_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Ley de desmemoria democrática

El proyecto polariza, degrada el derecho y consume energía y tiempo que podrían dedicarse a cuestiones más importantes

La portavoz de EH Bildu en el Congreso, Mertxe Aizpurua, ofrece declaraciones a los medios frente al edificio Palacio de la Cumbre, a 29 de junio de 2022, en San Sebastián, Guipúzcoa, País Vasco (España).
La portavoz de EH Bildu en el Congreso, Mertxe Aizpurua, ofrece declaraciones a los medios frente al edificio Palacio de la Cumbre, a 29 de junio de 2022, en San Sebastián, Guipúzcoa, País Vasco (España).JOSE IGNACIO UNANUE (Europa Press)
Daniel Gascón

En aras de la discusión, aceptaremos que un Estado debe legislar sobre la memoria y asumiremos que un proyecto de ley rechazado por la mitad del arco parlamentario tiene una vocación “reparadora, inclusiva y plural”. Pasaremos por alto que declarar ilegal el régimen franquista es una coquetería: ya está en las disposiciones derogatorias de la Constitución. Nos fijaremos en lo bueno: el proyecto de ley de memoria democrática corrige uno de los errores más graves de la ley de 2007, que privatizaba la exhumación de las víctimas. El Estado asume esa responsabilidad. El texto reconoce el logro de la Transición, cuyo espíritu de consenso “fue la base de la época de mayor esplendor y prosperidad que ha conocido nuestro país”. Pero la política española es Rashomon: Mertxe Aizpurua, portavoz de Bildu, que ha apoyado el texto, celebra que se “ha abierto un camino para poner en jaque el relato de una Transición ejemplar”. Una disposición adicional propone crear una comisión para estudiar “la vulneración de derechos humanos a personas por su lucha por la consolidación de la democracia, los derechos fundamentales y los valores democráticos” cometidos hasta 1983. Como señala el constitucionalista Javier Tajadura, es una falsedad histórica y una difamación política. Se sugiere que el franquismo estuvo vigente hasta el 83: es posible que avance aún más, como la desertización. El descalabro sintáctico de la frase “se consideran víctimas las comunidades, las lenguas y las culturas vasca, catalana y gallega en sus ámbitos territoriales lingüísticos, cuyos hablantes fueron perseguidos por hacer uso de estas” la vuelve incomprensible, pero incluye el disparate de declarar “víctima” una cultura o una lengua. Se vislumbra la vieja afición nacionalista de transformar la Guerra Civil y la dictadura en una guerra de conquista y ocupación. La regulación de los actos públicos contrarios a la memoria democrática tiene aspectos de dudosa constitucionalidad, y alberga riesgos para cuando haya gobiernos de otro signo.

El proyecto polariza, degrada el derecho y consume energía y tiempo que podrían dedicarse a cuestiones más importantes. La tribalización política hará que algunos se centren en las buenas intenciones de la ley y disculpen sus defectos. Pero, incluso desde un criterio puramente electoral, muchos ciudadanos rechazan que una ley como esta se pacte con Bildu, y quien no comprenda eso espera que los demás olviden demasiado en nombre de la memoria. @gascondaniel

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Daniel Gascón
Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) estudió Filología Inglesa y Filología Hispánica. Es editor responsable de Letras Libres España. Ha publicado el ensayo 'El golpe posmoderno' (Debate) y las novelas 'Un hipster en la España vacía' y 'La muerte del hipster' (Literatura Random House).

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_