Orbán fracasa en su intento de legitimar la ley homófoba contra el contenido LGTBI
El referéndum no logra superar el mínimo necesario del 50% de votos válidos
Lo único que le salió mal este domingo electoral al populista ultraconservador Viktor Orbán —que logró su cuarta mayoría absoluta consecutiva y el quinto mandato de su carrera— fue el referéndum con el que pretendía legitimar su ley homófoba. La norma aprobada el pasado verano prohíbe hablar de la homosexualidad en las escuelas y limita esos contenidos en los medios de comunicación. Orbán pretendía exhibir el respaldo de sus votantes ante Bruselas, que le abrió un procedimiento de infracción por una legislación que considera discriminatoria con el colectivo LGTBI.
La consulta planteaba cuatro preguntas a los votantes, como: “¿Apoya usted la promoción de tratamientos de reasignación de sexo para menores de edad?” y “¿apoya usted la exposición sin restricciones en los medios de comunicación de contenidos sexuales que puedan afectar el desarrollo de los niños?”. Háttér Society, la mayor organización de defensa de los derechos del colectivo LGTBI de Hungría, coordinó junto a otras entidades una campaña para promover el voto nulo, tachando a la vez en las papeletas el sí y el no. Funcionó: la consulta ha fracasado porque no ha logrado el mínimo del 50% de votos válidos entre los emitidos. Hubo un 44% de papeletas correctas y otro 20% invalidadas, según la Oficina Nacional Electoral, informó Efe.
Luca Dudits, de Háttér Society, en una conversación dos días antes del referéndum, aseguraba que Hungría no es homófoba, según varias encuestas realizadas tras la aprobación de la ley el verano pasado. El 70% apoya el matrimonio del mismo sexo y la adopción por parte de estas parejas, y el 90% está de acuerdo en que los niños reciban información conforme a su edad sobre sexualidad y género, según esos sondeos.
Por eso, explicaba Dudits, el enfoque del Gobierno era el de “proteger a los niños frente a la depravación”. El mensaje ha calado, maquinaria de propaganda progubernamental mediante, entre las bases de votantes ultraconservadores y cristianos de Orbán. La jubilada María Szabo, de 72 años, se declaraba en contra, tras votar en Budapest, “de confundir los sexos e inculcarle a los niños esa cosa del género”. “Dentro de sus casas, estos pervertidos que hagan lo que quieran, pero que dejen tranquilos a los demás, y sobre todo, a los niños”, añadía.
Detrás de las palabras de Szabo resonaban las de Orbán, que ha repetido hasta la saciedad que hay que parar “la locura de género”. El eslogan más repetido por el primer ministro durante la campaña para la consulta ha sido: “Las madres son mujeres, los padres son hombres, nuestros hijos deben estar tranquilos y nuestras familias deben ser protegidas”.
Aunque el referéndum no ha salido adelante y la ley tenía aspectos de difícil aplicación, según Dudits, el daño ya está hecho. El número de agresiones y los casos de acoso a personas del colectivo han aumentado desde el verano. Cuando el Gobierno fomenta este tipo de leyes y esta narrativa, “aumentan los delitos de odio y la violencia contra las minorías sociales”, afirma la activista. En muchos casos, los agresores repetían: “Esto lo pueden ver mis hijos”.
Después de las campañas de Orbán contra los migrantes y demandantes de asilo; contra las ONG financiadas con capital extranjero; contra el filántropo millonario George Soros; y contra los sin techo, el colectivo LGTBI se ha convertido en el nuevo enemigo señalado por el Estado. “Necesitan un chivo expiatorio. Les funciona para ganar impulso político, ponerse en el papel de protector y mostrarse como defensores de la nación, de la familia y de los valores cristianos”, denuncia la organización de defensa de los derechos del colectivo.
La Organización para la Cooperación y la Seguridad en Europa, que envió más de 300 delegados internacionales para supervisar los comicios del domingo, manifestó este lunes que “el marco legal del referéndum celebrado el mismo día que las elecciones era en gran medida inadecuado para un proceso democrático y no ofrecía igualdad de oportunidades para las campañas del referéndum”.
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