La socialdemocracia resiste en Dinamarca
Mette Frederiksen podrá formar Gobierno de nuevo tras haber endurecido extraordinariamente su política de inmigración y asilo
La socialdemócrata Mette Frederiksen tendrá la opción de gobernar Dinamarca con sus aliados tradicionales del bloque de izquierda, o, como prefiere, sumar fuerzas con partidos “a ambos lados del centro político”. Su formación obtiene el mejor resultado desde 2001 y contrasta con la debacle del Partido Popular Danés, un grupo de extrema derecha que no ha llegado a formar Gobierno, pero que condicionó algunas de las más desdichadas decisiones adoptadas por Copenhague en materia de inmigración y asilo. La victoria de Frederiksen demuestra que los socialdemócratas se han beneficiado de su creciente y ya antigua aproximación a algunos parámetros de la agenda ultraderechista en esa materia.
Hoy, Dinamarca es uno de los países de la UE con una legislación más restrictiva. El viraje no es nuevo. Cuando Frederiksen se puso al frente del partido, en 2015, quedó claro que dejaba atrás su defensa de la multiculturalidad y del derecho al asilo. Al año siguiente, apoyó desde la oposición la aprobación de una ley que permite confiscar joyas y objetos de valor a los solicitantes de asilo para cubrir el coste de su acogida. La mandataria ha hecho oídos sordos a los innumerables organismos internacionales que instan al Gobierno danés a retirar de su legislación todas las referencias a “ciudadanos no occidentales”.
Desde su llegada al poder, en 2019, Dinamarca ha alcanzado un acuerdo con Kosovo para enviar allí a cumplir condena a presos extranjeros condenados en el país, y otro acuerdo con Ruanda permite trasladar al país africano a solicitantes de asilo mientras esperan a que se resuelva su caso. Y Dinamarca ha sido el primer miembro de la UE que ha empezado a revocar permisos de residencia a ciudadanos sirios. Además, algunas de las leyes más polémicas aprobadas por el Gobierno anterior también permanecen vigentes, como la conocida como ley antigueto, que establece para 2030 un límite de un 30% de ciudadanos “no occidentales” en los barrios de las principales ciudades, o la que castiga la mendicidad con penas de prisión.
La mayoría absoluta alcanzada finalmente por el bloque de la izquierda otorga a la socialdemócrata la posibilidad de explorar distintas opciones para formar el nuevo Ejecutivo. La aparición en escena de Los Moderados podría decidir a Frederiksen a desprenderse de algunos de los socios de gobierno que le han resultado más incómodos. Y son básicamente dos: el Partido Social Liberal, que forzó a la primera ministra a convocar elecciones anticipadas tras un escándalo político, y la formación más a la izquierda en Dinamarca, Alianza Roji-Verde, que ha criticado, tibiamente, el acuerdo con Ruanda o la revocación de permisos de residencia a ciudadanos sirios.
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