Sánchez al frente de la Internacional Socialista
El primer presidente español de la IS defiende el relanzamiento del mensaje ideológico de la socialdemocracia
El discurso pronunciado este domingo por Pedro Sánchez en la clausura del 26º congreso de la Internacional Socialista (IS) solemnizaba su nombramiento por aclamación el pasado viernes para presidir la organización que agrupa a 132 partidos socialdemócratas, socialistas y laboristas. Tras 16 años en la presidencia, el griego Yorgos Papandreu, de 70, sigue como presidente honorario mientras la elección como nueva secretaria general de la ghanesa Benedicta Lasi abre por primera vez el compás geográfico de la IS hacia África.
El anuncio del posible regreso a la IS del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), autoexcluido hace ahora una década, refuerza el relanzamiento de una organización desleída y de perfil muy bajo en los últimos años. La debacle de la socialdemocracia en Francia —hoy los socialistas son la parte minoritaria de una coalición de izquierdas— o su debilidad en Italia, donde sus resultados electorales fueron insuficientes para vencer a la ultraderecha de Meloni, chocan con el cambio de actitud que ha vivido la UE para afrontar tanto la pandemia como la guerra de Ucrania, tras el descarte de las draconianas políticas neoliberales que estrangularon a las sociedades más vulnerables de Occidente durante la Gran Recesión de 2008.
La decantación por nuevas opciones de izquierdas en América Latina —Lula da Silva en Brasil, Boric en Chile, Petro en Colombia— dibuja un frente progresista que puede configurar las nuevas ideas y propuestas de la socialdemocracia ante un mundo muy diferente del que vivió la IS bajo la presidencia legendaria de Willy Brandt o más recientemente de António Guterres. Fortalecer el discurso y los argumentos para una transición energética justa hacia energías renovables, que frene el cambio climático sin abocar al paro a los trabajadores de la industria contaminante, la defensa de los derechos de las mujeres y las minorías, el fortalecimiento del Estado de bienestar en favor de los más débiles o entender los movimientos migratorios extracomunitarios como parte de la solución y no del problema son ingredientes de la agenda política e ideológica de la socialdemocracia. La redefinición de objetivos, lenguajes y estrategias ha de figurar en el programa de la socialdemocracia para contrarrestar el auge de los autoritarismos posfascistas o neofascistas, ofrecer un modelo viable y alternativo al neoliberalismo insolidario y drenar así el descontento que nutre a la extrema derecha.
El nuevo protagonismo en la escena internacional que ha encarnado Sánchez con éxito para afrontar una pandemia global, la negociación de los fondos, la excepción ibérica, la ayuda a Ucrania o la cumbre de la OTAN en Madrid reanudan en alguna medida la proyección internacional que propició Felipe González para el socialismo español en su época de presidente. Ahora Sánchez debe liderar el relanzamiento de la socialdemocracia para responder a los nuevos miedos de mayorías sociales sin patrimonios ni colchones familiares porque solo cuentan con el Estado como esperanza para frenar el crecimiento de la desigualdad.
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