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Hermanos de Italia avanza firme para convertirse en el gran partido de la derecha

Giorgia Meloni, que encabeza todas las encuestas y ya no oculta su ambición de gobernar el país, certifica en el congreso de Milán su desafío a Berlusconi y Salvini

Hermanos de Italia
Giorgia Meloni, durante un programa de la cadena Rai Uno, el 7 de abril en Roma.FABIO FRUSTACI (EFE)
Daniel Verdú

Italia agota los últimos meses de legislatura en una suerte de batidora política donde la guerra y la pandemia han anestesiado el viejo espíritu autodestructivo de su Parlamento. Y, en ese insólito contexto, una figura ha crecido como nadie convirtiéndose en la candidata con más apoyos en las encuestas y la líder del único partido en la oposición. Giorgia Meloni, cabeza de cartel de Hermanos de Italia, una formación nacida de los rescoldos del posfascista Movimiento Social Italiano (MSI) y convertida hoy en un molde ideológico más amplio, es ya la referencia de la derecha en Italia. El congreso programático de su partido, celebrado este fin de semana en Milán, ha certificado su liderazgo, un giro hacia cierta moderación y una indisimulada ambición de gobierno que se traduce ya en una opa descarada a la derecha. Meloni ya no lo oculta. Si sus socios quieren mantener la idea de gobierno a través de una coalición, tendrán que subirse a su carro.

Meloni empieza a verse en el palacio Chigi, sede del Ejecutivo italiano. “Nace el partido de los conservadores”, anunció en su discurso del viernes, que duró una hora y 10 minutos. “Es el tiempo de las mujeres”, insistió. La puesta en escena del congreso, celebrado en Milán, ya era un claro aviso a navegantes. La capital lombarda, motor económico de Italia, es la ciudad natal y el cuartel general de sus dos socios en la coalición: Matteo Salvini (Liga) y Silvio Berlusconi (Forza Italia). Hermanos de Italia, en cambio, ha sido siempre un partido eminentemente romano con raíces en la parte centro-sur del país. Pero su presencia en el norte crece exponencialmente: en las últimas elecciones municipales estuvo a punto de superar a la Liga. Forza Italia, cuyo líder tiene 85 años y ha sido incapaz de configurar un relevo, es una formación en descomposición. Y la Liga se encuentra en caída libre y sin un rumbo ideológico claro después de meses de bandazos y resbalones de Salvini. En un escenario de confusión entre los votantes conservadores, Meloni se presenta como la única opción fiable y sólida de la derecha.

La coalición de los tres partidos conservadores además está hecha unos zorros. La distancia es enorme. El viernes, Meloni ni siquiera citó a sus socios. Guido Crosetto, uno de los fundadores de Hermanos de Italia y pilar ideológico del alma más moderada de la formación, reconoce que la batalla del Quirinal hace algo más de un año, en la que no lograron ponerse de acuerdo con sus socios, produjo mucho desgaste. Desde entonces, explican fuentes de ambos partidos, no se han visto ni hablado. “Ahora mismo es difícil hallar puntos de encuentro. Pero esto en política no es un problema. El día antes de formar Gobierno, el PD [Partido Democrático] casi decía que había que echar del país al Movimiento 5 Estrellas. Y luego hicieron un Ejecutivo juntos. Si lograron unirse ellos, cómo no lo hará gente que lleva 30 años en un mismo proyecto”, apunta.

La salud de la coalición es clave si la derecha quiere ganar las elecciones con el sistema electoral mayoritario (no sería extraño que se cambiase de aquí a los comicios). Los sondeos hoy son claros. Si hubiera elecciones —en principio serán en abril de 2023—, Meloni ganaría y podría gobernar si concurriese en coalición con sus socios. Roberto D’Alimonte, politólogo y máxima autoridad en asuntos demoscópicos en Italia, cree que la tendencia le otorgará alrededor del 25% de los votos dentro de un año. “Hermanos de Italia sería el primer partido de la derecha de Italia. Y probablemente también de todo el sistema parlamentario. Hoy hay dos partidos sobre el 20%: ellos y el PD. Pero más importante para Meloni es ser la primera de la derecha italiana. Salvini, dicen todos los sondeos, está cuatro o cinco [puntos] por debajo de ella. Pero Meloni tiene un problema de legitimación para gobernar. Viene de una historia pasada de soberanismo y antieuropeísmo. Y hay algunos pedazos de la formación que todavía sientan sus raíces en el posfascismo. Ella intenta alejarse de eso porque también le resta legitimidad”. Una distancia con el pasado que no le impide evitar celebrar el 25 de abril, día de la liberación de Italia del nazifascismo, ni condenar con claridad algunos episodios de la historia.

El Congreso programático de Hermanos de Italia, socio de Vox en Europa, confirmó el lavado de cara del partido e intentó mostrar al empresariado del norte que el partido dispone de una clase dirigente amplia y preparada. “Si queremos gobernar, hay que estar en Milán y convencer a esa parte de la sociedad de la robustez del partido”, señala uno de sus dirigentes. Las consignas fueron claras: aspiración de Gobierno, visión de la política internacional algo más moderada y claramente atlántica (aunque con alguna crítica a Biden) y esquema de valores tradicional: familia, iglesia y nación. “Batallaré contra la gestación subrogada”, anunció. O también: “El proceso de globalización ha fracasado”. La posición en el tema de Ucrania es clarísimamente contra Rusia. “Sabemos cuáles son nuestros aliados internacionales”, dijo el viernes. Y también en torno a Europa ha atenuado sus posiciones críticas, aunque con matices: “Construiremos una Europa confederal sin burócratas”. Ella sabe que para gobernar tiene que tener una legitimidad democrática que deje atrás los fantasmas del posfascismo y la coloque con claridad en Europa.

La derecha de Meloni quiere renovar su espacio ideológico y le disputa también a la izquierda el voto de la clase trabajadora. No es casualidad que el final del congreso, que se celebrará este domingo, haya coincidido con el Primero de Mayo, día del trabajador y jornada altamente simbólica en Italia. “Bueno, es casualidad. Pero la fiesta del trabajador no es patrimonio de la izquierda. Es más, la derecha hace más hoy por ellos que la izquierda. Ellos son subsidio; nosotros, trabajo”, apunta Crosetto. La ampliación del campo de batalla de Hermanos de Italia ahora es total. Tanto que Meloni no tuvo reparo el viernes en exhibir fotos de símbolos del antifascismo, como el director y escritor Pier Paolo Pasolini y la filósofa Hannah Arendt como referentes del partido.

Un partido nacido de las cenizas del proyecto de Berlusconi

El origen de Hermanos de Italia se encuentra en el descalabro de los proyectos de Berlusconi. Il Cavaliere había fundado un conglomerado político conocido como Popolo della Libertà (PDL) con el que había logrado gobernar Italia uniendo a la derecha, incluida la Alianza Nacional de Gianfranco Fini. Este partido había hecho malabarismos para renunciar de forma explícita al fascismo, pero en su interior sobrevivían nostálgicos que mantenían intacta la llama junto a otro espectro más cercano a la democracia cristiana. Una derecha social y otra más liberal.

Con la llegada en 2011 del Gobierno técnico de Mario Monti y el apoyo del PDL —como ahora ha ocurrido con el Gobierno de unidad de Mario Draghi—, un grupo procedente de aquel universo decidió fundar un nuevo artefacto. Lo llamaron Hermanos de Italia, nombre oficioso del himno del país, y colocaron al frente a una mujer joven que ya había sido ministra con Berlusconi. El dueño de Mediaset la llamaba “peonza”, en una muestra de su clásico desprecio machista elitista. Pero hoy Berlusconi tiene que aceptar su dictado.

Meloni creció lentamente, sin abusar de la estrategia ultra de redes sociales y selfis. Buscó la coherencia y la conexión con un electorado más rígido y politizado, tal y como hizo en Europa. Hoy es la presidenta del grupo Partido de los Conservadores y Reformistas Europeos, del que también forma parte Vox. El partido ultra español se acercó a Hermanos de Italia, donde encontró una línea más clara que con Salvini, especialmente en cuestiones regionales y autonómicas (la Liga siempre favoreció el independentismo catalán). “La gente quiere claridad, no oportunismo. No decimos una cosa y la contraria al día siguiente. Y Giorgia lo ha demostrado en cada ocasión”, señala un diputado y alto cargo del partido que participó con Meloni en su fundación en 2011.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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