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Columna
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Los maniquíes de Irene Montero

La contumacia del Gobierno sobre la ‘ley del solo sí es sí’ puede ser el mayor fiasco de la legislatura

Concentración frente al Ministerio de Justicia por la puesta en libertad de los miembros de La Manada, el 22 de junio de 2018.Foto: Andrea Comas | Vídeo: EFE
Berna González Harbour

Las mujeres no han llegado a la Luna, pero, con el ánimo de mostrar su apuesta feminista, la NASA incluyó en su misión Artemis esta semana maniquíes de mujer. La igualdad de género llegó, de momento, a los gestos. La imagen nos sirve para ilustrar las buenas intenciones que inundan nuestro tiempo, tan lejanas, sin embargo, a la realidad. Algo parecido ha ocurrido con la ley del solo sí es sí, nacida para proteger a las mujeres y que está sirviendo para rebajar las penas a sus agresores sexuales, en lo que puede ser el peor fiasco de este Gobierno de coalición. Se llama contumacia: a un fallo grave (la redacción) sumas un fallo al resistirte a enmendar el error. Y se llama simplismo: atribuir lo ocurrido al “machismo” de los jueces no solo es un reduccionismo insoportable, sino un fallo táctico —otro fallo— cuando la salida del embrollo va a depender precisamente de esos mismos jueces.

Y hay otro fallo más, y ya es el quinto. Veámoslo desde la lógica de Podemos: la idea de una nueva ley para castigar a los agresores sexuales surgió después de una primera sentencia muy blanda contra La Manada, que se atribuyó a un juez machista y que enardeció con razón a medio mundo; visto lo visto, se alumbró una ley que fijaba la necesidad del consentimiento en las relaciones sexuales, estupendo, pero se hizo con tal laxitud en las penas que algunos jueces las han rebajado. Y ahora se les acusa de machistas. Es decir: si has legislado para fortalecer la ley ante las pulsiones machistas de algunos jueces, ¿cómo es posible que lo hagas dejando margen para que esos mismos jueces machistas sigan sentenciando desde sus miradas torvas contra el interés de la víctima?

El fracaso en la redacción, en la reacción, en la descalificación de un colectivo y, por encima de todo, en la protección de las mujeres es tan estrepitoso que asombra que el Gobierno en su conjunto no se dé cuenta de que está ante el que posiblemente será el mayor fiasco de la legislatura. Aquí no estamos hablando de sedición, malversación, tope ibérico a la factura o inflación, con lo grave que es cada uno de estos asuntos. Estamos hablando de la protección de las mujeres, la bandera más incuestionable y exitosa no solo de este Gobierno, sino del PSOE desde que Zapatero asumió el mando y convirtió el feminismo en política de Estado. Si persisten, la política de maniquíes en la nave de la NASA no será suficiente para pagar la factura.

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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