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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La Italia que ve el PPE

El Partido Popular Europeo ha roto el consenso en el aislamiento de la extrema derecha con su respaldo a Forza Italia

Partido Popular Europeo Italia
Un cartel electoral de la candidatura conjunta de la derecha y la extrema derecha en Italia, con los nombres de sus líderes Matteo Salvini, de la Liga; Silvio Berlusconi, de Forza Italia, y Giorgia Meloni, de Hermanos de Italia, el pasado 23 de agosto.GUGLIELMO MANGIAPANE (REUTERS)
El País

A menudo Italia ha funcionado como laboratorio de anticipación de algunos de los fenómenos políticos de las últimas décadas. Las elecciones del 25 de septiembre amenazan de nuevo ahora en traer inquietantes novedades. Manfred Weber, presidente del Partido Popular Europeo (PPE), se plantó en Roma el martes para reunirse con Silvio Berlusconi y Antonio Tajani, fundador y cabeza visible, respectivamente, de Forza Italia. Su visita buscaba respaldar a la filial del PPE en Italia, un partido en descomposición y convertido hoy en socio minoritario de la coalición de la derecha y la ultraderecha (con la Liga y Hermanos de Italia) que aspira a gobernar el país. La reunión acabó convertida en su indisimulada legitimación por parte del PPE. El precedente abre la puerta a un vendaval nacionalpopulista que no augura nada bueno para el centroderecha y la derecha moderada europea.

El presidente del PPE se limitó a responder a las preguntas de los periodistas que en el programa político de la coalición no había leído graves contradicciones con su idea de Europa. El blanqueo opera por omisión: olvida Weber las tensiones vividas con Bruselas durante el Gobierno que formaron la Liga de Matteo Salvini con el Movimiento 5 Estrellas en 2018, el cierre de puertos italianos a barcos cargados de migrantes apenas rescatados de un naufragio en el Mediterráneo, los desafíos a propósito del déficit o las soflamas antieuropeas y a favor de Vladímir Putin de Salvini. Puede que no recuerde tampoco el presidente del PPE que Hermanos de Italia (socio de Vox en Europa) cuestiona los derechos de las mujeres en relación con el aborto y es abiertamente hostil al colectivo LGTBI. El PPE rompe así la armonía europea en el aislamiento de la extrema derecha, que tan nítidamente ejerció durante años su compatriota Angela Merkel con Alternativa para Alemania (socio de Salvini en Bruselas).

La normalización de este espectro político en Italia representa una anomalía en Europa que en las elecciones puede resultar crucial. El país nunca se ha planteado ningún tipo de cordón sanitario, y los medios de comunicación han aceptado también a estas formaciones en la normalidad del arco parlamentario. Varias de ellas llevan en las instituciones décadas y gobiernan en la mayoría de regiones del país. El fenómeno, por tanto, tiene raíces profundas y anteriores a la visita de Weber, y hay que remontarse a Silvio Berlusconi como gran padrino de este proceso desde finales de los años noventa. Necesitado en ese momento de músculo electoral para hacer frente a la izquierda —como ahora el PPE—, introdujo a la entonces Liga Norte (un partido federalista y regional) y a la Alianza Nacional (semilla del actual Hermanos de Italia) en el artefacto político que bautizó como Pueblo de la Libertad. Una precoz Meloni fue ministra de Política de Juventud (en un periodo en el que se disparó el paro juvenil en Italia) y la Liga comenzó su transformación radical desde las instituciones. Berlusconi siempre consideró a ambos partidos como una folclórica comparsa que servía a sus intereses. Pero hoy la Liga y Hermanos de Italia lo han devorado y han convertido a la filial del PPE en esa nación en un partido marginal que lucha por sobrevivir mientras ofrece a cambio la legitimidad europea.

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