Berlusconi se echa en brazos del ala populista de su partido al dejar caer a Draghi
El dueño de Mediaset autorizó la defenestración del primer ministro italiano traicionando los valores moderados y europeístas de Forza Italia
El escenario principal de la caída de Mario Draghi no fue el Parlamento. El homicidio político fue planificado a unos 20 kilómetros, en los cómodos sofás del magnífico porche de Villa Grande, la vieja mansión de Franco Zeffirelli a las afueras de Roma. La casa pertenece hoy a Silvio Berlusconi, que ayudó al director de escena a superar sus problemas económicos en sus últimos años de vida a cambio de la futura propiedad de la villa. Aquí se celebraron las reuniones entre La Liga y Forza Italia que decidieron el futuro de la legislatura. Il Cavaliere, un hombre de 85 años cada vez más permeable a las presiones de algunos miembros de su entorno, no ideó el plan. Pero sus socios se lo propusieron y él bajó el pulgar. Una jugada que violenta la naturaleza moderada y europeísta de Forza Italia y que rompe el partido. Si no fuera por la gravedad de la situación, podría considerarse la última broma del dueño de Mediaset.
La crisis la abrió hace una semana el Movimiento 5 Estrellas (M5S) cuando decidió no votar la primera moción de confianza. Pero el partido antisistema no representaba ya un problema. Draghi y el presidente de la República, Sergio Mattarella, tenían casi decidido seguir adelante con o sin el partido antisistema. El problema llegó inesperadamente desde el frente de la derecha y, pese a las llamadas recibidas ―también del propio Draghi―, Berlusconi no quiso apoyarlo.
Forza Italia nació en 1994 como respuesta a la crisis de las instituciones italianas con el caso de corrupción Mani Pulite. Fue un experimento a medio camino entre la empresa de publicidad y el cortijo político que permitió a Silvio Berlusconi ser tres veces primer ministro de Italia. Su espectro ideológico, pese a que el fin último siempre fue proteger las empresas de su fundador, correspondía al de una derecha moderada y europeísta que respondía a un cierto mundo empresarial. Miembro del Partido Popular Europeo, la formación se alineó siempre con los postulados de esa gran familia. La decapitación de Draghi, de la que Berlusconi es responsable directo, abre ahora una brecha enorme en Forza Italia, donde han comenzado ya las dimisiones (dos de los ministros del Ejecutivo han anunciado su adiós), y lo sitúa fuera de la órbita de lo que siempre defendió. El último favor, en suma, a su gran amigo Vladímir Putin, el líder ruso.
Renato Brunetta, uno de los ministros dimisionarios y un político que fue durante décadas uno de los más importantes y leales colaboradores de Berlusconi, explotó el jueves. “No soy yo el que me voy, es Forza Italia la que me deja. O lo que ha quedado de ella renegando de su historia. No votando la moción de apoyo a Draghi, mi partido ha renegado de sus valores fundacionales. Quienes han impuesto sus intereses particulares a los del país son unos irresponsables”, escribió en sus redes sociales. Otro de los pesos pesados del partido, Mariastella Gelmini, se expresó en un modo parecido. Ambos dieron a entender que en el futuro buscarán cobijo en las siglas que respondan a esos valores “traicionados”.
Berlusconi, algo mermado ya de fuerzas y lucidez política, hace tiempo que sufre las presiones de dos corrientes internas de su partido. Aquella que defendía la vieja idea de estabilidad, representada por los ministros en el Ejecutivo saliente, y la que ha tomado ahora el control, liderada por la senadora Liza Ronzulli y apoyada por el expresidente del Parlamento Europeo Antonio Tajani, mucho más cercana al populismo de La Liga e impulsora de la ruptura del Gobierno. Este grupo convenció a Il Cavaliere de la oportunidad única que podían representar ahora mismo unas elecciones anticipadas.
La promiscuidad hoy entre La Liga y Forza Italia es total. Algunas fuentes opinan que incluso podrían concurrir en una lista única en las próximas elecciones. La idea respondería a la necesidad de obtener más votos que Giorgia Meloni, líder de Hermanos de Italia y tercera socia de la coalición de derechas. De este modo, impedirían que pudiese convertirse en primera ministra y sería el líder de La Liga, Matteo Salvini, mucho más cercano a Berlusconi y a sus intereses personales, quien ocuparía ese puesto. El problema es que uno más uno no suele sumar dos en política. Muchos de los electores tradicionales de Forza Italia abandonarían a la formación escandalizados por la perdida de identidad y la deriva populista. Una reacción parecida a la que han tenido ya muchos de sus miembros, mientras cunde la sorpresa por la postura de Berlusconi entre sus primos hermanos en Europa.
Italia celebrará elecciones el 25 de septiembre. Y uno de los esquemas que ya están planeando los partidos que apoyaron la continuidad de Draghi es el de los dos bloques electorales: los que tumbaron al Gobierno que hacía las reformas que necesitaba Italia y los que lo derribaron inconscientemente e hicieron las delicias de Rusia.
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