El respeto
Los insultos y la demagogia no deben revolver el estómago de nuestra democracia
La corrupción nos ha hecho demasiado daño. Más allá del desvío del dinero público, es una de las causantes principales del desvío de las formas democráticas en el diálogo y la comunicación. Los problemas reales se convierten en espectáculo ruidoso cuando se utilizan las ofensas y los insultos para ocultar suciedades éticas. Carles Puigdemont, heredero de unos políticos que habían sometido al robo sistemático las cuentas y los servicios públicos de Cataluña, desvió la atención conduciendo las tensiones territoriales a un fanatismo hoy encarnado en Laura Borràs. Que esta mala profesora, metida a política mala, haya pedido colaboración al asesino de Yolanda González, una de las víctimas más conocidas de la extrema derecha durante la Transición, pone las cosas en su sitio. El autoritarismo identitario lo revuelve todo, también el estómago de la democracia.
Los hijos políticos de las corrupciones de Jordi Pujol conocían las posibilidades de su tapadera nacionalista. El Madrid de José María Aznar y Esperanza Aguirre necesitaba también unas mantas espesas, y el odio a Cataluña ocultaba los malos olores de la trama Gürtel. Dificultar las relaciones entre Madrid y Cataluña, llenarlas de copas rotas, con el cava por el suelo, fue el modo más eficaz de ocultar que un partido político puede infectarse por culpa de una dinámica de robos organizados. Levantar los bajos instintos de las identidades provoca resultados eficaces a la hora de desviar la atención. Es lo que ahora ocurre, por ejemplo, cuando se desconocen las diferencias de significado entre sedición y rebelión, tratando de impedir cualquier movimiento que facilite la convivencia de Cataluña con el resto de España.
Los insultos y la demagogia no deben revolver el estómago de nuestra democracia. Recordemos una frase de don Fernando de los Ríos: “En España la única revolución pendiente es el respeto”. Que así sea. La calma es hoy una disciplina cívica.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.