la transparencia. De los demás.

Ningún sindicato las pone en solfa. Pero sí otros empresarios, como su (derrotada) rival electoral. Él replica que se trata de un sueldo muy “humilde”. Hombre, hombre, no tanto si sus 350.000 del ala se comparan con los 15.120 del nuevo salario mínimo. Si este pone en peligro la viabilidad de las empresas, qué no será con los que lo multiplican por 20.

A Garamendi le incordia que sus críticos internos metan el dedo en su humilde sueldito. Alega que la CEOE es “privada”. No tanto. Es más bien concertada. Subvencionada hasta la médula. Solo en proyectos de digitalización, con más de 20 millones anuales (junto a Cepyme). Libre empresa. Financiada con los impuestos de todos.