_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Verano al sur

Nos reímos como bobos durante una hora. Por algún motivo, empezamos a hacer un recuento de novios antiguos

Una pareja observa el paisaje.
Una pareja observa el paisaje.Getty
Leila Guerriero

El recuento de dolores de esta mañana es gracioso: el brazo ―vacuna, quinta dosis―, el cuello, la cintura, la rodilla izquierda, la pierna derecha. Pero corro escuchando Nirvana, Nick Cave, Pearl Jam, y corro bien. Me gusta la luz histérica de las mañanas. El otro día salí a correr a la tarde y esa luz melancólica, con la que solía correr antes, me pareció una cárcel. Al llegar a casa, empiezo a escribir. Siento cierta laxitud ―imagino que por la vacuna― y voy a la cama. Intento dormir pero me despabilo. Así que vuelvo a mi estudio. Pongo música muy baja, en loop: She´s a Rainbow, de los Stones. En algún momento, me detengo para hacer ejercicios de rehabilitación. Estoy en eso cuando llega el hombre con quien vivo y me encuentra en postura extraña. No parece llamarle la atención, como si siempre lo recibiera así. Me muestra un pedazo de hierro viejo que encontró en la calle. Detalla usos posibles. “Perchero”, dice. “Antes muerta”, digo, y después: “¿Me ayudás con esta pierna?”. Se acerca, me empuja la pierna desaprensivo mientras comenta algo sobre los amortiguadores del auto. Cuando se aburre, se va al cuarto. Vuelvo al estudio, pero recibo un mensaje de WhatsApp suyo que dice: “Vení”. Me levanto, voy. Está tumbado boca arriba. El resto sigue así: nos reímos como bobos durante una hora. Por algún motivo, empezamos a hacer un recuento de novios antiguos y les pone epígrafes: “Un tonto”, “pelado feo” (no era pelado ni feo), “de ese no me hables” (uno que fue importante), “lindo pero mala gente”. Fingimos que habla en serio (quizás habla en serio) y yo protesto con convicción. Me mira y dice: “Sos mi familia”. Le digo: “Qué aburrido. Te prefiero punk”. Pone los ojos en blanco, dice: ”Vamos a comer”. Camina hasta la puerta del cuarto y, desde allí, canta: “De acá me voy con vos. Y si te vas, llevame”. Yo pienso: “Es el fondo de mi pozo sin fondo”. No termina mejor una noche de verano.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Sobre la firma

Leila Guerriero
Periodista argentina, su trabajo se publica en diversos medios de América Latina y Europa. Es autora de los libros: 'Los suicidas del fin del mundo', 'Frutos extraños', 'Una historia sencilla', 'Opus Gelber', 'Teoría de la gravedad' y 'La otra guerra', entre otros. Colabora en la Cadena SER. En EL PAÍS escribe columnas, crónicas y perfiles.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_